En el año 1979, en tiempos de una democracia incipiente, Felipe Lubián acababa de retornar al pueblo que lleva su apellido por nombre. El profesor regresó de Cataluña, se asentó en la Alta Sanabria y se encontró con un proceso nuevo tras cuarenta años de dictadura: unas elecciones municipales. «Casi todas las listas en los pueblos eran de UCD, porque era el partido que gobernaba entonces en España», recuerda ahora el político, que se refiere a la marca conservadora con la que Adolfo Suárez se aupó a la jefatura del Ejecutivo.
Sin embargo, a pesar del poder de aquella formación en la zona, un grupo de jóvenes quiso plantear una alternativa: «Era gente que se juntaba, hacía debates y se divertía», explica Felipe Lubián, que cuenta que aquella pandilla pensó en él para la candidatura. «Iba a ser una lista independiente, pero ni siquiera sabíamos cómo se hacía eso. Ni el secretario tampoco. No nos daba tiempo a formar una agrupación de electores, así que intentamos probar con el PSOE», narra el protagonista de la historia.
En busca de ese respaldo, uno de sus compañeros se marchó a Puebla en busca de la sede socialista en la comarca, pero se topó con puertas cerradas, risas en los bares y una realidad de bruces: aquellos muchachos no se podían presentar. No daba tiempo. Sin más opciones, tomaron la decisión, así que en la noche previa a que se cerrase el plazo, Felipe Lubián estaba en casa cenando a la luz de las velas en medio de uno de esos apagones que siguen siendo comunes en la Alta Sanabria. Fue entonces cuando alguien llamó a la puerta.
Los visitantes eran los miembros de la lista de UCD en Lubián, que acudían a pedirle que no se presentara para no dividir el voto. En otras localidades del municipio, el Partido Liberal había logrado dar forma a una candidatura que amenazaba con ganar si la cabecera se dividía. Felipe les explicó el panorama que tenía con su intentona, pero los centristas, en aras del triunfo común, propusieron una fusión con la pandilla de jóvenes inquietos del pueblo.
Felipe Lubián consultó con su gente, aceptó y vio cómo el acuerdo le incluía a él como candidato final a la Alcaldía. En unos minutos, el profesor pasó de no tener partido a encabezar a los favoritos. Y ganaron. Por la mínima, pero ganaron. En aquella primavera, Felipe cogió el bastón como mandatario de la UCD. Cuatro años después, el PSOE sí le abrió la puerta y, desde entonces, salvo un paréntesis en el que se retiró por cuatro años, no ha dejado de ser el regidor socialista de este ayuntamiento de la Alta Sanabria. Aún sigue en el cargo. Son 42 años de mandatos.
Felipe Lubián será uno de los alcaldes homenajeados en el Día de la Provincia del próximo sábado 14 de junio por acumular 24 años o más como mandatarios de su municipios. Hay más de veinte casos en Zamora. La Diputación quiere reconocer la labor, a veces ingrata, de estos veteranos del bastón que han conseguido convencer a sus vecinos para ganar siempre, una elección tras otra. Al menos, seis veces.
Felipe Lubián explica que, en su caso, unas veces con cinco concejales y en otras con seis de los siete ediles que se ponen en liza: «Ya llevo muchos años y tengo ganas de tener un repuesto, pero es difícil encontrar otro candidato, tendría que ser una persona joven», apunta el alcalde socialista, que también fue diputado provincial y procurador en las Cortes, y que ya es todo un veterano, camino de los 75 cuando se agote el mandato en 2027.
Con tanto tiempo al frente de su Ayuntamiento, Felipe Lubián acumula centenares de medidas aplicadas, de éxitos y de sinsabores: «He puesto mucha carne en el asador para solucionar problemas de muy difícil explicación», señala el regidor, que menciona sobre todo el de los montes comunales, que en su día eran «un cáncer» para el municipio y que se han convertido en «una fuente de recursos impresionante» para sus pueblos.
No en vano, los molinos ubicados en la zona han generado importantes recursos económicos para el Ayuntamiento de Lubián: «Yo sé que a los ecologistas se les ponen los pelos de punta, pero gracias a eso hemos evolucionado y tenemos cosas que otros municipios no tienen», analiza el alcalde, que cuenta entre sus lamentos el de no haber mantenido determinados servicios ferroviarios que daban servicio a la zona.
Entre el resto de los alcaldes que suman 24 años o más hay casuísticas como la de Lubián, con mandatos no consecutivos, dos o más partidos políticos y triunfos más o menos ajustados. Lo que se repite siempre es la persona que acaba por asumir el poder municipal. Por el Partido Popular gana en Fresno de la Ribera Emilio Fernández, que acaba de cumplir 26 años con el bastón. Empezó en 1999, con presupuestos en pesetas y mucho trabajo por delante. Aún le queda.
«Esto tiene su intríngulis. A veces pienso que los alcaldes tenemos un tornillo que no nos funciona bien», ríe Fernández, que apunta, en todo caso, que la faena «merece la pena». «No sé cómo decirte, esto viene de cada uno. Es tu pueblo y quieres que cambie algo», argumenta el alcalde de Fresno, que asegura que muchos como él entran «por las circunstancias del momento» y terminan por quedarse mucho más allá de la fecha que tenían contemplada inicialmente.
«A ver si los chavales quieren quedarse»
Fernández recuerda que esto es todo el día: «Se rompe una tubería y tienes que estar al pie del cañón. En casa, la mujer y las dos muchachas me dicen que a ver si ya. No lo sé. Todos estamos limitados y el tiempo va pasando, pero a ver si los chavales quieren quedarse», desliza el regidor, que guarda en el debe un proyecto en la zona del río que les echó para atrás Confederación cuando ya tenían los fondos europeos y que aún sueña con rematarlo, «aunque será difícil».
Lo demás para él, como para todos, es el día a día: «Sin querer se hacen muchísimas cosas», admite Emilio Fernández. ¿Y en 2027? «Ya se verá. No te digo ni que me presento ni que no».