La Enfermedad Hemorrágica Epizoótica (EHE) fue una pesadilla el pasado verano para los ganaderos de Sayago; ahora se ha convertido en un dolor de cabeza recurrente y en un lastre económico; y, de cara a la próxima primavera, amenaza con tornarse nuevamente «en el mismo infierno» que en el tiempo cálido de 2023, si no se alcanza una solución rápida: «Pedimos que se trate de resolver mediante la vacunación, como se ha hecho con otras enfermedades similares como la lengua azul», señala el ganadero e ingeniero agrónomo de Muga Fernando Vicente, que demanda también que el Ministerio «afronte el problema».
Según este profesional, la EHE es un problema de «índole nacional». Sin embargo, desde el área que dirige Luis Planas «no se han hecho partidas para ello». De cara a la Junta, «lo que se pide es que, aparte de la ayuda que dio la comunidad autónoma, que fue muy escasa, este apoyo no acabe en algo puntual acotado en el tiempo en el que solo se contemplen los animales muertos». Las consecuencias son mayores en una provincia donde ha habido 9.726 casos de la enfermedad en 480 explotaciones, con 1.153 vacas muertas, según la estadística del 10 de enero.
Con ese panorama, los ganaderos, particularmente los de la zona más afectada, que ha sido Sayago, se encuentran «un poco a la expectativa» de lo que pueda ocurrir y centrados todavía en el presente, desde la óptica de que la primavera es todavía «una vista larga». La EHE les hace daño aún hoy, con problemas que van mucho más allá de las muertes de las vacas para las explotaciones.
Más allá de las muertes
Fernando Vicente explica que se están viendo «animales que recaen o que son improductivos» y «problemas con terneros nacidos de madres infectadas». Estos ejemplares de corta edad exhiben una «debilidad» que a veces les conduce directamente a la muerte. En determinados casos, sus madres no los pueden criar por la escasez de leche, e incluso se han visto situaciones en las que los terneros sufren laminitis, una inflamación que les provoca cojera y que «impide que se puedan desplazar bien».
Toda esta serie de circunstancias ha borrado del mapa cualquier atisbo de esperanza de que el frío cortara de raíz la transmisión y los problemas derivados de la enfermedad: «Los más pesimistas esperábamos algo así», aclara Vicente, que admite que, en cifras de mortalidad», la patología no es «muy escandalosa», pero alerta sobre la caída productiva lastrada por el desconocimiento: «Como vamos un poco a ciegas, estamos manteniendo vacas que no sabemos si son productivas, y eso es carísimo», asegura.
2,80 euros por vaca y día
Tan caro como que estos animales siguen consumiendo alimento al mismo ritmo que el resto, pero sin ofrecer un retorno: «Más o menos, a día de hoy, con el precio de la paja y de los tacos de pienso, el gasto medio de una vaca, que consume 15 kilos de paja y dos de tacos de promedio al día, es de 2,80 euros por animal», destaca Vicente. Eso, sin valorar otros costes de arrendamientos, inversiones o medicamentos.
Es decir, si un ganadero mantiene, por ejemplo, 30 de estos animales en estas circunstancias durante un mes, las pérdidas se le van por encima de los 2.500 euros solo en comida.
Fernando Vicente recalca, además, que «se va viendo ahora que hubo vacas que abortaron, porque deberían haber parido y no lo han hecho», y «muchos problemas en los sementales por la bajada de fertilidad». Mientras, el invierno avanza y en dos meses será otra vez primavera.