Invierno es época de mascaradas en los pueblos… y también en casa. Con la oportunidad que marca el calendario ha dado a conocer Nacho Domínguez su nuevo juego de mesa, una propuesta que, basándose en la mecánica de un juego de cartas, busca llevar la tradición a las casas para favorecer que las familias o grupos de amigos pasen un buen rato a la par que conocen más a fondo una de las tradiciones más arraigadas en muchos pueblos de la provincia. Con ilustraciones de Pifa Montgomery, ya conocido en el mundillo por su trabajo en los dos libros de Mascaradas de Infierno, Domínguez saca a la luz la que hasta ahora es, posiblemente, su propuesta más ambiciosa. Y la que, de entrada, está contando con una acogida más calurosa del público.
El juego busca ser un pasatiempo para toda la familia y está orientado para personas de más de diez años, si bien el creador asegura que un niño de más corta edad puede llegar a disfrutar de la mecánica si tiene la práctica suficiente. Básicamente, aunque la explicación a fondo es mucho más detallada, el jugador tiene que ir acumulando recursos para, cuando tenga los suficientes, canjearlos y traerse a su desfile a una de las 25 mascaradas con las que cuenta el juego. Luego entra en juego el sistema de puntuación, que se complica y que da más puntos, por ejemplo, si todas las mascaradas que tenemos en la mano son de una determinada comarca.

«Es fácil jugar, por eso decimos que también pueden jugar los niños, aunque luego se puede llegar a complicar más para los jugadores que busquen otro tipo de experiencia», asegura el zamorano, creador también de Procesiones, El Regalito de Navidad y El Restaurante, juegos, sobre el primero, que está ya en muchas casas de la provincia. No es casualidad, evidentemente, que sean Procesiones y ahora Mascaradas los que más interés hayan tenido. «El juego es una gran herramienta para transmitir el conocimiento y las tradiciones, y la gente busca eso. Si jugamos a juegos de la Segunda Guerra Mundial, o que recrean el Japón Feudal, ¿por qué no vamos a jugar con nuestras mascaradas, que son tradicionales de aquí y también tienen mucho valor?».
Así, el juego también fomenta en cierta medida la sensación de pertenencia y de difusión de las costumbres propias. Son palabras del creador, que confiesa que desconocía el mundo que se oculta tras los ritos de invierno que hay en la provincia hasta hace unos años. «Para mí fue un gran impacto conocerlas, porque me interesé de verdad por este mundo cuando tuve más de viente años. Desde entonces es un mundo que me fascina, que conocí gracias a amigos y en el que he ido profundizando con el paso del tiempo», apostilla Domínguez.
Cuando surgió la idea de dar forma de juego de mesa a las mascaradas de Zamora, Nacho reconoce que tuvo bastantes dudas y unas pocas certezas. Una de las últimas es que el juego tenía que contar con la colaboración de Pifa Montgomery, que ha logrado con su particular estilo dar una vuelta de tuerca a la iconografía relacionada con los rituales de invierno en la provincia. «Cuando acabé el segundo libro me dije que tenía que darme un tiempo de descanso con las mascaradas, pero al final han acabado de nuevo llamando a mi puerta. Es un mundo del que no te puedes salir una vez entras porque es fascinante», asegura el ilustrador.
Los dibujos de Mascaradas tienen poco que ver con los realizados por Pifa en sus libros. En los realizados antes los diablos de los pueblos son tenebrosos, quieren dar miedo. Ahora son más amables, dibujos propios de un juego que busca implicar a todas las familias. Hay formas más redondeadas y, aunque se han respetado todos los elementos tradicionales, las mascaradas de las cartas son «más simpáticas» que las hechas anteriormente por Pifa. «Tienen un punto más gracioso, son más cabezones, más para niños, pero se ve bien la máscara y se representa bien lo que hay en los pueblos», apunta el ilustrador, convencido también del papel esencial del juego en la transmisión del conocimiento.
«Llevar las tradiciones a las casas es una cuestión fundamental y en este sentido tanto los libros como los juegos de mesa son importantes vehículos de transmisión», apunta el dibujante. El juego está ya a la venta, tanto a través de Internet como en las librerías Semuret y Ler Zamora. El interés que ha despertado llega desde Zamora, claro, pero también desde fuera de las fronteras provinciales. «Hay ya gente de pueblos que celebran mascaradas que lo ha visto por Internet y nos ha hecho pedidos», asegura Nacho Domínguez. Y es que esta es una muy buena forma, quizás la más entretenida, de meter en casa a los diablos que durante los días del solsticio de invierno recorren la provincia.
