El sol todavía pega a las ocho y media de la tarde cuando uno cruza el Puente de Piedra hacia la margen izquierda en un día de finales de junio, pero al llegar a las Aceñas de Cabañales aparece el oasis: la sombra, el verde, el río. La temperatura baja, el ambiente se enfría y las ganas de actividad vuelven. Por eso elige este lugar la Ruta del Vino de Zamora para organizar su gran evento del año. No es casualidad.
Allí aparecen unas 500 personas dispuestas a dejarse llevar por lo que tiene preparado este colectivo, que se maneja con la particularidad de contar con una capital de provincia entre sus asociados y que ofrece un catálogo de recursos turísticos y patrimoniales en torno a los caldos de la Tierra del Vino. Y claro, si uno viene por estos lares y es de fuera, tendrá que saber dónde alojarse.

Por eso, la cita que se celebra este jueves por la tarde, cerca ya de la caída del sol, lleva por nombre «Descansando en la Ruta del Vino de Zamora». Se trata de conocer los negocios que ofrecen aposento en la zona a través de una yincana en la que los grupos participan en una serie de pruebas como preparar un café, hacer un check in rápido o desenvolverse haciendo la cama. Incluso, hay una mesa donde los asistentes ponen la cubertería a tientas. No falta de nada.
Y en medio de todo eso, el vino, el queso, los chocolates las pastas: todos los productos que la gente puede probar en una ruta que abarca parte del entorno de Zamora y que alcanza incluso lugares de Salamanca. El territorio atrae por lo que tiene y por lo que se come, y la provincia cuenta, además, con la ventaja de disponer de otras dos rutas más aparte de esta: la de Arribes y la de Toro. El viaje se puede alargar.

Las tres asociaciones cuentan con el respaldo institucional. Por eso, entre prueba y prueba de la yincana andaban por allí responsables de la Junta, de la Diputación, de los ayuntamientos, de la Fundación Siglo y también de Caja Rural de Zamora, aunque el apoyo se extiende al Estado y a Europa. Todos los dirigentes que acudieron defendieron la pervivencia de las rutas como dinamizadoras de la llegada de visitantes al territorio.
Al cierre del evento, la noche ha ido cayendo, el vino se ha ido agotando y el descanso se busca más allá de las pruebas. Ahora queda conocer lo que ofrece el territorio, pero en cada uno de sus rincones.

Pero espere un momento, esto era un concurso, así que hay ganadores. El primer premio, dotado con 400 euros en establecimientos de la ruta, es para Malvasía Tempranillo Team. El segundo, con 300 euros en los mismos negocios, se lo lleva Enopatrulla. El tercero, que podrá gastar 200, recae en Hij@s de la vid. También hay un galardón individual, reconocimientos a los establecimientos y una promesa: esto vuelve en 2026 con otro formato original.
