Lo pidió Pedro Sánchez en 2019. También Alberto Núñez Feijóo en 2023. Incluso, Alfonso Fernández Mañueco tras conocer el resultado de las últimas Elecciones Generales de hace casi un par de años. Ahora, lo reclama el líder socialista en Castilla y León, Carlos Martínez. La demanda es tan antigua como clara: que gobierne la lista más votada después de unos comicios. En este último caso, de Castilla y León, pero los primeros ejemplos valdrían para España y hasta se podría descender al terreno municipal. De hecho, hay bastantes casos más de políticos de un lado y de otro pidiéndolo de manera recurrente.
Lo que planteó Martínez este lunes, al tiempo que exigía un adelanto electoral en la comunidad autónoma, es tan simple como permitir que el partido que logre más apoyos en los futuros comicios, sean ahora o cuando toca, a comienzos del año que viene, se encargue de formar Gobierno. Sin pactos, sin buscar muletas. Es decir, lo que habría logrado el PSOE de Luis Tudanca en 2019 de no ser por el respaldo de Ciudadanos a un Partido Popular que, en esa ocasión, había quedado segundo.
En este caso particular, el mensaje de Martínez tiene como trasfondo un escenario político en el que el PSOE logró ganar hace seis años y no estuvo tan lejos hace tres. Lo que ocurre es que, primero Ciudadanos y luego Vox, mostraron un empaque como tercera fuerza que apuntaló el triunfo de la derecha en la comunidad. Eliminar los pactos de la ecuación restaría enemigos por ese flanco para los socialistas, aunque tampoco les garantizaría nada. Solo el precedente de 2019 sería un asidero para la marca, y basta con mirar alrededor para comprobar que podría penalizarles en otras batallas políticas.
Para empezar, de haberse aplicado esta norma no escrita, Alberto Núñez Feijóo sería el presidente del Gobierno de España desde el verano de 2023. El Partido Popular fue el más votado en las Elecciones Generales, pero los acuerdos del PSOE y Sumar con algunas formaciones periféricas alcanzaron un respaldo parlamentario mayor que el que tenían las derechas. Así funciona el sistema en España. No se trata solamente del número de votos, también de las mayorías en el hemiciclo.
Lo que ocurre a nivel nacional es fácilmente extrapolable al autonómico, con las particularidades de cada territorio. Más difícil es trasladarlo al plano municipal, donde sí puede gobernar la lista más votada en caso de falta de acuerdo. Ahora bien, si se diera un pacto como el que propone Martínez para que los partidos permitieran que las alcaldías se quedaran en manos de quien más papeletas recogiera, también se podría aplicar. Básicamente, se trataría de cerrar la puerta a los pactos, aunque fueran naturales ideológicamente.
Por hacer un recorrido rápido por la historia política local de los últimos diez años en la provincia de Zamora, basta con mirar al día uno de Francisco Guarido al frente del Ayuntamiento de la ciudad. Conviene recordar que, en aquella primavera de 2015, fue el Partido Popular el que ganó las elecciones, con diez concejales por los ocho que obtuvo Izquierda Unida. Es decir, con la lista más votada, la alcaldesa habría sido Clara San Damián. Fue precisamente el PSOE, junto a los ediles no adscritos salidos de la formación socialista, quien ejerció de muleta para el cambio.
Un caso similar se dio ese mismo día de junio de 2015 en Benavente, con Luciano Huerga como nuevo alcalde, a pesar de que había sido el Partido Popular el que había obtenido más votos en los comicios de mayo. Fue un mal día aquel para el PP, que se llevó un varapalo similar en Morales del Vino al vencer sin ser capaz de conseguir una mayoría suficiente para gestionar el Ayuntamiento en solitario. En beneficiado fue, esta vez, Ciudadanos.
A partir de ahí, 2019 ofrece más ejemplos. Ahí está el de Fuentesaúco, también en detrimento del PP; el de Roales, que penalizó a Por Zamora para darle el mando a Vox; o, en lugares más pequeños, la derrota esta vez del PSOE en Palacios del Pan. Ya en 2023, la citada cabecera de La Guareña se vio en un escenario idéntico, el PP y el PSOE se aliaron para quitarle a Futuro la Alcaldía de Galende, y uno y otro partido grande se quedaron sin Villafáfila por un lado y Pereruela por el otro por culpa de los famosos pactos.
Dos casos municipales y actuales
En el presente, hay dos casos bastante evidentes de una cosa y la contraria, aunque ambas empezaron igual. La que sigue como está es la Alcaldía de Puebla de Sanabria, con el PSOE en minoría y solo tres de nueve concejales. La lista más votada primó ante la falta de acuerdo. En Toro, sin embargo, terminó por producirse una moción de censura que apartó al PP del bastón de mando a pesar de que había sido la candidatura de Rafael González la que había dispuesto de más apoyos. Así funciona el sistema.
Está por ver lo que ocurrirá en Castilla y León, pero cuesta creer que vaya a haber un acuerdo de la naturaleza que reclama Martínez. En los diferentes niveles territoriales existe un modelo de funcionamiento que, con la particularidad de cada uno de ellos, deja clara una cosa: solo la mayoría absoluta el día de las elecciones garantiza un gobierno. Con un escaño o un concejal menos de la cuenta, hay que abrirse a las conversaciones. Con esa idea en la cabeza vota también la gente y no hay cordón sanitario contra Vox o contra los nacionalismos que parezca tener la fuerza suficiente como para cambiar el planteamiento.