Javier se lo debe todo al vino. Lo dice él mismo, y no lo dice por decir. Su vida laboral, su matrimonio y su familia. Si no es todo, es casi todo. Cuando conoció a su mujer, Ester, lo hizo porque ella destinó parte de su dinero a comprar y a intentar recuperar una viña de la familia que pertenecía a bastantes herederos. «Como se veía un poco perdida, coincidió que su tía le recomendó a un enólogo de Toro que hacía vídeos» en Instagram. Ese enólogo era él. Se conocieron, se casaron y tuvieron dos hijos, pero en aquellos primeros días, como se veía que la cosa prometía, arrancaron una cepa de aquella viña de los abuelos que había comprado Ester como símbolo de la unión entre ambos. Esa cepa da nombre y tendrá un lugar privilegiado en el nuevo proyecto empresarial de Javier Manzano. El nombre ya lo habrán adivinado: La Cepa.
El proyecto echa a andar en la avenida de Las Tres Cruces como parte del recorrido vital de nuestro protagonista, siempre ligado al vino. Una vocación que viene, casi, desde la cuna. «Mi familia se ha dedicado siempre a la hostelería, y yo veía que en el bar había una marca de refrescos pero ocho o nueve de vino. Me llamaba la atención. La gente pedía café, en general, pero cuando querían vino, pedían la marca». Estudió, se formó como enólogo y trabajó mucho, casi siempre en Toro. Hasta que el COVID vino a dar una patada a su vida, como a tantas otras, y abrió «Vinos de Zamora», una tienda de vino zamorano online que repartía a domicilio.

El proyecto derivó después en una tienda física en la plaza del Cuartel Viejo, pero faltaba algo. «Mi proyecto era tener un sitio donde se pudiera vender vino por copas, pero con un enfoque algo diferente a lo que hay». Un sitio donde la gente «a la que le gusta el vino de verdad» pueda ir y probar cosas nuevas, «diferentes». Unidas por un denominador común: la procedencia. Siempre con Zamora en la cabeza.
Básicamente, así nace La Cepa, que es un bar, una tienda y un lugar para hacer catas de vinos. Y lo es todo a la vez. En la carta, entre 15 y 20 referencias escogidas que se escapan de lo común y en la tienda, más de cuatrocientas marcas con un servicio de descorche y recomendación profesional. La idea es doble: fomentar el producto local y animar a la gente a ampliar fronteras con una sección, que lleva por nombre «Los Forasteros», en la que irán rotando vinos de diferentes partes del mundo. «Al final, creo que este es el único bar de Zamora en el que te puedes tomar un vino de La Culebra por copas, o un vino de Valles de Benavente. El planteamiento es ese, abrir la puerta a todos los vinos de la provincia». El único «requisito» es cruzar la entrada con la mente abierta.
La Cepa contará, cuando funcione al 100%, con catas de productos «seguramente todas las semanas». La mayoría de las veces de vinos, claro, pero el planteamiento es abrir las puertas del local a más productores locales, aunque trabajen fuera del sector vinícola. Quesos, embutidos… productos de la tierra, en suma. «Catas de la tierra» conducidas por los propios productores en los que cuenten tanto las características del producto como el viaje personal que les ha traído hasta aquí. Y, cada dos semanas, habrá catas de otras zonas de España y del mundo para recorrer otras regiones a través del vino. La primera estará dedicada a Chile.

Javier Manzano asume que el que inicia ahora no será un camino fácil. Un bar que quiere ser más que un bar y una tienda que quiere ser más que una tienda. «Sé que hay clientes que van a entrar buscando un bar de toda la vida y se llevarán un chasco», reconoce, pero hay que seguir. «Es mi proyecto, mi idea, y estoy convencido de que va a salir bien». El razonamiento es tan simple como inapelable. «Yo no sé si sé mucho o poco de vino, pero solo sé de vino». Ni más ni menos.