Es una mañana fría y prenavideña en Villaseco. Las luces decoran algunas esquinas del pueblo y hasta un particular belén adorna una de las plazas de la localidad mientras el frío golpea inmisericorde de buena mañana. Lo que no se ve ni se siente está en los tejados. Allí, sobre algunas de las cubiertas que antes solo ejercían la función propia de cerrar los edificios por arriba, ahora aparecen varias placas solares. Una, dos, tres y hasta trece sobre la sede del Ayuntamiento; algunas más en un inmueble cercano. Para verlas hay que situarse en la posición de los pájaros; para entenderlo, conviene conocer la historia de Energía para el Pueblo.
Quien la cuenta se ubica unos kilómetros hacia suroeste de Villaseco, en Fermoselle. Su nombre es José Luis Pascual y se trata del presidente de la Agrupación Europea de Cooperación Territorial (AECT) Duero-Douro. Este colectivo creó en su día la comunidad energética Efiduero Energy y, a partir de ahí, de la mano de los ayuntamientos, empezó a coordinar todo un proyecto encaminado al sueño del autoconsumo.
«Energía para el Pueblo es un proyecto fácil de entender porque es realmente lo que dice el título. Se trata de generar y gestionar la energía directamente desde el territorio para que el pueblo sea por primera vez el amo y señor de la toma de decisiones», explica Pascual, que trata de transmitir convicción y que asegura que el proyecto se diseñó, ya desde el inicio, como «una forma de empoderamiento de los territorios». ¿De cuales? De los rayanos. De ese lejano oeste en el que conviven localidades de Zamora, Salamanca y Portugal.
Pascual subraya que es precisamente en este territorio donde se ha vivido, desde hace décadas, el desarrollo de los sistemas de producción energética para el resto del país: «Hemos vivido el desarrollo de los sistemas energéticos desde hace décadas y cómo las grandes multinacionales extraen la riqueza para llevársela fuera de aquí y no dejar ningún retorno. La realidad es que somos una de las zonas más despobladas y que esa riqueza generada no ha reportado un cambio para nuestros pueblos. La gente se ha tenido que seguir yendo de aquí», advierte el director de la AECT Duero-Douro.
En ese marco, la agrupación diseñó una comunidad energética con el objetivo de que, esta vez, fuesen los propios pueblos «los dueños de la producción, la gestión y la comercialización de la electricidad». En este caso, como se puede ver a vista de pájaro en Villaseco, a través de la incorporación de las energías fotovoltaicas en tejados municipales para el autoconsumo, y también para inyectar el sobrante a la red y cerrar el círculo.
«Somos una cooperativa sin ánimo de lucro», subraya Pascual, que remarca que todo el beneficio que pueda llegar a las localidades se tiene que reinvertir en los propios miembros del colectivo que son «los ayuntamientos, los vecinos y las empresas de los pueblos». Con esa idea nació todo y, con eso en la cabeza, el proyecto Energía para el Pueblo empezó a ver la luz con tres plantas piloto que se pusieron en marcha en el año 2021. Todas, en el municipio de Manzanal de Arriba, allá en La Carballeda.
La idea era haber arrancado antes. En 2019 incluso, pero los responsables de la iniciativa tardaron «más de dos años» en conseguir las autorizaciones administrativas y el acceso por parte de la distribuidora: «Evidentemente, conocimos las dificultades que nos íbamos a encontrar, porque ni la Administración ni las distribuidoras están a favor de este modelo que consiste en democratizar el acceso a la electricidad y, por lo tanto, empoderar a los pueblos. El amo de la energía es el amo del mundo», constata Pascual.
Finalmente, tras el citado ejercicio de paciencia, llegó el proyecto piloto. Resultó como se esperaba. Poco después, ya se pusieron en marcha 40 instalaciones más entre varios pueblos de Salamanca y, fundamentalmente, de Zamora. Su arranque se produjo en 2023. En 2024, se sumaron 106 más que permiten acumular ya 149, casi todas en los tejados municipales. Es decir, sobre los «consultorios, frontones, polideportivos, salas culturales, edificios consistoriales…». Siempre, en zonas del casco.
En estos momentos, el modelo cooperativo ya dispone de mil contratos con el plan a corto plazo de reducir el precio de la factura y el plan final de obtener la «independencia energética» para los pueblos. Dicho de otro modo: generar tanta electricidad como la que se consume en el territorio. «Este modelo se puede replicar en cualquier zona rural», asevera Pascual, que destaca que ya están proyectadas otras 89 instalaciones más, listas para salir a licitación.
Todo ello, en el terreno sobre el que actúa la AECT Duero-Douro. Ahí se circunscribe: «Nuestro objetivo es perdurar hasta que la energía para los pueblos sea completamente gratis», advierte Pascual, que alude a la pertinencia de recuperar población, actividad económica y condiciones de vida. Aquí, pone el ejemplo de Ferreruela: «Cuando tengamos las siete instalaciones fotovoltaicas que se plantean, se habrá cubierto toda la necesidad eléctrica del pueblo, así que podremos ofertársela gratis a las empresas», afirma el responsable del proyecto.
José Luis Pascual recuerda que «hay muchas actividades económicas que tienen entre el 40 y el 50% del coste de su producto en electricidad». «Si nosotros ofrecemos gratis ese consumo, podrán estar asentadas allí en vez de quedarse en las ciudades. Ese es el gran objetivo, crear de forma natural esas condiciones para que el territorio sea más competitivo y volver a albergar así la esperanza de que podamos tener población», recalca el director de la AECT Duero-Douro
Antes de despedirse, Pascual incide en la sencillez del modelo: «Instalas las placas en los tejados, un señor que esté a dos kilómetros a la redonda se añade de forma administrativa a la red eléctrica, y la energía se reparte proporcionalmente en función de las necesidades. Si vemos el consumo de cualquier persona al año, prácticamente calcamos lo del siguiente. Luego, hay que educar al consumidor para que se adapte un poco a las horas a las que hay sol», remacha el responsable de la iniciativa.
La experiencia de los pueblos
De vuelta a Villaseco, su alcalde, Felipe Cuesta, cuenta su experiencia particular. Este hombre es también el presidente de EfiDuero-Energy, pero su rol principal es el de mandatario de un Ayuntamiento que se ha sumado a este modelo de «autoconsumo compartido con compensación económica». «La idea es que todo sea más eficiente y poder utilizar para otras cosas el dinero que invertíamos en energía», apunta el regidor.
Cuesta incide en que esto repercute en todos los vecinos, pues el ahorro común abre las puertas a esos proyectos que antes demandaban una financiación difícil de rascar para los ayuntamientos pequeños: «Cuando tengamos conectadas las tres instalaciones, probablemente seremos autosuficientes», apunta el alcalde, que destaca que la primera de las fases se pagó con fondos propios del municipio: «Eso se amortizará en tres o cuatro años». Las otras han sido a coste cero por diferentes aportaciones externas.
«Yo creo que esto merece la pena, y no tiene el impacto que puede tener un huerto solar», recuerda Cuesta, que compara el proyecto con la instalación de farolas LED. En su momento, una inversión; pocos años después, un ahorro.
De nuevo en el camino hacia Portugal, pero esta vez un poco más al norte, en Aliste, aparece el municipio de Viñas. Su alcalde, Bernardo Casado, es el presidente de la AECT Duero-Douro, y también está en el ajo de Energía para el Pueblo: «Sobre todo, lo notamos en el abaratamiento de la factura de la luz en los inmuebles municipales. Ya está funcionando y se ve un ahorro considerable. Además, lo bueno que tiene es que la energía sobrante la vuelcas a la red y te la abonan», apunta el regidor.
Casado habla de «un alivio muy fuerte» y sobre todo de un riesgo bajo: «Estamos utilizando una zona que no valía para otra cosa», insiste el presidente de la AECT Duero-Douro, que reivindica esta forma de usar las renovables: «En el sur, están arrancando olivos para poner placas. Yo eso no lo entiendo, porque es una tierra que está produciendo», comenta el mandatario alistano, que aboga por abandonar ese modelo a gran escala y que cierra la conversación con una frase aparentemente simple, pero que contiene una parte importante de la esencia de Energía para el Pueblo: «Anda que no hay tejados».
Este es un contenido patrocinado por AECT Duero-Douro