La veda se abre en Sanzoles y se cierra en Montamarta. Entre ambas fechas, 26 de diciembre y 6 de enero, van doce días. Los «doce días mágicos» de la provincia, que en estas fechas mira a sus orígenes y recrea las tradiciones que legaron las generaciones pasadas. Llegan tiempos de mascaradas, y en los días previos los preparativos son intensos.
La única localidad que acoge dos días de mascarada es Montamarta. Aquí, el zangarrón recorre las calles en la mañana del Día de Año Nuevo y en la mañana del Día de Reyes. Es una de las muchas singularidades de la celebración de esta localidad de la Tierra del Pan, celebración que José Ramón Pérez desgrana con verdadera pasión. «Estos dos días marcan la identidad del pueblo para el resto del año. Montamarta tiene devoción al zangarrón», asegura.
Como todas las localidades que durante estos días celebran sus mascaradas de invierno, Montamarta tiene un simbolismo especial que saben transmitir los vecinos del pueblo a quien quiera escucharlos. «Según las investigaciones de Bernardo Calvo se cree que esta es la única mascarada de la provincia que no ha evolucionado, que es igual desde que comenzó» hace, al menos, doscientos años, pues desde entonces hay documentos en el Obispado. «Pero seguro que es anterior».
Los documentos de la Iglesia muestran que el zangarrón de Montamarta, que al fin y al cabo es la representación de un diablo, ha tenido desde siempre permitida la entrada al interior del templo durante las celebraciones del 1 y del 6 de enero, algo que forma también parte de la idiosincrasia de la mascarada. «Para demostrar la Iglesia su superioridad sobre el diablo, le permite la entrada al templo, pero tiene que hacerlo descubierto», razona Pérez. De hecho, una tradición perdida es que antaño era entonces, cuando el quinto entraba a la iglesia y se descubría, cuando el pueblo conocía la identidad del zangarrón. Ahora se sabe desde hace meses.
Montamarta celebra su mascarada en dos días y tiene dos zangarrones. Ambos son quintos y ambos son hijos del pueblo, aunque la emigración de la Zamora rural se nota también aquí y uno de ellos vive con sus padres en Bilbao. Es Pablo Casas, y se colocará sobre los hombros la careta negra el día de Año Nuevo. El otro es Saúl Turiño. Estudia Criminología en Salamanca y se confiesa «muy emocionado» por ser zangarrón, algo que ya han hecho varias personas en su familia, el primero de ellos su abuelo. «Desde pequeño tengo la ilusión de ser zangarrón, y siempre me ha gustado más la careta roja». El quinto que vive en el pueblo, indican los organizadores, tiene preferencia a la hora de elegir día.
La importancia del número 3
El zangarrón de Montamarta pivota sobre el número 3. «Tiene un gran simbolismo, todo se desarrolla en torno a ese número», explica José Ramón Pérez. De la cintura del quinto cuelgan tres cencerros, porta un tridente, da tres saltos cuando pasan los representantes municipales del pueblo, hace tres reverencias al entrar a pinchar el pan, que pincha tres veces, y da tres veces con el tridente a los mozos a los que engancha cuando ha acabado la misa. Tres, tres, tres.
«Es el número que viene a definir la mascarada», razona Pérez, integrante de la Asociación Cultural Zangarrón de Montamarta, que regresa después al simbolismo del diablo. «No es un diablo malo, es bueno. Da fertilidad a la tierra con los círculos que hace en el suelo con el tridente». Y es un solo personaje, aunque vaya caracterizado de dos maneras diferentes en los dos días en los que sale a la calle. «El día de Año Nuevo es el diablo que muere, como el año que queda atrás, y el Día de Reyes es el diablo que trae la vida y que trae suerte, por eso es rojo».
La ceremonia del vestido
Si alguien busca archivo fotográfico de la mascarada de Montamarta, verá una gran diferencia con respecto al resto de las que hay repartidas por la provincia. Aquí el vestido es cada año diferente. «El traje va sobre la persona, tiene unas características determinadas siempre pero es personal. No hay un traje de un año para otro, se confecciona ese mismo día sobre la persona», explica José Ramón, uno de los encargados de mantener la liturgia de vestir al zangarrón.
Las piernas se cubren con toallas, amarillo y marrón el día 1 y amarillo y rojo el día 6. La parte de arriba es un blusón, que se hace con tela de «colchas antiguas, porque siempre resulta mucho más bonito». La careta es de corcho, negra o roja con los ojos blancos, con bigote felino y orejas de liebre, «muy difíciles de encontrar». La espalda va cubierta con piel de animal, como la parte de atrás de la cabeza.
El ritual se mantiene de generación en generación. El madrugón solo está recompensado con un café y el quinto no puede comer ni beber en lo que dura la representación, si acaso enjugarse la boca. «La ceremonia de vestirle tarda unas tres horas», empieza a las seis de la mañana y es una «auténtica confección sobre la persona». No hay, por tanto, dos zangarrones iguales.
Lo que sí es igual en ambos días es la liturgia. El zangarrón sale a las calles a las nueve de la mañana y pide el aguinaldo por las casas. A las 11.30 se dirige a la ermita de Nuestra Señora del Castillo y espera fuera hasta que el cura va a dar la bendición, momento en el que entra, pincha los panes para repartirlos después entre el público. Después de la iglesia, persigue a los mozos por las calles del pueblo.
Un calendario cargado
El tiempo de mascaradas se abre en Sanzoles el día de Navidad por la tarde con las vísperas del zangarrón y se inicia oficialmente en la madrugada del 26 en la localidad de la Tierra del Vino, que acoge la única mascarada al sur del Duero. Ese mismo día celebran sus mascaradas Pozuelo de Tábara (el Tafarrón y la Madama), Ferreras de Arriba (la Filandorra), Villarino Tras la Sierra (Caballico y Pajarico) y Vigo de Sanabria (la Visparra).
En enero inicia el año el zangarrón de Montamarta y se celebran también los rituales de Riofrío de Aliste (los Carochos), Sarracín de Aliste (los Diablos) y Abejera (el Cencerrón). San Martín de Castañeda celebra la Talanqueira el día 5 de enero por la tarde y Montamarta cierra el círculo el 6 de enero por la mañana.
Este reportaje es un contenido patrocinado por el Patronato de Turismo de Zamora