En cierto momento, al ser preguntado por los dos libros de la poesía española del siglo XX que salvaría en el incendio de una biblioteca, Antonio Gamoneda escogió la obra completa de Federico García Lorca y Don de la Ebriedad, el trabajo culmen de Claudio Rodríguez. Aquellos versos fueron escritos cuando el autor zamorano apenas sumaba 19 años, pero su largo poema se convirtió pronto en una creación referencial para sus colegas, para los entendidos y para quienes, aún hoy, 25 años después de la muerte del literato, siguen atrapados por sus versos.
En enero del presente 2024 se cumplieron 70 años de la publicación de Don de la Ebriedad, «un clásico antes de ser impreso», como lo ha definido el presidente del Seminario Permanente Claudio Rodríguez, Miguel Casaseca. Varias figuras relevantes lo leyeron antes de su publicación. Entre ellas, Vicente Aleixandre, que «quedó entusiasmado». No por azar el ya citado colectivo que protege el legado del poeta tiene archivados más de 50 artículos monográficos dedicados al libro, escritos además en varios idiomas.
Por ahí aparecen el italiano y el francés, pero también el inglés, el alemán, el portugués o, más en fragmentos concretos, el búlgaro y el rumano. Eso sí, en las antologías, Don de la Ebriedad suele aparecer completo, «porque Claudio lo consideraba un solo poema». «No se suele segmentar», ha destacado Casaseca, que considera que la obra no es de aquellas que crea tendencias, sino que se presenta como «un elemento absolutamente singular».
Ese carácter genuino se abordará a partir de este miércoles, y hasta el sábado, en las décimas jornadas bienales convocadas por el seminario permanente. Esta vez, las sesiones se agruparán bajo el paraguas del título «Don de la claridad» y se centrarán en la obra clave de la carrera de Claudio Rodríguez: «Era algo ineludible», ha admitido Casaseca, que ha invitado a los zamoranos a unirse al camino por el ciclo de las estaciones, a escuchar el ruido del vuelo de las aves, a descubrir que gracias al amor todo puede ser nuevo y a sumergirse en la «lucidez, la dedicación y la pasión» sin salir del salón de actos de la biblioteca.
Las palabras de Casaseca han conmovido a la sala y a los propios intervinientes en una presentación que ha contado con la presencia de Mar Sancho, la viceconsejera de Acción Cultural de la Junta de Castilla y León, que ha recitado los que quizá son los versos más famosos de Claudio Rodríguez, los que dicen que «siempre la claridad viene del cielo» y rematan con ese «abrazo hasta el fin que nunca afloja».
Faltan los poetas jóvenes
Sancho ha considerado, además, que las jornadas de esta décima edición «son más atinadas que nunca», con ese amarre a una «obra culmen de la literatura en castellano». «Dan cabida a poetas actuales que entran en diálogo con Claudio», ha destacado la representante de la Junta, que apenas ha echado en falta a los escritores de 19 años, la edad que tenía el autor cuando encontró la luz de Don de la Ebriedad.
En las jornadas también colaboran la Fundación Caja Rural y el Ayuntamiento de Zamora, cuya concejala de Cultura, María Eugenia Cabezas, ha incidido en ese detalle de la edad, de ser capaz, antes de cumplir los veinte, de «llegar a esa lucidez, a esa claridad». Será difícil comprender cómo apenas un adolescente de provincias pudo alumbrar este libro, pero la charla, el debate y la profundidad se harán un hueco para abrir los caminos hacia las interpretaciones más certeras.