En Ecocultura hay casi de todo, pero las propuestas estandarizadas escasean. Cada puesto ofrece una particularidad, y de eso se trata también, de mirar a los stands y descubrir algo nuevo. ¿Quién se iba a imaginar, por ejemplo, que desde Teruel se comercializase el agua de mar con azafrán? «Es una cosa muy curiosa. Obtuvo el premio nacional del BBVA al Producto Sostenible del año. Sirve para condimentar directamente en spray y se puede utilizar para cualquier comida: pescados, carnes, arroces…», enumera Carlos Esteban, el responsable de La Carrasca, como se llama la empresa aragonesa que ha traído esta propuesta a Zamora.
El negocio, en su vertiente ecológica que funciona bajo la denominación de La Sabina, lleva ocho años viniendo a Ecocultura y repite por la fidelidad de los clientes: «La gente compra, es una pasada», destaca Esteban, que presume del primer azafrán ecológico certificado en Europa y que defiende el valor de los proyectos diferenciadores en los territorios despoblados como Teruel o Zamora: «A veces, falta gente o falta venta, pero nos movemos para llevar los productos a todos los sitios», destaca el dueño del negocio.
En el camino por los pasillos, uno puede encontrar frutas, foodtrucks con hamburguesas, cervezas, vinos, aceites, abrigos, stands institucionales o cosméticos. Y también «las nueces con más sabor de España». Así define su producto Ángel Martínez, que viene de La Rioja y que afirma que el entrecomillado anterior no responde a una opinión personal suya, que también, sino que se trata de un «honor» obtenido en la última edición de Biocultura, en Madrid. En este 2024, su producto se estrena en Zamora.
«Lo que hago es una cosa muy lógica: dejar que la nuez esté enganchada al árbol, al hogar, hasta que por sí sola diga bastante y se caiga al suelo», señala el productor, que defiende la pertinencia de «no adelantar acontecimientos para ganar en cantidad». Para Ángel Martínez, varear facilita las cosas, pero no permite el proceso natural. «Ese es mi secreto, no tiene más», añade el riojano, que también trae el aceite Ecoleus, de un compañero de la zona: «Si veníamos los dos, no podía venir ninguno. Somos productores pequeños de Aldeanueva de Ebro», aclara.
Casi en la otra esquina de la feria, otro de los puestos llama la atención por la cantidad de piezas de madera a las que da cabida. Tras ellas se encuentra su artesano, Paco Romero, que ha viajado desde Navarra con sus creaciones de olivo y de boj: «Está todo hecho natural. Son maderas que no tienen poro, así que no cogen olores, sabores, humedades ni bacterias», incide el vendedor.
La parte negativa es que la materia prima resulta «dura para trabajar», pero la realidad es que «a la gente le gusta». «Quien lo conoce, viene a buscarlo. Para la cocina, no hay otra cosa igual», asevera Paco Romero, que exhibe tablas, cubiertos, cascanueces y todo tipo de piezas para el uso cotidiano. Bajo la marca de Hermanos Orta, el resultado del olivo y del boj moldeado por sus manos viaja de feria en feria. También a Ecocultura.
Una de las partes positivas de este evento es que los visitantes pueden llevarse alimentos, ropa o creaciones llegadas de distintos puntos de España y Portugal, pero también de la tierra. Algunos, de hecho, aprovecharán para irse a casa con productos de Jabón Zorro d’Avi, una marca sanabresa cuyo nombre responde al diminutivo con el que se conoce a su creadora, Avelina Cuñado, y al cánido que da el apodo a la familia de su marido. No hay que darle más vueltas.
Tampoco hay que buscar grandes secretos en el éxito de la empresa: «Es algo totalmente natural. Tenemos el jabón de nogal, que está hecho con las plantas, y el de leche de burra, que es maravilloso. Quien lo prueba, repite», remarca la responsable de la empresa, que insiste en la pureza de la materia prima como clave. En realidad, esa mezcla entre un buen producto y una idea diferente da forma a casi todos los stands y levanta la curiosidad del visitante, que sabe que podrá irse a casa con una compra genuina.