Beatriz Quintana acabó por concienciarse en la otra punta del mundo. «Yo trabajaba en Australia, en una cadena hotelera muy importante, y allí tiraba cada día grandes cantidades de comida. En un momento dado, empecé a hacer cuentas y a multiplicar en mi cabeza los recursos que desperdiciábamos allí por los del resto de una ciudad como Melbourne. Ahí empecé a cortocircuitar y a decir: esta no es una lógica adecuada». De regreso a España, llegó el primer proyecto junto a una asociación de vecinos y el Ayuntamiento de Valladolid; luego, la creación de su propia empresa en 2018.
Esta mujer es la responsable de Cultura Circular, un proyecto dedicado a trabajar la formación y la consultoría en materia de economía circular. Han pasado seis años desde los inicios, se han desperdiciado muchos recursos alimenticios y de otro tipo en Valladolid, en Melbourne y en el resto del mundo y la tarea principal aún consiste en concienciar y en hacer entender los conceptos básicos a la población y a las empresas. ¿Qué es la economía circular y por qué es tan importante? Quintana, impulsora del proyecto Zamora Sostenible, trata de explicarlo en este reportaje.
El concepto de la economía circular
La experta en la materia explica que una de las definiciones más comunes de lo que es la economía circular habla de «la desvinculación de la actividad económica de la extracción de materias primas finitas». «Se trata de no depender tanto de la extracción continuada del medio ambiente y de seguir produciendo con los recursos que ya existen». Quintana pone como ejemplo la llamada minería urbana y la posibilidad de «usar unos metales que ya están en los dispositivos electrónicos para construir los aparatos» de la siguiente generación.
Sin embargo, más allá del concepto básico, la experta se identifica más con otras definiciones «que tienen que ver con la parte de regenerar el territorio social y ambiental». «Esto quiere decir que, a la hora de crear economía, sepamos gestionar los recursos que tenemos en el planeta», aclara Quintana, que recuerda que «la economía lineal, desde la revolución industrial, se ha basado en la extracción continuada». «Por eso, ahora estamos con esas escaseces de materia prima. Hay que buscar modelos que regeneren el territorio», insiste.
Quintana apunta que la energía producida a través de los combustibles fósiles es «lo que ha movido el mundo hasta ahora». Pero ese modelo presenta varios problemas. Uno de ellos, «que cada vez hay menos petróleo». Por lo tanto, la transición energética también está relacionada con la economía circular: «Se trata de cuestionarse qué producimos, si es necesario hacerlo y cómo alargamos la vida útil», defiende la responsable de Cultura Circular, que pone el foco en esto más que en el uso de las energías alternativas, que también.
Para Beatriz Quintana, «la evolución no es producir en masa coches eléctricos, sino cuestionar todo el sistema de movilidad». Es decir, «hay que ver si hace falta un coche en cada hogar cuando las estadísticas dicen que el 96% del tiempo ese vehículo está parado». «Hablamos de un bien infrautilizado, así que hay que buscar otras opciones. ¿Hace falta ser propietarios de todo lo que usamos?», se pregunta esta mujer, que cita el término servitización y que apuesta por «ser usuarios» en vez de dueños de determinados bienes: «Igual que tú no pagas por un tren, sino por un billete, con los coches, con las tiendas de campaña o con los taladros puede ser lo mismo», aduce.
El primer impulso
¿Cuándo empieza la inquietud por la economía circular? Quintana pone el foco aquí en una mujer llamada Ellen MacArthur y en la puesta en marcha de su fundación: «Ella es una regatista que obtuvo un premio por dar la vuelta al mundo y descubrió que era capaz de subsistir viviendo en su pequeña embarcación», explica la responsable de Zamora Sostenible. A partir de ahí, llegó el cambio.
MacArthur «encontró una gran cantidad de residuos en su viaje» y el impacto de esas visiones «cambió su propósito de vida». La imagen de su fundación y el trabajo realizado dentro de ella «es lo que más ha expandido este concepto a nivel global».
¿Qué es la cultura circular?
Quintana tiene claro que «ningún cambio sistémico puede darse sin que haya un cambio cultural». «Cultura viene de Colere, que significa preparar la tierra para el cultivo», recuerda la experta, que indica que «hay que preparar las mentes, las creencias, los conceptos y los estilos de vida de las personas y de las empresas para que estén receptivas a la hora de implementar acciones de la economía circular». «Yo no puedo hablar de reciclaje si las personas no conocen el término o no entienden lo que implica y sus consecuencias», asevera la responsable de la empresa dedicada precisamente a esta cuestión.
En esa línea, Beatriz Quintana cita un estudio de la Universidad de Pensilvania «que dice que para que se dé un cambio cultural a gran escala se necesita al menos que un 25% de la población acepte ese movimiento». «Hacen falta personas que lo sientan y lo empujen, que sirvan de inspiración para su entorno», matiza.
El reciclaje, el cambio climático y la desigualdad
¿Cómo se relacionan estos conceptos con la economía circular? Quintana remarca que el reciclaje es lo que siempre viene a la mente como acción primaria vinculada a este tema, «pero eso hay que pasarlo a lo último». «Nosotros, como ciudadanos, no reciclamos, separamos. Esa sería nuestra responsabilidad. El reciclaje viene de las administraciones públicas y de las empresas que están contratadas para hacer la transformación de cara a los nuevos ciclos de producción».
Por tanto, para Beatriz Quintana, lo importante para los ciudadanos es fijarse en cada una de las llamadas siete erres: «Una de la que más me gusta es rechazar. Por ejemplo, decir que no a la típica bolsa de plástico en el supermercado porque ya llevas otra es un buen paso. Luego, también es muy importante la erre de reutilización, porque seguimos haciendo muy poca», sostiene.
En lo referente al cambio climático, Quintana incide en que hay que cuestionarse «dónde se está usando principalmente el petróleo». Ella misma habla de las industrias de la construcción, de las industrias productivas o de las calefacciones. «Hay que partir del análisis de lo que tenemos en casa. En todo hay una responsabilidad individual y colectiva, y los cambios tienen que venir en función de las posibilidades que tenga cada persona. Solo con ser críticos con nuestras propias compras y hacer lo que te decía antes de la bolsa ya lograríamos grandes cosas si eso se implementara a gran escala».
Finalmente, en lo que tiene que ver con la desigualdad, Quintana relaciona ese concepto con «qué y cuánto compramos». «Si entendemos cómo se mueve el comercio internacional, ya vemos que muchas veces se usa el criterio de lo más barato. Ahí estás condenando un sistema de negocio y abres la puerta a modelos con menos regulaciones. Hay que cuestionarse si las cosas se hacen con un criterio de justicia social o climática», zanja la experta de Cultura Circular.
Este reportaje es un contenido patrocinado por la Concejalía de la Oficina Municipal de Desarrollo del Ayuntamiento de Zamora.