Joey Tempest cumple 61 años dentro de dos meses. Es bueno empezar por el dato para tenerlo siempre presente, porque se mueve por el escenario con la energía de un chaval de veinte, aunque con el aplomo de saber que sobre sus hombros, y sobre los de Europe, descansa parte de la historia de la música. Puntual, la banda sueca salió al escenario del Z! Live Rock Fest para protagonizar en Zamora su único concierto de la gira por España. Fue corto, pero suficiente para la parroquia.
Europe se fue de Zamora sin dejar sorpresas, sin que eso sea malo porque, reconozcámoslo, habíamos ido a ver precisamente eso. Ayer se iba a Ifeza a escuchar los grandes éxitos y con pocas ganas de experimentos. Para eso fueron metaleros de los duros, de los más blandos e incluso padres e hijos, muchos de ellos zamoranos, que no dejaron pasar la ocasión de disfrutar en Zamora del que algunos catalogaban como el concierto más importante de la historia de la ciudad. Afirmación que podrá discutirse por el momento que atravesaban ciertos grupos que han venido a la capital, pero no por la trayectoria musical de las bandas. Sobre todas está Europe.
Tempest y los suyos quieren demostrar que no viven de las rentas e incluyen en su repertorio de cuarenta años de música las canciones de sus discos más «actuales», si es que puede considerarse así lo que salió a partir de la década de los noventa. Pero la realidad pesa y lo cierto es que pocas de las canciones que se han publicado a partir de entonces aguantan la comparación con las ochenteras. Lo saben, y dan a la gente lo que ha venido a buscar. Bien por ellos. «On broken wings» y «Rock the night», las canciones que abren el concierto, dan cuenta de ello, aunque lo mejor fue quizás «Scream of Anger», testigo de la época dorada de los suecos.
La música de Europe forma parte del imaginario colectivo de los aficionados al género y de los que no. No hace falta serlo para disfrutar escuchando «Cherokee», el primer bis de la noche (con el público entregado a los coros), ni para saberse los acordes de «Carrie» (móvil en mano, ni siquiera en el Z! sobreviven los mecheros) o acompañar a Tempest en «Superstitious».
El punto final, el sabido «The final countdown», donde de nuevo una nube de móviles inunda la pista con el único objetivo de posturear en redes, aunque ello conlleve ver a través de una pantallita a un grupo que, quizás, el dueño del móvil no tenga ocasión de volver a ver en directo. Cosas de la modernidad, allá cada cual.
Tiene ese tema la categoría de que es eterno, generacional. Mucha gente habrá bailado con su chica con «Carrie», pero absolutamente todo el mundo ha saltado con sus colegas escuchando «The final countdown». Y ello pone en relieve la importancia de que el grupo que compuso esa canción haya tocado en Zamora, un hito al que el tiempo dará la repercusión y la importancia que merece.
Se despidió Tempest de Zamora con un curradísimo «¿Qué pasa, majos?» que desató los aplausos miles de personas entregadas a la causa. Quién lo iba a pensar cuando el Z! congregaba a apenas un puñado de heavys en el Auditorio Ruta de la Plata. Una evolución brutal a la que Europe correspondió parando el tiempo. Nunca hay que dudar de la vieja guardia.