Tras dos años como entrenador del CD Zamarat, Ricardo Vasconcelos (Lisboa, 1977) encara este fin de semana un nuevo play off para tratar de devolver al equipo a la máxima categoría del baloncesto español, perdida en 2021. Después de un año con altibajos y de rozar el ascenso directo con las manos, el equipo afronta el reto en Estepona con el anfitrión como primer escollo en la semifinal del sábado. De la temporada, de su forma de encarar las dificultades y de su faceta como seleccionador de Portugal habla en esta entrevista un técnico que huye del resultado puntual como vara de medir para todo.
– El equipo ha hecho un pequeño viaje de ida y vuelta a Estepona. Hace unas semanas fue en busca del ascenso directo y ahora regresa después de perder aquel partido y verse obligado a hacer el recorrido largo. ¿Cómo ha sido este periodo de reconstrucción emocional tras aquella derrota, con un cruce muy duro de cuartos de final de por medio?
– Lo primero es que es totalmente verdad que tú tienes una oportunidad de ascender en la fase regular y, en el momento en el que tú entiendes que no has podido hacerlo, que no has tenido esa capacidad, se te queda un sabor muy amargo, difícil de aguantar. No estuvimos bien en el partido de Estepona, pero nunca estuvo en duda el compromiso del equipo. En el momento en el que sientes el fracaso, que te da la sensación de que lo teníamos y lo dejamos escapar, tienes que levantarte del suelo, mirarte al espejo y decir: ya está, del pasado no se puede vivir. Hay que recordarlo si hay que hacerlo, pero no vivir en lo de atrás. ¿Y cómo se plantea el futuro? Día a día. En eso hemos estado durante las tres últimas semanas, trabajando a diario para levantarnos. La primera costó un poco, la segunda fue bastante bien y la tercera un poco mejor. Las jugadoras han vuelto a entender que tienen la calidad y la capacidad de hacerlo. Para quedar segundas en una fase regular hemos hecho muchas cosas bien y también hemos tenido que hacerlas para derrotar en el cruce a un falso noveno. Hablamos de un equipo que cambió mucho en enero, que tenía jugadoras de muy alto nivel y que hizo mil cosas para poder sacar una mejor versión en lo que quedaba de temporada. Creo que tuvimos una prueba de fuego y reaccionamos súper bien. Fuimos un equipo muy sólido mentalmente.
– ¿El hecho de superar esa eliminatoria puede ayudar al equipo a ser más duro a la hora de afrontar la semifinal?
– Yo creo que sí, que las dificultades te hacen mejor. Cuando entras en confort y estás tranquilo es cuando no mejoras y no trabajas para ser mejor mañana. Prefería un cruce difícil que ganar a un rival cómodamente. Al final, nosotros jugamos el último partido de la liga contra el último clasificado, un equipo descendido como Mataró que venía tranquilamente, y ganamos sin más. Si hubiéramos tenido otros dos partidos fáciles habría sido un mes así y luego un Estepona para semifinales. Yo creo que los partidos contra Azul Marino nos vinieron muy bien y que nosotros fuimos competentes para superarlos.
– ¿Cómo ha sido la temporada en lo anímico después de que la gente pensara al principio que el equipo iba a ascender con facilidad, luego que no iba a poder hacerlo y más tarde que lo tenía en la mano para terminar por perderlo en la penúltima jornada?
– La verdad siempre está en el medio. Nosotras ganamos los once primeros partidos, pero no éramos tan superiores a las demás como para hacer eso ni tampoco éramos las peores cuando empezamos a dudar. Ganar tantos encuentros seguidos te da mucha confianza, pero perder el primero y luego el segundo te hace temblar y pensar mucho las cosas. Ahí hace falta mucha gestión de las personas, de las jugadoras, de las expectativas. También ese es nuestro trabajo desde el staff. Lo bueno es que siempre tuvimos a nuestra gente, pero teníamos que entender que nuestro nivel no era el de ganar todos los partidos y ya está. Ha sido una liga muy igualada, con un nivel muy interesante y en la que los rivales se preparan bien. El equipo tuvo momentos buenos y malos porque los equipos son seres vivos. Yo siempre digo que el baloncesto son matemáticas, física: tiempo y espacio. Pero quien lo interpreta son personas, entonces es una ciencia más humana. Y el equipo tuvo momentos humanos de felicidad y de tristeza que ha habido que gestionar. Lo importante es que nunca nos quedamos en el suelo. Bajamos, sí, pero hemos estado mucho más tiempo arriba.
– Desde el descenso a Liga Challenge, el club siempre ha tenido la expectativa de subir directamente, pero se ha acabado chocando con el play off. ¿Eso genera, de alguna manera, más presión después de lo que ha sido este año?
– Yo creo que desde el club eran conscientes de que este año éramos quizás el cuarto o el quinto presupuesto de la liga. Estábamos lejos de otros años en los que probablemente sí nos encontrábamos entre los tres primeros. En este, la verdad es que no había esa posibilidad, y no solo por las dificultades propias, sino porque había equipos que se habían reforzado mucho. Para que la gente se haga una idea, no pudimos mantener a nuestra pívot de los últimos dos años porque en su momento tenía ofertas del doble del dinero que cobraba aquí. Es decir, había un montón de equipos que estaban poniendo más dinero y tenían más posibilidades que en años anteriores. Siempre fuimos conscientes de ello, pero no nos quitó la ilusión, la posibilidad y la capacidad de trabajar para llegar a lograrlo. No siempre el equipo con mejor presupuesto gana todos los partidos. A partir de ahí, creo que, desde el club, la gente es consciente de que no era un año fácil para ascender directamente, pero en su momento sí fue posible y, de cara al play off, somos un equipo muy interesante. Eso sí, necesitamos que ocho o nueve jugadoras den su mejor versión. Ya cuando empezábamos la liga, mirábamos y veíamos que había un montón de equipos que habían fichado jugadoras que venían de jugar a otro nivel y estaban bajando a Challenge. Esa no era nuestra realidad, pero nuestras jugadoras tienen nivel y capacidad, y lo han demostrado durante la temporada. Va a haber cuatro equipos súper equilibrados en el play off y puede pasar cualquier cosa. Vamos con todas las ganas.
«Este año éramos el cuarto o el quinto presupuesto de la liga; no pudimos mantener a nuestra pívot porque tenía ofertas del doble del dinero que cobraba aquí»
– Usted mismo comentaba después del partido de liga en Estepona de hace algunas semanas que las jugadoras sintieron esa presión y esos nervios de verse en la primera posición y tener la necesidad de ganar. En este caso, ¿los nervios o la presión también se pueden trasladar al rival, teniendo en cuenta que son anfitrionas y que da la sensación de que parten con esa pequeña ventaja de jugar en casa y de haber ganado hace poco el duelo directo?
– Sí, sobre todo yo creo que esa es la gran diferencia entre el partido que jugamos hace un mes y el de ahora. En aquel, a Estepona le daba igual ganar o perder, iba a quedar más o menos donde estaba, en quinto lugar. Para ellas era un partido más en el que seguro que tenían ganas de enfrentarse a un equipo que iba por encima, pero no han tenido esa presión, ese estrés adicional que nosotras sí teníamos. Ahora, pienso que ha cambiado un poco la película. Nosotras queremos ascender, hacerlo bien, pero ellas eso y más, porque van a jugar en casa, delante de su público y, como dice, vienen de ganar el último enfrentamiento directo. Entonces, lo que antes podría ser un 50-50, ahora parece un 60-40. Quizá, haya más gente creyendo que va a ganar Estepona. Lo que es cierto es que los malos minutos pasan más factura cuando tú tienes presión y un estrés adicional. En un partido como este hay que saber gestionar los buenos y los malos minutos.
– Algunas de sus jugadoras tienen experiencia en este tipo de formato, incluso hay mujeres que han ascendido en este modelo de play off. ¿Eso puede ayudar a controlar los nervios generales del equipo?
– Sí, y yo creo que el haber sufrido recientemente un momento de estrés que no gestionamos bien nos prepara ahora para este momento. Creo que tenemos condiciones para hacerlo mejor, porque además en el último partido allí no jugamos bien, esa es la verdad, no competimos con nuestra identidad. A partir de ahí, si vemos una buena versión del Recoletas Zamora, que se ha visto muchas veces durante esta temporada, tenemos bastantes posibilidades de ganar.
– ¿Usted, como entrenador, ha dudado durante estas semanas, después de perder algún partido o de ver cómo el equipo no era capaz de lograr el ascenso directo?
– Siempre que no ganas vuelves a pensar en el proceso, pero creo que el autoanálisis es lo que te mejora como persona y como entrenador, y siempre lo hago cuando las cosas no van tan bien como a mí me gustaría. Yo tengo que parar y pensar: ¿Qué hiciste? ¿Qué pudiste haber hecho? Lo hago habitualmente y este mes no ha sido diferente. Este mes hemos tenido que pensar qué podemos mejorar con lo que hay, dónde está el detalle que puede cambiar las cosas. Mi trabajo también es gestionar personas y mirar hacia dentro para saber qué se puede tocar. Es verdad que quienes ganan los partidos son las jugadoras, pero nosotros tenemos que ayudarlas a lograrlo. Tenemos que buscar que la jugadora tenga la confianza para poder ver las soluciones. Al final, hay estrés, hay emociones y parece que se ven las cosas menos claras. Tú tienes que simplificar el proceso. La autocrítica y el autoanálisis son fundamentales para el ser humano.
– ¿Lo que pase durante el fin de semana va a marcar su futuro a nivel profesional?
– No, para mí personalmente no. Para la directiva puede que sí, pero yo no puedo contestar por ellos. Mi trabajo tiene que valer desde el día uno, no solo por el último partido. No creo que el análisis de mi trabajo se pueda realizar desde un partido. Yo cometo errores, como todas las personas, pero no voy a cambiar quién soy en función de si gano o pierdo en una fase. Ahora bien, soy consciente de que en el mundo del deporte todo depende un montón de ganar o perder, así que entiendo que una directiva diga: pues si ganas, sigues y si pierdes, te vas. Lo comprendo perfectamente, pero eso no quiere decir que yo cambie por eso. No voy a cambiar mi futuro por los resultados, porque no voy a ser el mejor entrenador del mundo si gano ni el peor si pierdo.
– Me refiero también a su propia ambición personal sobre la posibilidad de entrenar en otra categoría.
– Mi ambición personal es estar en un proyecto, sentir que todo parte de una idea. Eso es lo más difícil de encontrar. Los clubes tienen que tener un proceso con etapas, objetivos y retos finales, y a mí me ilusiona estar dentro de una perspectiva de que estamos aquí y queremos llegar allá. A mí el estatus de estar en Liga Challenge o en Liga Femenina me da exactamente igual; me gusta el día a día, soy feliz entrenando baloncesto y, sobre todo, en un club que sabe dónde está y sabe dónde quiere ir. Si sabes dónde vas, sabes si te equivocaste o no de camino, pero si no tienes ni idea cualquier camino te vale. Yo estoy contento de formar parte de un proceso y no estoy preocupado por la categoría en la que entreno.
– Aquí, en su momento, llegó a dar esa sensación de proyecto un tanto agotado en los últimos años de Liga Femenina, con cambios casi íntegros de plantilla cada año y con una pérdida evidente de masa social. ¿Considera que eso se ha revertido en los últimos años?
– De la historia no puedo hablar, porque no estaba y tampoco la conozco lo suficiente. Desde que llegué tengo claro que la gente tiene un objetivo, un reto y la capacidad. Son súper serios, lo que dicen hacen, y eso para mí vale mucho porque mi palabra vale más que mi firma. Hasta hoy, estoy muy contento.
«No quiero tener influencia sobre lo que pasa en la liga portuguesa»
– ¿En qué medida le enriquece como entrenador trabajar en las máximas categorías nacionales de España, también pensado en su papel como seleccionador de Portugal?
– Un montón, porque la calidad de baloncesto en España es bastante superior a la del baloncesto portugués. Y eso que está subiendo el baloncesto portugués, tiene mejor liga masculina y femenina que hace unos años. Eso es una cosa que está muy bien, pero la liga española es una de las mejores de Europa. No es más o menos, es que estamos hablando de top tres de Europa, y que la Challenge para mí es mejor liga que muchas del continente. Tú ves que, independientemente de todo, no te puedes relajar en un partido. Si no te cuidas del rival, si no te centras en lo que hay que hacer en el próximo partido, te ganan. Esta liga te pone todos los días a tope para mejorar, buscar soluciones y encontrar respuestas a los problemas. Hay mucho nivel y es una liga muy interesante. Además, para mí entrenar a Portugal tiene otro problema. Como llevo a la Selección, siempre puede haber líos.
– ¿Prefiere no entrenar a jugadoras seleccionables por Portugal?
– No es tanto eso, sino entrenar en Portugal. Hay determinadas cosas que pueden generar una polémica que no te ayuda. Sin embargo, si yo ficho a una jugadora portuguesa que estaba en otro club español, eso no causa problemas. Sí prefiero no traer a España a una jugadora que está en Portugal, prefiero no hacerlo, pero si ya está en España no hay ningún problema. No quiero tener influencia en lo que pasa en la liga portuguesa, quiero estar tranquilo para seleccionar a las jugadoras. Mentalmente es mejor para todos.
– ¿Qué le falta a Portugal para pegar ese salto en su estructura y contar una liga con más nivel?
– Para mí, el tema es muy claro: la apuesta de todos, desde la Federación a los clubes, tiene que ser en el top y en la base de la pirámide. Falta profesionalizar el baloncesto arriba y más gente empezando a jugar. Lo demás, lo del medio, sale casi solo. Tener un alto nivel arriba te permite que haya gente abajo que sepa que hacer todo el proceso para llegar hasta ahí merece la pena. Necesitamos generar mejor espectáculo para conseguir mejores sponsors y que eso atraiga más dinero. Eso es un ciclo que va así. Luego, si hay un millón de personas jugando, saldrán mejores jugadores y, si hay dos millones, mejores todavía. Al final, de la cantidad viene la calidad.