Hubo un tiempo en que Belver de los Montes fue una zona en conflicto. Parece imposible si se piensa con el prisma de la actualidad, pero así fue. En realidad, hubo un tiempo en el que la Tierra de Campos, ahora tan tranquila, fue una zona conflictiva. Y fruto de esa situación, se construyeron en la zona estructuras defensivas aproximadamente en el siglo XIII, durante el reinado de Alfonso IX, cuando la zona era un territorio en disputa entre los reinos de León y de Castilla. Sin esta época de conflicto en la zona no se explica la historia de muchos de los pueblos de la zona.
Es precisamente en este contexto en el que, en el monte aledaño a Belver de los Montes, se construye el castillo de la localidad, y la muralla aneja. Desde él se controlaba el valle y el discurrir del río Sequillo y desde el parte la muralla que aún hoy puede verse en distintos puntos de la localidad, principalmente en las partes altas, pero también en puntos más bajos. También en esta época se levantan fortificaciones en Castronuevo de los Arcos, Laguna de Negrillos, Mayorga, Castroverde, Villalpando, Villafáfila o San Pedro de Latarce.
Y algunas de ellas están en mejor estado que el castillo de Belver, y eso tampoco es que sea muy complicado. La fortificación puede dividirse en dos: el castillo, que goza de la protección de Bien de Interés Cultural, y la muralla, que no tiene grado de protección específico. Pero la situación de ambas partes es prácticamente idéntica y están en práctico estado de ruina. La muralla, como sucede en otros muchos lugares, ha sido incluso aprovechada por los vecinos para construir con tres paredes en lugar de cuatro, aprovechando el resguardo que daba la construcción ya existente. Por el castillo pasa el tiempo y la sensación es que puede caerse en cualquier momento.
El monumento forma parte de la Lista Roja de Patrimonio de Hispania Nostra y la catalogación de BIC del castillo debería animar a que las instituciones comenzaran a moverse, siquiera levemente, para evitar que suceda lo que a día de hoy parece inevitable. Basta recordar lo que el Procurador del Común argumentó, en este caso al tratar el mal estado De la Iglesia de Molacillos. La ley cuenta con unas obligaciones con respecto a estos bienes, los protegidos, y «obliga a las instituciones a impulsar o a hacer efectivas las acciones necesarias para garantizar su integridad». En Belver, de momento, nadie se mueve.
Del castillo de Belver se conservan numerosos tramos de muro construidos en cal y canto, incluyéndose restos de alguna torre. «Asimismo», asegura Hispania Nostra, «de la muralla se conservan varios tramos de lienzo, visibles principalmente en la parte alta de la localidad, aunque también en zonas más intermedias, caso del muro conservado junto a la parte trasera del monasterio de San Salvador de Villacete».
En su origen, la fortificación de Belver estuvo compuesta por dos recintos: el castillo, en la cima del cerro, y la muralla, que se desliza por la ladera del teso. «Todo su conjunto engloba un total de 2,4 hectáreas y crea un perímetro de 580 metros aproximadamente. En la actualidad, el área está poblada por monte de pinos». Se encuentra, lamenta Hispania Nostra, «en estado de abandono total y en proceso de ruina». Ruina que acabará por suceder salvo que alguien mueva pieza.