Zamora respira Semana Santa por sus cuatro costados. Los pueblos de la provincia multiplican estos días su población y reciben a visitantes y a turistas, que acuden a presenciar las procesiones rurales de una forma muy diferente a como se ven las de la ciudad, huyendo de masificaciones y de una manera más cercana a la celebración. Fuentesaúco, Fermoselle, Villaralbo, Toro o Villarrín son localizaciones marcadas en el mapa de la Semana Santa en la Zamora rural.
Entre las más destacadas está la Procesión de la Carrera de Villarrín de Campos, una celebración que mantiene la autenticidad conseguida a lo largo de los siglos y que, aún hoy, queda reservada para los propios vecinos, pues es un pueblo que todavía no ha experimentado la llegada masiva de turistas para presenciar el desfile. Un buen momento, por tanto, para aquellos que quieran buscar un enfoque diferente al tradicional durante estos días. La procesión la protagoniza la cofradía de la Vera Cruz que, después de más de seiscientos años, ha logrado para el tiempo en la tarde del Jueves Santo en la Tierra de Campos.
El ritual es siempre el mismo. Minutos antes del inicio de la procesión, programado este año para las cinco y media de la tarde, los penitentes comienzan a salir de sus casas ataviados con las mortajas con las que antiguamente se enteraba a los difuntos en la comarca. Túnicas que han pasado de generación en generación en algunas familias, y que convierten en habitual ver a cofrades con ropajes con muchas décadas de vida a sus espaldas. Una de las características de Villarrín es que nadie sabe quien procesiona. Los penitentes salen de su casa ya vestidos y tapados, en riguroso silencio, que mantendrán durante toda la tarde. No se descubrirán hasta que no estén de nuevo bajo su techo y no dirán a nadie que forman parte de la procesión, ni ahora ni durante el resto del año.
La alcaldesa de Villarrín de Campos, Ainhoa Aranguren, enmarca la celebración en un «acto de fe y tradición» que «toda la localidad asume durante estos días». De la cofradía forman parte aproximadamente 75 personas y la procesión la forman unos cincuenta cofrades. Las normas evitan que sea más amplia, puesto que los críos no suelen procesionar hasta que hacen la comunión y es obligatorio salir descalzo, lo que hace difícil la participación de los más mayores. «Para nosotros, para los del pueblo, la Semana Santa es pura devoción».
Para el pueblo, asegura la alcaldesa, la Semana Santa es «más vivida que el verano» puesto que si en vacaciones «la gente viene más repartida», durante esta semana «está aquí todo el pueblo y todos los hijos del pueblo. Ojalá el pueblo estuviera así durante todo el año». El Ayuntamiento, indica la alcaldesa, estudia si comenzar los trámites para obtener declaraciones de Interés Turístico como la lograda este año por Fuentesaúco, que ha logrado que su Pasión sea reconocida como de Interés Turístico Regional. «No lo descartamos. Pero aquí nos gusta mucho el carácter que tiene la Semana Santa, que todavía es muy familiar y que no está masificada como en otros sitios. Es algo que se suele plantear, pero nos da miedo que hacerlo rompa con la esencia de la procesión», apunta la alcaldesa.
En busca de los orígenes
La cofradía De la Vera Cruz de Villarrín de Campos «descansa» sobre unos pocos (y desinteresados) hombros de personas que ponen su tiempo y su esfuerzo a disposición del bien común. Uno de ellos es Roberto Ortiz, nacido en Bilbao pero hijo adoptivo, desde hace 47 años, de Villarín. Ortíz detalla que la hora de salida de este año, las cinco y media de la tarde, busca recuperar la esencia del origen de la hermandad. En los últimos años, las salidas antes de esa hora, sobre las cuatro de la tarde, han sido más habituales. «Creemos que retrasarlo es bueno porque es más tradicional y favorece la llegada de más gente».
Ortíz es el ejemplo de una devoción que traspasa las fronteras del pueblo. «El Nazareno y el Cristo de los Afligidos tienen mucha devoción por esta tierra», asegura. La cofradía, además de la procesión del Jueves Santo, protagoniza la del Domingo de Resurrección y la procesión camino de la ermita de la Virgen del Templo, el 8 de mayo, la patrona de la comarca en la Procesión del Voto. «Esto en este pueblo son palabras mayores», asegura.
Bercianos de Aliste, la primera Semana Santa de Zamora que fue BIC
La procesión del Santo Entierro de Bercianos de Aliste logró la categoría de Bien de Interés Cultural incluso antes que Zamora. Un logro que sitúa a la Semana Santa de la localidad como una de las más singulares de España. El viernes, los penitentes saldrán de la Iglesia entonando el «Perdón oh Dios mío. / Perdón y clemencia. / Perdón indulgencia. / Perdón mi señor” para presenciar después del Sermón del Descendimiento y Desenclavo. Se iniciará entonces la procesión camino del Calvario, donde se entonará el canto de «Las cinco llagas».
Sobre las cuatro de la tarde, los cofrades ataviados con sus túnicas blancas de lino, que les servirán de mortaja el día de su entierro, salen del templo hacia la plaza. Una vez reunidos alrededor de las tallas de Cristo y la Virgen, el párroco inicia el Sermón del Descendimiento, un discurso único cada año que siempre finaliza con el mismo ritual: el desenclavamiento del Cristo, una talla articulada del siglo XIX que recogen los cofrades de Bercianos a los pies de la cruz. Se la presentan a su madre, la Virgen Dolorosa, y a continuación la introducen en la urna de cristal donde permanecerá hasta el siguiente Viernes Santo. Y así, con el Cristo Crucificado convertido en Yacente, se inicia la procesión del Santo Entierro.
La cofradía que sigue existiendo es la del Santo Cristo de la Cruz (o del Santísimo Entierro), de gran antigüedad. Esta Semana Santa no tiene impresionantes imágenes, ni muy numerosas, de gran valor artístico realizadas por afamados escultores, ni espectaculares procesiones,… pero lo que sí existe es una gran austeridad, una vivencia, en estos especiales días para los cristianos, de la fe, y una fuerte voluntad de revivir y conservar las antiquísimas tradiciones.
Benavente, una celebración singular
Villarrín y Bercianos son solo dos ejemplos, pero Zamora respira Semana Santa en todos y cada uno de sus pueblos. Los visitantes pueden elegir entre la sobriedad y el paso por diferentes etapas históricas que se evidencian en la Pasión de Benavente. La ciudad cuenta con cuatro cofradías señeras que contribuyen a dar lustre a la Semana Santa de la ciudad. Se trata de la cofradía de la Santa Vera Cruz, de la del Santísimo Cristo de la Salud, Jesús Nazareno y Santo Entierro, además de varias secciones que colaboran a organizar los actos de la Semana Santa.
El patrimonio escultórico más importante de la Semana Santa benaventana es el aportado durante los años veinte del pasado siglo, en que se produce una auténtica renovación del fenómeno procesional y numerosos pasos e imágenes vienen a enriquecer el repertorio iconográfico. Hay, así las cosas, varias obras del escultor Pío Mollar que suponen una aportación decisiva a la Semana Santa de la localidad, obras que cuentan con la clásica luminosidad levantina. El grupo de La Crucifixión y el Cristo atado a la columna, esta última del escultor José Luis Alonso Coomonte, son las últimas incorporaciones a la Semana Santa de la ciudad.
Este reportaje es un contenido patrocinado por el Patronato de Turismo de la Diputación de Zamora