Si Enrique Olea se asoma a la ventana de la oficina puede ver con nitidez la zona de la autovía A-62 donde los agricultores y los ganaderos de La Guareña se han plantado en los últimos días para dejar patente su hartazgo. En esta comarca, como en otras de la provincia, de la comunidad, del país y del continente se ha prendido la llama del descontento y Castrillo ha sido uno de los puntos donde se ha hecho visible. El bloqueo temporal al tráfico en la conexión Salamanca – Valladolid ha sido una de las formas de elevar el tono para advertir de que el campo «está muy complicado».
Olea está en una oficina, pero trabaja pegado a la tierra. Este profesional ejerce como administrador de Rancho Guareña, una granja de vacas cuyos socios también cultivan las parcelas y que se ubica precisamente en Castrillo, a solo unos metros de la autovía y pegada al aparcamiento del Hotel Lisboa, donde los tractores se han concentrado a lo largo de la última semana para organizarse antes de cada protesta. En este jueves ventoso, muchos fueron también a Salamanca; este viernes estarán en Zamora. El fuego no se ha apagado.
El responsable de la granja habla con pausa, sin alterarse, pero deja claros algunos mensajes: «Cada uno protesta por las cosas que considera, pero creo que hay problemas comunes en toda España. Tenemos una imposición de normas ambientales que complica mucho la producción agrícola y ganadera», explica Olea, que menciona en varias ocasiones su desacuerdo con la Agenda 2030 y que estima que hay determinadas políticas verdes en las que «solo se hace hincapié en Europa».
Para el profesional de La Guareña, con todo esto como telón de fondo se pueden entender la reforma de la PAC, «los cultivos condicionados» o las normativas que afectan a los herbicidas o a los pesticidas: «Hace ya unos cuantos años que estamos así», lamenta Olea, que señala que la gente de la zona se ha ido organizando a través de los grupos de Whatsapp para acudir a las protestas y que recalca que «no ha habido enfrentamientos», sino acciones controladas y siempre bajo la supervisión de la Guardia Civil.
«De derechas y de izquierdas»
Ante las preguntas del periodista, el responsable de Rancho Guareña aborda otro tema que tiene soliviantados a algunos de los participantes en las movilizaciones y es el de los mensajes que aluden a una supuesta entrada de grupos de extrema derecha para azuzar a los agricultores: «Hablar de ideologías aquí es no tener ni idea de lo que está pasando», opina Olea, que percibe «una mezcla total» dentro de las manifestaciones, con gente «de derechas, de izquierdas, cristianos y no cristianos».
Para este profesional, la observación simple del movimiento hace evidente que existe «gente de todo tipo». «En muchos pueblos están prácticamente todos y esas etiquetas se ponen con mala intención, para desprestigiarnos», asegura Olea, que al hilo de lo político recuerda que, en junio, vienen Elecciones Europeas: «Que los candidatos opinen sobre esto y que la gente vote en consecuencia», resume.
«Que nos paguen más»
A unos kilómetros de allí, en Cañizal, otro de los profesionales del sector, Julio Herrero, opina básicamente lo mismo en relación a las vinculaciones ideológicas de los manifestantes: «Hay unidad entre los agricultores sean del partido que sean. En esto estamos todos de acuerdo», afirma el agricultor, que aprovecha para elogiar la actitud de todos los compañeros en las tractoradas de la zona: «Fue todo muy tranquilo y muy bien», resalta.
Para Herrero, algunas de las necesidades del campo quedarían cubiertas con el incremento de los ingresos para los productores y con una reducción de la burocracia: «Queremos que nos paguen algo más y que quiten tanta parafernalia, tanto papeleo. Ahora trabajamos con muy poco margen», lamenta este vecino de Cañizal, que también estima que existe una ganancia excesiva por parte de los intermediarios que aprieta a los que están en la base.
Más movilizaciones
«Mañana – por hoy viernes – vamos a Zamora, algunos compañeros han estado en Salamanca y ahí seguimos», destaca Herrero en referencia a las movilizaciones, antes de cargar contra la actitud de los sindicatos de clase hacia los manifestantes: «Seguro que hay gente buena dentro, pero en general son increíbles para mal. Aquí no han intervenido para nada», asevera.
Herrero, como otros profesionales que han hablado sobre la cuestión en jornadas pasadas, también siente que las exigencias para los productores de dentro no son las mismas que para quienes traen el producto de fuera. Por eso y por todo lo expresado antes seguirá en la lucha. «Y con esto que te he dicho ya sobra», concluye.