Casi dos años exactos después de su visita con _juno, María Zahara Gordillo Campos (Úbeda, 1983), conocida simplemente como Zahara, regresa al Teatro Principal de Zamora. Esta vez, lo hace en medio de su gira Acustiquísimos, con un concierto en el que la artista va con la voz, las guitarras, los pedales, un piano y algunas percusiones. Aparentemente simple, pero «emocionalmente arrollador». La cita, este jueves 11 de diciembre a las 20.30 horas.
– Usted ha hablado en alguna ocasión de la existencia casi permanente de estímulos creativos en su casa cuando era niña. ¿Hasta qué punto allana eso el camino de una persona hacia una edad adulta dedicada a la creación musical?
– Muchísimo, pero no solo a quienes nos dedicamos a la música. Ofrecer a una niña un entorno donde pueda expresarse, aburrirse, equivocarse y explorar es darle acceso a un refugio de creatividad, una forma de justicia íntima que podrá usar toda su vida y desde luego generará unas bases sobre las que desarrollar cualquier trabajo en el que esté implicada la inventiva y la curiosidad. Justo hace unos días recibí el reconocimiento en Úbeda de hija predilecta junto al diseñador Moisés Nieto y al escritor David Uclés y una de las cosas en las que coincidimos los tres es que desde que éramos pequeños pudimos experimentar con lo que teníamos a nuestro alrededor, que nunca se nos cerró la puerta a nuestra creatividad ni a quiénes éramos. Teníamos a nuestra disposición elementos para divertirnos y expresarnos y con el tiempo esa inquietud se ha transformado en la base de nuestro trabajo.
– ¿Sigue siendo una forma de canalizar las emociones y una manera de crear tan pura como cuando era niña o adolescente, o la profesionalización incluye otro tipo de factores en el proceso?
– Para mí crear sigue siendo algo increíblemente inocente y divertido. De hecho, te diría que con los años se ha vuelto un momento de explosión y diversión que no se siente coartado por las presiones económicas o mediáticas. Mientras creo, siento que sigo siendo esa niña que cogía la guitarra y que encuentra en las canciones una manera de conocerse, de acercarse a sí misma, de ser y expandirse. Siento una libertad bestial al hacer música, escribir, producir… por eso me encanta tanto hacerlo; no existe mirada externa. Lo complicado llega después. Al menos en mi caso, que soy mi propio sello discográfico y que tengo que monetizar aquellas creaciones que hice desde la diversión. Ahí influyen muchos factores y el momento actual tan frágil en el que siento que se encuentra la industria no ayuda nada. Por un lado se ve como propuestas diferentes funcionan, pero da la sensación de que solo si tienen un apoyo económico bestial o los que encajan perfectamente en la lógica del mercado. Por otro, se ha establecido una manera de gestionar esta industria tan sistémica en la que te sientes más un producto que una artista, como un tomate en una cadena de distribución, que es difícil observarla y sentir que hay un hueco para algo como mi proyecto.
– ¿Qué cuenta en Lento Ternura?
– Siento que este disco es una consecuencia directa de PUTA, de lo que viví con él y conté en él, una especie de réplica emocional. Sentía la necesidad de reencontrarme desde otro lugar, salir de las narrativas de violencia que colmaron la promoción de ese disco. Necesitaba encontrarme, definirme y saber quién era más allá. Y de esa búsqueda nacieron estas canciones que tienen más de reflexiones filosóficas de una mujer de cuarenta años que de himnos pop. Yo creo que es un disco que busca hablar de la belleza, de las cosas bellas que nos rodean, pero en ese camino inevitablemente aparecen preguntas existenciales. Cuando empecé a componerlo quería hablar de mis amigas, del amor alejado del romanticismo, de la vida fuera de Madrid, pero me di cuenta de que escribía con una vocación escapista. Trataba de huir todo el rato de lo que me hacía daño y no fue hasta casi el final de la composición del disco cuando llegué a canciones como La violencia donde me doy cuenta de todo lo que he pasado y de cómo me está afectando.
– ¿Cómo se entremezcla la música con la poesía?
– Para mí la poesía tiene su propia musicalidad. Por eso me gusta tanto escribir poemas sin intención de convertirlos en canción. Sigo leyendo mucha poesía y siento que en ella podemos encontrar revelaciones que no siempre se dan en otro tipo de textos. A mí me gusta escribir sin saber qué estoy haciendo. Sentirme libre, sin rediles estructurales que me lleven a un lugar concreto, sino escribir y luego descubrir qué estoy haciendo. Así hay textos que siento huérfanos sin melodía y que necesitan de un extra para cobrar sentido y son los que acabo convirtiendo en canciones. Con otros siento que tal como están son perfectos, que intentar cantarlos solo lo estropearía.
– En este disco, mezcla la labor puramente artística con la de producción. ¿Cómo ha sido la aventura de estar en los dos lados?
– Ciertamente, una aventura. Por un lado, necesaria. Como te comentaba antes, en esa necesidad de definirme y saber quién era, sentí que tenía que asumir también las labores de producción para precisamente encontrarme no solo en las letras o melodías, sino también decir: esto soy yo con el sonido. Ha sido un viajazo desde un inicio caótico en el que me encontraba completamente desorientada, en el que tardaba semanas hasta llegar a la idea que tenía en mi cabeza, hasta un final fluido y excitante en el que me despertaba con una idea y a la tarde la tenía compuesta, producida y grabada. Es una labor compleja, que requiere tiempo, paciencia y cariño y por suerte yo contaba con el tiempo y la falta de presión para poder decir: vamos Zahara, estudia, trabaja, ponte con los sintes, invierte tu tiempo, investiga. Al final, llegué a un sitio del que me siento muy orgullosa y ahora puedo trabajar con otras personas de manera más rápida porque tengo más claro cómo se consiguen las cosas.
– ¿Pervive el machismo en la industria?
– El machismo es una pandemia invisible, muy cómoda para quienes siguen sentados en el centro del sistema y no quieren cuestionarse nada. Pervive porque forma parte del funcionamiento social, y porque todavía hay algunos hombres que no entienden que una industria más equitativa es una industria más rica y compleja, más divertida. Por supuesto que, como hombres, tendrán que perder algunos privilegios, pero se están olvidando de la cantidad de ventajas que hay cuando se distribuyen las tareas, cuando se da un paso a un lado y se escucha y se aprende de personas que han sido educadas con otras dinámicas, de voces que han sido históricamente silenciadas.
– ¿Y el odio que recibió tras el disco PUTA?
– No lo siento ya. Creo que fue algo que sucedió en ese momento fruto de ese machismo, por supuesto, y también de cierto oportunismo mediático. Me convertí en un blanco fácil. Pero siento que lo que recibí con PUTA es principalmente amor, empatía, cariño, cuidado. A día de hoy me siguen llegando mensajes de cómo ese disco les cambió la vida. Eso es lo que prima cuando pienso en PUTA. Lo demás se ha vuelto una anécdota en comparación con la potencia de lo que ese disco significó.
– Usted maneja varios registros, como ya mostró en Zamora hace dos años con _juno. ¿Mantiene la idea de ir alternando distintos papeles y espectáculos?
– Sí, la verdad. Tengo compulsividad creativa, me apetece explorar todas las facetas para las que tengo un mínimo talento, curiosidad o paciencia. Me encantan la música y las artes, expresarme a través de ellas. Creo que la música es infinita y que limitarse a un solo proyecto o formato es aburridísimo, al menos para mí. Entiendo que para otras personas sea agradable, cómodo o seguro, pero a mí repetir algo me resulta insoportable. Acabo inventando precisamente por eso, porque necesito divertirme y por ahora lo que más me hace pasármelo bien es inventar de todas las maneras posibles.
– Ya conoce este teatro. ¿Qué le aporta la cercanía con el público que genera siempre la atmósfera del Principal?
Guardo un recuerdo precioso de nuestro paso con _juno por allí, además de que Zamora me gusta especialmente. Me hace mucha ilusión volver. A este concierto vendrán mis padres desde Úbeda porque el acustiquísimo es un formato que adoran y no quieren perdérselo. Para mí es una oportunidad preciosa de reencontrarme con mis canciones desde otro punto de vista. De plantarme allí sola en el escenario, sentir la energía del público, coger mis instrumentos y tratar de pasármelo lo mejor posible, aunque eso implique llorar a moco tendido a veces.
