No hace falta preparar muchas preguntas para entrevistar a Juno. Sus dos componentes, Zahara y Martí Perarnau, responden a todo, conversan entre ellos, profundizan en los argumentos y no se cortan mucho. Los dos son conscientes de que su sinceridad puede provocarles algún dolor de cabeza, pero deciden actuar en libertad, de la misma manera que en su proyecto musical común. El pasado 21 de diciembre llevaron su «Limbo» al Teatro Principal de Zamora. Antes, reflexionaron un poco y se rieron mucho.
– ¿En qué sentido Juno y sus conciertos son espacios liberadores?
– Zahara (Z): Pues mira, al final, cuando llevas mucho tiempo en la música, acabas formando parte de la industria y lo primero que vas aprendiendo es que eso que tú creías que era un sitio de diversión, y sacar tus discos y qué bonito es esto, tiene mucho de trabajo, de sacrificio y de concesión a las presiones ajenas. En todos los proyectos tienes que ver hasta dónde haces lo que tú quieres. En mi carrera personal como Zahara, yo ya hago bastante lo que quiero, pero al final estoy muy presa del sistema. Es un proyecto grande, del que dependen muchas personas, necesitas que te escuchen para poder mantenerlo, y Juno es un sitio en el que si esta canción no tiene estribillo no le importa a nadie, hay una instrumental de cinco minutos y no pasa nada. Lo hacemos porque es como lo sentimos, confiando en que igual que nosotras somos unas freaks a las que les gustan las bandas que van a su bola, que se lo pasan pipa y que no están pensando en si van a triunfar o no, pues cuando nos vean digan también: mira, qué divertido. Desde la puesta en escena tocamos mirándonos y no hay esa figura de cantarle al público ni de pedirle a la gente que cante. No sé, todo lo que sucede en el escenario tiene un componente muy libre. Por suerte, tenemos otros proyectos que nos permiten mantenernos económicamente, y en este no tenemos que renunciar a esa libertad. Además, funciona lo suficiente.
– No perdéis.
– Z: Empatamos y jugamos felices.
– Martí Perarnau (MP): Luego con eso del espacio liberador sí que nos inspiramos mucho en unas raves de clubes de techno a las que fuimos en Londres. Al imaginar el show, pensamos en convertir una sala de teatro en una rave en la que se detiene el tiempo a las 7.47 de la mañana y en la que estamos en un limbo donde nos quedamos colgadas. Es un espacio seguro donde puedes ser completamente libre con nuestras reglas.
– ¿Es una venganza contra la industria o, al menos, una forma de darle la espalda para tener un hueco donde hacer lo que os dé la gana?
– Z: No es tan deliberado de Juno contra el mundo, pero nos damos cuenta de que acaba pasando de una manera natural. Sí es verdad que somos dos personas en contra de muchas cosas (ríen). Luego en realidad somos majas y amables, pero cuando estamos a gusto, tranquilas, nos enfadamos con todo y nuestra manera de compensar esa propia rabia que sentimos es creando canciones y buscando belleza, aunque sea para narrar situaciones que nos desagradan. Al final, gracias a que hacemos música no quemamos contenedores. Estamos haciendo esto, que todavía no nos llevará a la cárcel.
«Es verdad que somos dos personas en contra de muchas cosas, pero en realidad somos majas y amables»
Zahara
– MP: Estaba pensando que, para nosotros, Juno es un espacio donde hacer las canciones sin sufrir por esa parte de la industria. Nos sentimos muy libres y nos permitimos cosas que no nos habíamos permitido hasta ahora. En este disco, aprendimos a mezclar y lo hicimos las dos juntas. Ahora me doy cuenta de que todo tiene que ver y compruebo que también nos hemos montado nuestro refugio en estos directos. Eso es lo que estaba pensando (ríen).
– No habéis mencionado la palabra, pero surge el capitalismo. ¿Por qué ha invadido también la música y el arte?
– MP: Lo ha invadido todo, ¿no?
– Z: De lo poco que recuerdo de lo que estudié de Historia del Arte, que fue en el instituto, es cómo el arte precapitalista tenía una vocación de inmortalizar lo que vivíamos, de reflejar la realidad o de generar una conversación en torno a lo que pasaba. El capitalismo, cuando llega, lo transforma para convertirlo en un objeto de consumo. Entonces, claro, desde que nace la música grabada ya se ve que hay un beneficio.
– MP: La industria se ha ido haciendo inteligente a medida que veía que Los Beatles de repente llenaban estadios. Entonces se inventan la industria del directo, se inventan hasta los equipos de sonido que utilizamos a día de hoy, porque necesitaban amplificar. A medida que pasan los años, la industria va ocupando espacios que de primeras pertenecían a la contracultura o a los artistas. Directamente, ahora casi no nos queda espacio; hacer cosas como Juno. Pero hemos permitido que lleguen hasta el final y no sé de quién es la culpa. El capitalismo es una especie de veneno súper inteligente que es capaz de ocuparlo todo. Llegamos a regalar nuestras canciones a las plataformas de streaming y que no nos paguen nada, o a que los festivales estén en manos de conglomerados bancarios.
– Z: Ayer, Havalina, que justo se separa y es una banda muy amiga nuestra porque Manuel Cabezalí toca mucho con nosotras, hacía una reflexión sobre el éxito en la que decía que en la música parece que solo te va bien si lo mides desde una perspectiva de cantidad de todo lo que puedas conseguir. Parece que ese es el único valor: tu crecimiento. Es de lo que se trata el capitalismo, de decir: he tocado aquí y ahora mi siguiente objetivo es tocar en un sitio más grande. Ahora parece que si no tocas en el Wizink Center no eres nadie, aunque toques en el aforo ring, que es para 3.000 y no llenes las 15.000 entradas, da igual. Parece que hay como esa necesidad continua de mostrar un éxito cuantitativo y que da igual si es real o no. Estamos hartas de ver fotos desde el escenario en las que parece que está todo «petao» y da la sensación de que ese es el único objetivo. Cuando doy charlas a gente joven que se quiere dedicar a la música, siempre me preguntan cómo lo consiguen. ¿Cómo paso yo de que me escuchen mis amigos a que me escuche más gente? Yo creo que ahí está el problema.
«El capitalismo es una especie de veneno súper inteligente que es capaz de ocuparlo todo»
Martí Perarnau
– ¿Hay un problema en cuál es el objeto del deseo?
– Z: Claro, claro. Obviamente, todos hacemos música que queremos que vaya más allá de nuestra propia habitación, porque el arte necesita un receptor que luego se convierte también en un emisor energético. Pero si tú estás haciendo música con el único objetivo de llegar a más sitios, estás comprometiendo lo que haces. Y yo no lo juzgo como si yo no perteneciera a eso. Yo soy consciente de que también formo parte, pero tenemos que intentar ponernos un freno constante. Si no, la tendencia natural es sucumbir a las presiones del turbocapitalismo, ceder y mostrarte, llamar la atención para que te quieran. Tenemos que hacernos nuestras propias intervenciones para que no se nos vaya la olla. Lo fácil es entrar en esa rueda de presión.
– MP: Todavía recuerdo cuando no teníamos los móviles y estas cosas, e invertías mucha cantidad de horas en averiguar cuál era tu oficio o qué te daba mucho placer: llámalo tocar la guitarra o hacer canciones. Ahora, desde que vivimos en esta prisa continua, el factor cantidad se mide desde el punto de vista de los seguidores, de la gente que escucha tu música. Ya no se piensa en la cantidad de horas que tienes que echar para manejar cualquier tipo de oficio con la pericia suficiente.
– Z: Hay mucha impaciencia.
– MP: El problema no es la cantidad de horas. Hay un estudio en el que pusieron a dos grupos de alumnos y les dijeron: unos tenéis que hacer el mayor número de jarrones que podáis en tres meses, y los otros solo tres, pero los mejores que habéis hecho en vuestra vida. Al final, los que mejores jarrones hicieron fueron los que se pusieron a hacer piezas como si no hubiera mañana, porque invirtieron mucha cantidad de horas en manejar la pericia de su oficio. Nuestra generación tiene muchísimas cosas malas, infinitas, pero la única cosa buena que tenemos es que nos han inculcado un «do it yourself» («hazlo tú mismo»)…
– Z: Tú no te subías a un escenario hasta que no te habías sacado todas las canciones que te gustaban, habías echado más horas que el sol tocando el instrumento, cantando, dando clase…
– MP: Yo nunca pensé que podía vivir de la música hasta que toqué mucho en directo.
– Z: El día que vives de ella dices: ah, pero que está pasando.
– MP: No lo piensas. Ese no era el objetivo; el objetivo era tocar con mis amigos porque era muy guay.
– Z: La gente se emocionaba cuando yo cantaba y yo pensaba: tengo la capacidad de producir cosas en la gente, tengo un poder emocional.
«Con el proyecto Zahara, salgo con trece personas dadas de alta y ahí el mínimo económico que se requiere ya es muy grande; tengo una responsabilidad con ellas y con mi público»
Zahara
– ¿Y cuando os dais cuenta de que esto es un negocio y de que resulta difícil recular si queréis vivir de él?
– MP: A mí me llegó cuando estaba en el primer año de universidad y me llamaron para tocar en directo los Sunday Drivers, que por cierto, creo que tocamos en el Teatro Principal de Zamora en alguna de las giras. Ahí decidí irme y no hacer los exámenes, porque no me los cambiaban de fecha. De repente, llegué a la furgoneta, me pagaron mi primer sueldo y pensé: ah, que se gana dinero con esto de tocar.
– Además, a medida que tienes éxito, no solo cobras tú, cobra gente que está alrededor de ti. ¿Cómo se afronta esa responsabilidad?
– MP: Eso se puede convertir en una mochila horrible.
– Z: Yo, con el proyecto Zahara, al final salimos de casa trece personas dadas de alta, intento que siempre en las mejores condiciones, y para eso el mínimo económico que se requiere ya es muy grande. Estamos hablando de mucho dinero sin salir de casa ya. Ahí dices: tengo la responsabilidad con estas personas y con mi publico, porque lo que yo quiero ahora es ofrecer un show. Puedo ir yo sola con la guitarra, pero quiero que vean algo que les cambie el día, que les cambie lo que están sintiendo.
– MP: Luego es verdad que somos uno de los oficios más precarizados del país. Ahora, a ver si va hacia delante el Estatuto del Artista y pueden cambiar un poco las cosas.
– ¿Hay alguna solución para esto o es inocente pensar en un recorrido inverso de todo lo que se ha avanzado en la industria?
– MP: Es completamente utópico pensar que tiene solución.
– Z: Él a veces tiene esperanza.
– MP: Tengo la esperanza de que en unos años nos daremos cuenta de que haber regalado nuestra música ha sido un error, y quiero creer que algún día cambiará. Las canciones tendrían que retornar a los compositores, las ayudas públicas deberían ir a los artistas que tocan y no a los grandes conglomerados financieros que se dedican a especular con las entradas de los festivales. Todas estas cosas, como suenan a intervencionismo del Estado y ahora estamos en una época en la que cualquier intervención del Estado es tildada de comunismo… Nadie lee cómo empezó el New Deal y que el propio capitalismo decía que se necesitaba una intervención para que el mercado no se volviera completamente loco, que es donde vivimos ahora. Sería guay, pero no tiene mucha pinta.
– Estos mensajes no son los más habituales en el sector y eso os ha generado muchísimo odio, particularmente a Zahara. ¿Esto cómo se lleva?
– MP: No lo lleva bien (ríen).
«Hay que mantenerse en la lucha, porque si no cada día perdemos un derecho; no hay que callarse»
Martí Perarnau
– Me refería a cómo se puede convivir con ello.
– MP: Ahora te contará ella, pero mi sensación es que hay que decir las cosas y hay que mantenerse en la lucha, porque si no cada día perdemos un derecho que ha costado mucho adquirir por las generaciones anteriores. No hay que callarse.
– Z: Se ha generado un miedo completamente lógico a expresarse, a tener una opinión que no encaje bien. Eso también se ha generado por culpa de la prensa, por cómo se ha aprovechado de estas polémicas o de estas frases sacadas de contexto. No hablo de mi caso, sino en general. Ahora veíamos lo de Bad Gyal, en el concierto en el que está con Rauw Alejandro, que se le acerca perreando en mitad de la canción. Ella lo para y lo primero que nace de la prensa es un movimiento de qué bien, que le para los pies a este chungo. Luego sale ella diciendo: esta misma prensa, si yo me pongo a perrear con él, me habría dicho que soy una guarra. El motivo por el que no lo hago es porque sé que vais a utilizarlo en mi contra. Al final, la tía hasta tiene que explicar eso. En mi caso, yo es que si lo pienso no lo hago. Si lo pienso estaría mucho más tranquila callada y tomándome un vino con Martí, cagándome en todo sin tapujos y luego volviendo a mi vida y ya está, como hace todo el mundo con sus colegas. Lo que pasa es que soy muy bocachancla y no tengo ningún reparo. Después no leo ninguna entrevista porque pienso: ¿qué diría? A mí no leer me sirve para no ser consciente del impacto, aunque siempre aparecen otras noticias a diario para que se olviden de María Zahara. Hay que dimensionar las cosas para lo bueno y lo malo. Ahora nada vale nada, porque todo dura un segundo.
– MP: En la industria musical también pasa que eres un anuncio andante con esto de Instagram y la gente tiene mucho miedo a decir cosas que puedan molestar a alguien y no puedan tocar no sé dónde o les suponga cualquier tipo de cosa.
– Z: También hay una presión porque todo el mundo tenga una opinión. Y no todo el mundo la tenemos. Con lo que decía de Bad Gyal hay que tener una opinión. Acaba de pasar, posiciónate.
– MP: A nosotros nos ha pasado con la primera entrevista que hicimos de este disco. Todas las preguntas acababan yendo a algún tema candente sobre los que la periodista necesitaba saber nuestra opinión.
«En el momento en el que ensalzas a alguien, se le exige una coherencia moral y ética sobrenatural, no se tolera el error»
Zahara
– En tu caso, Zahara, ¿sientes que siempre se acude a ti en particular para pedir opinión sobre determinados temas?
– Z: Sí, a mí me pasa. Pero yo lo dejé claro. Narré mi historia personal, desde el punto de vista de una víctima, pero soy abanderada de bien poco. Lo que he intentado ha sido aprender a vivir con lo que me ha pasado. Por supuesto que soy una persona que se considera feminista, a pesar de que el feminismo no está en su mejor momento, y de que creo que el feminismo tiene que estar por encima de las polémicas que surgen en torno a él. Siempre será el lugar donde estaré. La gente necesita líderes, gurús, guías o lo que quieras, lo comprendo, pero en el momento en el que ensalzas a alguien se es muy injusto. Se le exige una coherencia moral y ética sobrenatural, no se tolera el error. Si el gurú decepciona se acaba rompiendo ese movimiento. En la izquierda en general parece que no se puede tener ningún fallo.