Entre la multitud que aguardaba la venida de los Reyes en San Martín de Castañeda, tres personas esperaban con un mensaje que trasladar. Una ganadera de Ribadelago llamada Marta Fernández, un empresario de Vigo de Sanabria de nombre Víctor Coco y un vecino de San Martín de Castañeda identificado como Pablo Galán han tenido la oportunidad de charlar cara a cara con Felipe VI para tratar de explicarle las consecuencias del incendio y para comunicarle también sus peticiones. Por si vale de algo.
Los tres atendieron antes a la prensa para hablar de un panorama que se ha oscurecido, igual que la sierra, para personas como Marta Fernández y su marido Antonio. «Esto es una desesperación, porque el pasto está abrasado», lamentó la mujer ante las cámaras. La ganadera de Ribadelago ya había escrito y enviado material audiovisual a la Casa Real para reclamar que las zonas indemnes fuesen aprovechables para sus animales. Esa medida será clave para sacar del atolladero a un negocio que acumula veinte años de vida con vacas y caballos. Siempre tiraron para delante; ahora, necesitan una mano.
Tampoco le vendría mal una ayuda extra a la hostelería, penalizada primero por los cierres forzosos de las evacuaciones y después por las cancelaciones alentadas por el miedo y por la sensación de que la zona ha quedado arrasada. Víctor Coco, propietario de Villa Lucerna en Vigo, agradeció la visita de los Reyes, porque demuestra que Sanabria «es segura», que no hay cortes de carreteras y que se puede llegar.

«Ahora mismo, lo que se necesita es que vuelva el turismo. Veremos a ver si en septiembre se recupera, al menos, a un 40%», apuntó Coco, que admitió que el humo por la zona se quedará durante algún tiempo, pero que constató que el entorno del Lago ha resistido. Peor les pinta a los ganaderos, según el responsable de Villa Lucerna, consciente de que no solo su negocio ha padecido con lo ocurrido en estas últimas semanas.
Tampoco fue fácil el trance para los propios vecinos evacuados. Así se lo contó Pablo Galán, de San Martín de Castañeda, a los Reyes. Primero, el humo; luego, las recomendaciones; finalmente, la orden de la Guardia Civil. «Esto es una pena», concedió el ciudadano, que empatizó con la realidad de sus dos compañeros: «A nosotros nos ha partido el verano, pero a ellos…», remachó.
