– ¿Habéis comido croquetas?
Una mujer se acerca con la bandeja a unos niños que se asoman con timidez y agarran la comida. La escena tiene lugar en la penumbra, cuando ya dan las diez y media de la noche del martes a las puertas del auditorio Leticia Rosino de Tábara. Los muchachos que se van con la tripa llena son parte del grupo de Abejera que tuvo que salir por piernas de su pueblo cuatro horas antes por culpa del avance del incendio de Puercas. Ahora, los vecinos siguen tensos, pero se sienten reconfortados.
Alguno se preguntará: ¿Pero la gente de este pueblo no se había marchado para Alcañices? Algunos sí. Otros solo tuvieron tiempo de escapar hacia la salida rumbo a Tábara y plantarse aquí en busca de un refugio. A casa no podían volver. Las llamas que llegaron cuando ellos subían la carretera provocaron heridas a algunos paisanos y causaron daños materiales en varias construcciones. Y no fue más de milagro. El susto tardará un tiempo en marcharse del cuerpo.
Por eso, porque el hogar no es seguro en una noche como esta, los hombres y mujeres de Abejera necesitan cobijo. Y lo encuentran aquí, en un municipio que en principio no era uno de los puntos de acogida, pero que ha decidido abrir los brazos para recibir a «un pueblo hermano». Así lo cuenta el alcalde de Tábara, Antonio Juárez, que explica que varias decenas de desalojados llegaron, contactaron con el ayuntamiento y recibieron respuesta. Improvisada, sí, pero se ve mejor que la oficial.
La imagen habla por sí sola. Sobre el suelo del auditorio hay decenas de colchones. Colchones de verdad. Treinta proceden del albergue del pueblo; otro medio centenar lo ha traído la gente de la localidad. Cada cual de su casa, de donde ha podido. «Tenemos todo lo necesario para que estén lo mejor posible dentro de las dificultades», explica Juárez, que señala también las mantas y la comida que se ha repartido.
Los vecinos también han traído comida y bebida de casa, y el resto se ha complementado con una compra en el supermercado tabarés. Además, los concejales ayudan a la organización y también aparece para echar una mano la diputada de la zona, Amaranta Ratón. No son del mismo partido, pero hoy toca arrimar el hombro.
El recuerdo de 2022
«Hace tres años nos tocó a nosotros», recuerda Juárez en relación a los fuegos de 2022, que incluso se cobraron una vida en Tábara. Ahora, es momento de dar la mano a quien la necesita: «Ya he solicitado a la Junta que para mañana monten un dispositivo oficial», remacha el alcalde, mientras sus vecinos y los de Abejera departen. Los que llegan de fuera se emocionan cuando hablan de la acogida y se preocupan cuando la conversación se desvía hacia lo que sucede abajo. De todo se van enterando por la gente que ha decidido no marcharse. Será una noche larga.
De repente, el bullicio cesa y se hace el silencio. Parece que ocurre algo serio, pero no. Solo se oye la voz de otro vecino de Tábara:
– Si alguien quiere ducharse, puede venir a mi casa.
– Y a la mía.