El fuego recorre Aliste. La mecha que se prendió en Puercas en la tarde-noche del lunes es ahora un monstruo que castiga a la comarca y que conduce inevitablemente a pensar en lo ocurrido en los incendios de 2022, los de la sierra, cuando ardieron 60.000 hectáreas en un plazo de poco más de un mes. Pero no se trata solo de la superficie. Los pueblos están en riesgo. Y la sensación de algunas personas es que, además, carecen de medios suficientes para plantar cara a lo que tienen
Lo cuenta la alcaldesa de San Vitero, Vanesa Mezquita, que en la noche del martes al miércoles incluso llegó a temer que el incendio se acercara a su municipio. El fulgor naranja que desprendía el frente ubicado en Bercianos puso en alerta a su gente. También a la de Rabanales. Mientras, el enfado iba subiendo de nivel. El de la regidora y el de decenas de vecinos de la contorna, que asisten estos días atónitos a una historia repetida.
«Los medios nacionales, como la UME, van a su bola y las cuadrillas de la Junta nos dicen que no dan abasto. Tenemos a gente de 80 años apagando fuegos», señala Mezquita, que pone palabras a la incomprensión que manifiestan en estas horas muchos paisanos de la zona, que ven pasar sin parar a unidades de la UME, ceñidas a sus protocolos, y que tratan de defender sus casas cuando no ven aparecer a los medios de la Junta.
«Con este panorama, la gente no se quiere marchar de sus casas. Yo a los de San Vitero les he dicho que tengan los coches preparados para irse por lo que pueda pasar y hay vecinos preparando batefuegos por si acaso, pero yo tengo claro que a mí no me saca ni Dios de aquí si nos llega el fuego», insiste la alcaldesa, que clama contra el operativo: «Estamos cometiendo los mismos errores que en 2022».
Más allá de eso, Mezquita también alude a otras situaciones evitables, como el mejor desbroce de fincas particulares o el escaso avance de las concentraciones parcelarias. Circunstancias que son rémoras en escenarios como este.