Doce menos diez… nada. Doce menos cinco… nada. Doce menos dos… algo se mueve. El parón de cinco minutos en la capital zamorana ha tenido más impacto institucional que real. En los edificios oficiales la actividad se ha detenido, sí, y en la plaza de Viriato más de cien personas se han colocado detrás de una pancarta en la que se exigía a Renfe una rectificación para la supresión de paradas que ya afecta a la estación de alta velocidad de Otero, pero la relevancia a pie de calle ha sido más discreta.
Uno de los focos de la actividad estaba en la plaza de Sagasta, donde varios negocios tradicionales conviven a diario y donde el parón sí ha gozado de una buena aceptación. A las puertas de sus negocios han salido las trabajadoras de la panadería María Victoria ubicada en la zona, las tres personas que se emplean en Lema 3 y las tres que se ocupan en la administración de loterías La Abeja. También parte de la plantilla de El Redondel.
Todos coinciden en lo mismo: es momento de hacer fuerza para intentar que Renfe rectifique y devuelva las paradas a la comarca sanabresa. Los pequeños negocios de Zamora, aunque no directamente afectados por esta situación, sí atisban que se trata de una medida «muy mala» para la provincia, con fuertes implicaciones políticas. «No hay derecho a que dejen sin trenes a Zamora para que los de Vigo lleguen diez minutos antes a Madrid», aseguran en Lema 3. «Ya somos la Z, pero si no hacemos nada ahora, desaparecemos», apuntan.

Por lo general, el parón se ha notado más en las tiendas pequeñas que en las grandes y más en los comercios de cercanía que en las cadenas, donde el ritmo del día no se ha visto interrumpido por la protesta convocada por las instituciones. En general, en la calle de Santa Clara el impacto ha sido poco, y en los bares de la Plaza Mayor, nulo, con los camareros funcionando mientras a escasos pasos, frente al Ayuntamiento, escenificaba su protesta la Corporación Municipal casi al completo, presidida por el alcalde de la ciudad, Francisco Guarido. Más de lo mismo en la rúa, donde pocos negocios han parado durante los famosos cinco minutos (sí lo han hecho, por ejemplo, en la Librería Semuret). Fuera del centro también han participado empresas, como Caja Rural de Zamora, cuyos empleados han salido a la calle en señal de protesta contra Renfe.
La realidad es que algunos negocios de la zona centro de la ciudad que han sido preguntados por su participación en la protesta por este periódico reconocían que no tenían constancia del parón. Ni a través de los medios de comunicación ni a través de canales oficiales, aseguraban. Llamativo, habida cuenta del importante bombo mediático que ha tenido el asunto y del esfuerzo de difusión que los convocantes, en teoría, han llevado a cabo durante los últimos días. Algunos cuestionaban el propio fondo de la medida: «Con parar cinco minutos no hacemos nada, lo que hay que hacer es parar el tren».

La jornada tenía su epicentro en la plaza de Viriato, donde unas cien personas participaban en una concentración que llevaba en la delantera al presidente de la Diputación de Zamora y a los diputados más cercanos de su equipo de Gobierno. Trabajadores de la institución provincial y representantes locales y provinciales de los diferentes partidos engrosaban el número total de asistentes mientras, a escasos pasos, la actividad del bar cercano no se detenía. Luces y sombras, en definitiva, de una protesta que, en la capital, ha sido más institucional que real.
