El sol pega con fuerza sobre el aparcamiento de la Laguna de los Peces a la una de la tarde del lunes 9 de junio. En Zamora capital y en algún otro pueblo es día festivo, así que hay gente que aprovecha la circunstancia para echar el día en Sanabria. Y no necesariamente en el Lago. Claro que las playas siguen siendo el gran reclamo en las jornadas de calor. Incluso, la vista más buscada cuando aprieta el frío. Pero la zona ofrece mucho más.
En esa parte de la laguna, al final de la carretera que sube de San Martín de Castañeda hacia la sierra, hay una hilera de coches que evidencia que la montaña y sus senderos también atrapan al turista. O al amante de esta tierra que ha venido tantas veces que ya no se considera a sí mismo ajeno. En esa foto fija, también aparecen decenas de vacas que ocupan parte de la calzada y que comen mientras ven pasar, ajenas, a las personas que van, paseo abajo, hacia el inicio de las rutas.

En ese camino que rodea a la laguna, la banda sonora la ponen las ranas, que quiebran el silencio con su estruendo colectivo. También rompen la quietud unos portugueses que bajan rápido en bicicleta, rumbo a Vigo de Sanabria por un camino en el que tendrán que poner más cuidado si no quieren hacer el descenso fuera del vehículo. Otros hombres y mujeres llegan al pie del agua y regresan. Habrá otros días para calzarse las zapatillas, echar el bocadillo en la mochila y atreverse con una kilometrada.
Para los que sí van con esa idea, un cartel anuncia el cruce de caminos. De un lado, la senda de montaña 2, el Cañón del Forcadura, por donde van los ciclistas hacia Vigo; del otro, la senda de montaña 9 hacia la Laguna de las Yeguas. De fondo, en cualquier caso, la estampa de la sierra, los olores y las vistas de una primavera que se agota; el calor de un verano que se asoma; la tranquilidad de verse en medio de la naturaleza con una señalización permanente que aparta la inquietud. El resto es caminar (o pedalear) y disfrutar.

La Laguna de los Peces es solo una de las decenas de ubicaciones de las que parten rutas de senderismo en la comarca de Sanabria. Más abajo, en San Martín o Ribadelago, aparecen unas cuantas más, por la Senda de los Monjes o rumbo al cañón. Pero también se pueden encontrar alternativas en Sotillo, en Villarejo de la Sierra, en Requejo, en Barjacoba, en Terroso… Casi en cada rincón hay un camino amable. Y señalizado.
Por casi todos ellos ha transitado José Tomás, el presidente de la Agrupación Montañera Zamorana, que admite que no es imparcial con Sanabria: «Es una comarca muy grande, muy bonita, muy compleja. Desde muy joven paseo por allí con amigos que me enseñaron, y yo a su vez enseño a otros. Para mí es otro mundo, lo es todo», señala el responsable de un colectivo que nació en 1952 y que aún mantiene cerca de 400 miembros.

Desde su experiencia, José Tomás ofrece algunos consejos para manejarse por los senderos: «Hay que tener muy claro lo que queremos hacer para no meternos en complicaciones. Debemos ir preparados. En invierno hay que tener mucho cuidado e ir con una equipación adecuada, porque nos puede sobrevenir algo inesperado en cualquier momento. La climatología es muy cambiante. También el verano puede engañar. Sales con un día espléndido de sol y, por circunstancias, se puede bajar la niebla. Siempre hay que decir dónde vamos», recomienda el responsable de la agrupación.
Más allá de esa advertencia, el presidente del colectivo recalca que Sanabria no tiene una montaña demasiado complicada: «No son los Picos de Europa ni los Pirineos. Es una montaña muy vieja, muy redondita, no tienes acantilados donde puedas caerte. Salvo que los busques, claro», desliza José Tomás, que recuerda que las rutas están señalizadas por el parque natural, pero que pide cuidado con los senderos abiertos por el ganado que se cierran llegados a cierto punto y que no conducen a ninguna parte.

En cuanto a los niveles, el responsable de la Montañera indica que hay alternativas sencillas y para ir con niños, como la de la Senda de los Monjes, que baja desde el refugio de la propia agrupación («estáis todos invitados») y va bordeando el Lago hasta Ribadelago Viejo. «También es muy bonita la de la Laguna de Yeguas. Tiene unas construcciones que se rehabilitaron para asemejarlas a lo que fue en su día la vida del pastoreo», aclara José Tomás.
En cuanto a la gente «más preparada y que hace más deporte», el dirigente de la agrupación cita las alternativas del Vizcodillo o de Peña Trevinca. Incluso algunos senderos menos transitados: «Eso ya te implica una forma física más adecuada y una capacidad de orientación, de saber ubicarte», comenta José Tomás, que incluso plantea la posibilidad de ir enlazando rutas hacia el Picón o el Moncalvo, y de hacer un par de noches en la sierra.
Los pioneros
Todo el conocimiento que acumula el presidente de la Montañera viene aprendido por los años de experiencia y por lo que le transmitieron quienes precedieron a su generación. Fueron «los pioneros, los que empezaron a salir y a conocer» cómo era una tierra antaño muy aislada, reservada casi a las gentes que vivían en ella. José Tomás menciona aquí a dos hombres que encabezaron el proyecto que ahora preside él «como un compañero más». Se trata de Pedro Ladoire y de Ángel Ramos.
Este último «estuvo muchos años al mando del grupo» de la Montañera y condujo a los demás por el sendero. «Luego han venido muchos por detrás para tomar las riendas», destaca el presidente actual, que lamenta que se hayan evaporado un poco aquellos tiempos en los que todo era de todos y cada bebida y cada alimento se compartían en la montaña.
Al menos, siguen las rutas, los senderos, los paisajes; la naturaleza de Sanabria que espera a quien vaya a descubrirla. Ya sea un lunes festivo de una primavera que atisba el verano o un martes de febrero que exige abrigo. Uno solo o en compañía. Hay decenas de caminos y miles de formas de disfrutarlos.
Este es un contenido patrocinado por el Patronato de Turismo de Zamora
