Emilio Tuñón y Luis Moreno Mansilla se encontraron a principios de los noventa con un problema de importantes características en Zamora. La tarea: diseñar un edificio que guardara algunos de los tesoros más valiosos de la provincia de Zamora. El lugar escogido, la plaza de Santa Lucía. Complicado, muy complicado por las características de la zona, irregular y desnivelada. Por la cercanía de la roca madre sobre la que se asienta la propia ciudad y por la obligación de respetar tanto la iglesia de Santa Lucía como los restos del Palacio de Cordón. Mucha tela que cortar.
«Ellos lo que hacen es un edificio que no resalte, un cubo perfecto en el que nunca puede verse una fachada completa, siempre hay que verlo en escorzo», relata Bea Barrio, divulgadora del patrimonio de Zamora y arquitecta. «Es una zona complicadísima y la solución que encuentran es muy buena. Un cubo casi perfecto de hormigón con muy pocas aperturas y que casi no puede observarse desde ningún sitio. Solo la cubierta, lo que los arquitectos llamamos «la quinta fachada», está a la vista desde la parte más alta de la ciudad».
Pero vayamos por partes, porque la historia del Museo de Zamora empieza antes de su construcción. Para entender sus orígenes hay que bucear en la historia hasta las desamortizaciones, cuando la ciudad empieza a utilizar el Convento de Santa Marina como Museo de Bellas Artes y Arqueología. Los lectores de más edad recordarán dónde estaba el convento, justo donde ahora se encuentra la plaza de Castilla y León y la Delegación de Hacienda de Zamora, que se construyeron después de derribar unas instalaciones religiosas que, según las crónicas de la época, estaban en malas condiciones.
Pero esa es otra historia, así que volvamos a la nuestra. Se derriba el convento y el patrimonio escondido en él pasa al Hospital de la Encarnación, en Viriato, donde pasa unos años desde 1975. Pocos, en realidad, porque pronto se empiezan a trasladar a la iglesia de Santa Lucía, aledaña al actual museo. Ahí se logran exponer algunos fondos, que pasan después al Palacio del Cordón (o a lo único edificado que quedaba de él). Y de ahí, una vez se construyó el Museo Provincial por parte del Ministerio de Educación y Cultura, pasan a él.
Y, entendido esto, rebobinemos de nuevo, casi hasta el principio. El lugar escogido para el nuevo museo era este, pero no fue fácil para los arquitectos por múltiples razones. Primero, la roca madre, de la que «surge vegetación y agua, por lo que no se puede tocar». Después, enumera Bea Barrio, apasionada de esta edificación, está la iglesia de Santa Lucía. Que no tiene culto, pero que tampoco puede quedar afectada evidentemente. «Y, por último, están los restos del Palacio del Cordón, de los que se conservaban algunas arcadas que a día de hoy todavía se pueden ver en la sala que el Museo de Zamora dedica a la capital. «Así que nuestros arquitectos lo que hacen es un edificio que no resalte, que no se vea».
Se plantea «un cubo de hormigón» perfecto con pocas entradas de luz. Fundamental esto para un museo, explica Barrio, porque los restos y obras de arte que se incluyen dentro no pueden recibir la luz solar directa. Y es aquí donde entra en juego la parte quizás más importante del museo, que son los lucernarios, que se colocan en el mismo recorrido en espiral en el que el visitante discurre por el interior del museo.
A imagen de las estelas funerarias
Cuando el visitante entra al Museo de Zamora empieza a conocer la historia de la provincia por la prehistoria y se gira hasta que uno se encuentra con el Tesoro de Arrabalde, la pieza de más valor del museo, y llega al corazón de la espiral con los impresionantes mosaicos romanos de Santa Cristina de la Polvorosa. Ahí se empieza a subir por una rampa y el propio museo liga la disposición de su edificio con el contenido del mismo en una conversación que pasa desapercibida para el gran público. En la rampa hay ubicadas estelas funerarias romanas, «algunas de las miles que hay en esta provincia», que muestran el mismo recorrido en espiral que el visitante hace en el museo. «Hay un movimiento en espiral que los arquitectos inspiran en estas estelas», indica Bea Barrio.
Un recorrido en el que además se inspira la propia caja fuerte en la que se encuentra el Tesoro de Arrabalde, que se cierra sobre sí misma para proteger las piezas. Los visitantes observan una espiral abierta, con todas sus partes expuestas, que podría cerrarse en caso de necesidad. Una caja que se muestra lo que hay dentro, como el propio edificio. «Una caja del tesoro dentro de otra caja del tesoro».
Un sugestivo rincón de la ciudad
Los restos del Palacio del Cordón, sobre los que se asienta parte del Museo de Zamora, representan una de las obras más interesantes de arquitectura civil zamorana de principios del siglo XVI y constituyen, con la vecina iglesia de Santa Lucía, uno de los rincones más sugestivos de la ciudad y concretamente del barrio que en época medieval se llamó «La Puebla del Valle». La noble fachada del edificio tiene como elemento más característico la soberbia portada, enmarcada a modo de alfiz por el cordón franciscano que le da nombre y en cuya parte superior campean los escudos de sus propietarios. Por ella se accede a la sala de exposiciones temporales, al salón de actos y a la biblioteca.
Detrás de esta casa blasonada añadió el nuevo edificio en cuyo interior se han integrado, como elementos expositivos, los restos pertenecientes a las arquerías del antiguo patio y parte de la escalera. En él se ubican las salas de exposición permanente y los espacios destinados al almacén de fondos. La iglesia de Santa Lucía, almacén visitable del museo, mantiene huellas de sus orígenes románicos en el muro norte.
Bea Barrio y el Museo de Zamora componen la primera entrega de El Parteluz, una serie de reportajes que inicia Enfoque Diario de Zamora con la intención de acercar el patrimonio de la ciudad a los lectores. Durante los próximos meses, diferentes arquitectos de la capital y de la provincia formarán parte de esta serie, eligiendo cada uno un edificio significativo de la capital o de la provincia para explicar cómo se construyó y qué papel ha jugado a lo largo de la historia.