«Vine para un año y acabé quedándome tres». Habla Miguel Eduardo Hansen Mejías, nombre que aparece en su DNI, aunque para todos es Mike Hansen. Los más veteranos aficionados al CB Zamora seguro que recuerdan su paso por las pistas en Zamora y su buena mano lanzando de tres (cerca de trescientos triples en poco más de ochenta partidos dan fe de ello). Hansen acabó su carrera en Zamora y posteriormente se embarcó en el proyecto de refundación del Club Baloncesto Ciudad de Valladolid, que puso en marcha tras la desaparición del Forum Filatélico. Ahora, 16 años después del fin de su aventura en Zamora y antes de que el equipo que fundara inaugure el debut del CB Zamora en Primera FEB en el Ángel Nieto, Hansen atiende a este periódico.
– En los últimos tiempos, desde que dejara la presidencia del Club Baloncesto Valladolid, le hemos perdido un poco la pista. ¿Qué hace ahora?
– Ahora soy presidente de honor del club que fundé y trabajo en una empresa americana de prevención de riesgos laborales. Sigo ligado al club, me gusta trabajar con los más jóvenes algunos fundamentos. De hecho, dos de mis hijos juegan en el equipo EBA del club y me encanta ir a verles jugar.
– ¿Cómo está el equipo, listo para el salto a ACB?
– Creo que todavía es un poco pronto. Estamos en proceso de seguir creciendo, asentándonos en la liga en la que estamos. Diría que todavía no es el momento, pero llegará seguro. Ahora tenemos que asentar las bases e ir creciendo poco a poco. En Zamora sabéis mucho de esto.
– ¿Qué momento vive el club tras la fundación?
– La masa social está consolidada, estamos en el entorno de los dos mil socios por temporada, aunque depende claro de los resultados del equipo. Hemos creado una buena base, creo, y hemos tenido una buena media de espectadores en el pabellón. Esperamos mantener este año, el equipo juega de forma muy atractiva y eso siempre gusta.
«En el momento de dejarlo me dio pena, porque eran tres años ya en Zamora. Es una parte de mi vida que guardo en un sitio muy especial».
– La intención de la entrevista es rememorar la etapa que, al final de su carrera, le trajo a Zamora. ¿Cómo la recuerda, qué guarda de entonces?
– Estuve tres temporadas, aunque venía para una, y lo recuerdo con un enorme cariño. Fueron mis tres últimos años de competición y tuve entonces, y hoy mantengo, una admiración enorme por Gerardo (Hernández de Luz). Es el pionero y el artífice de que hoy haya baloncesto de gran nivel en Zamora. Yo llegué allí casi rozando los cuarenta y recuerdo que jugábamos en la zona norte de Liga EBA, con los equipos gallegos. Ahí había mucho nivel, no te creas, había muchos jugadores ex ACB. Recuerdo grandes noches ahí en Zamora, algún año llegando incluso a playoff, aunque no era lo de ahora. Se abría solo una grada y no la llenábamos…
– Habla con cariño del presidente del club.
– Es una persona a la que Zamora entera tendría que homenajear. Es un pionero en el mundo del baloncesto. Lo que ha hecho es admirable, y me alegro mucho de que el club haya crecido, que subiera a LEB Plata y ahora a Primera FEB. Qué decir también del trabajo de Saulo, con cabeza, no gastándose lo que no hay, esforzándose en tener un club sano. Y ahí están, en la segunda categoría del baloncesto español. Solo cabe dar la enhorabuena.
– Si en su etapa le dicen que el CB Zamora va a llegar a lo que era LEB Oro hubiera dicho…
– Hombre, no te voy a decir que imposible, pero es que ni se pensaba. Fue una etapa bonita, venía gente a vernos, pero tampoco mucha… La ambición que teníamos no era esa, no era ascender, era ser lo más competitivos posible en la división en la que estábamos. Además, desde la presidencia, lo que te decía antes: no crear déficit, hacer club… Con la llegada de Saulo se ha despertado además una ambición de crecer un poco más, es más ambicioso, tiene una mentalidad más abierta, más moderna. Veo con gran ilusión del partido del fin de semana, como cuando nos encontramos en LEB Plata en la 2017/18. Siento su club un poco como mío, como al Valladolid. Ver lo que han hecho con el equipo me provoca una sensación de orgullo y felicidad.
– ¿Cómo llegó un jugador que había pasado por las ligas universitarias de Estados Unidos, por la ACB y por Alemania a recalar en Zamora?
– Pues jugaba en Palencia, ascendimos y entonces ya me exigían entrenar todos los días… Era para mí complicado. Yo tenía mi empresa en Madrid y no podía. Entonces me llamó Gerardo, me dijo que entendía mis responsabilidades empresariales, que en Zamora no había que entrenar todos los días, y me trasladó la ilusión por el club y el entorno familiar en el que se movía. Me gustó el proyecto, la gente que había, y decidí venir y acabar mi carrera allí. Pensaba solo estar un año y cada año me convencía para seguir. En el momento de dejarlo me dio pena, porque eran tres años ya allí. Es una parte de mi vida que guardo en un sitio muy especial.
– Durante su carrera las ha visto de todos los colores.
– He vivido mucho baloncesto, y muchos baloncestos distintos. Y puedo decir que siempre he disfrutado de cada uno. En esta parte final disfruté mucho, y ahora disfruto de la responsabilidad que puedo tener hacia los jóvenes de enseñar cómo se debe comportar un profesional. Siempre hay que respetar al juego, da igual la categoría en la que estés.
– Lo dice alguien que rozó con la yema de los dedos la NBA. Hay quien dice que si las lesiones le hubieran respetado, hubiera hecho carrera allí.
– Estuve invitado al draft y a pesar de haberme lesionado los Houston Rockets también me invitaron a su Rookie Camp, pero no fui porque vi que no iba a llegar en las mejores condiciones. Luego pasó que Estudiantes tenía mis derechos de formación y me dijeron que si les decía que sí me iba a quedar fuera de la ACB. Así que tomé la decisión de volver a Estudiantes e iniciar carrera en España.
– Su último partido universitario lo pierde con una canasta sobre la bocina de Jason Kidd. No me resisto a preguntar, ¿Cómo es lo de jugar al lado de Shaquille O’Neal?
– Buah, brutal, imagínate. Es verdad que cuando jugábamos juntos los dos teníamos la misma edad y no te imaginas lo que va a llegar a ser. Pero era impresionante entrenar a su lado. Una fuerza de la naturaleza. También estaba en aquel equipo Stanley Roberts. Nunca he visto a dos tíos tan grandes y tan ágiles, y en ataque era mejor Roberts. Tenía un juego de pies impresionante, pero a O’Neal en defensa no le tosía nadie. Era imposible moverle. Es un gran recuerdo.