Ni información directa, ni más detalles que los que han aparecido a través de la prensa ni, de momento, alternativa para continuar con la actividad económica. Los dos negocios que aún siguen abiertos en los locales de los primeros números de la avenida de la Feria aseguran que el Ayuntamiento de Zamora no se ha puesto de momento en contacto con ellos ante el anuncio, realizado el martes por el alcalde de Zamora, de que se pondrá en marcha próximamente el proceso de expropiación forzosa para los inmuebles que están todavía en manos privadas (tres del total de cinco que siguen en pie).
Adriano González es el gerente del bar Anglo, que lleva establecido en la zona más de cuarenta años y que es uno de los negocios que tendría que buscar alternativa si finalmente se ejecuta el derribo, algo que en cualquier caso no se espera en el medio plazo. González no es el dueño del inmueble, que pertenece a una familia que reside en Madrid, y no está por tanto implicado en las negociaciones directas con el Ayuntamiento. Pero sí tiene una opinión, y es que los inmuebles que están a las faldas de la muralla deberían valer al menos tanto como los que están en la acera de enfrente, algo que ahora no sucede. «Cuando se iniciaron negociaciones se ofrecieron 120.000 euros por este edificio, eso es ridículo», añade.
El gerente del Anglo asegura además que el hecho de que los edificios estén fuera del Plan de Ordenación Urbana hipoteca el estado de los mismos. En las viviendas, donde residen actualmente dos familias, hubo ya problemas para realizar reformas y los residentes consiguieron los permisos necesarios previo paso por el juzgado. En el bar, hacer una reforma es imposible. «Si hubiera podido, ya hubiera reformado el bar, pero no me dejan. Vas haciendo lavados de cara como puedes, pero no puedes hacer más porque no te dan permiso. Y así estamos», asegura González.
En la tienda de semillas y frutos secos de la esquina la situación es similar. Atiende al público una empleada de los dueños, que no quiere revelar su nombre pero sí da unas pinceladas de la situación general en el vecindario. Pide lo mismo que el dueño del bar, que los inmuebles estén valorados de igual manera que los de la acerca de enfrente. «Que den el valor catastral, si no se pide más, porque lo que se ofrece es indigno».
Las conversaciones sobre posibles expropiaciones en el primer edificio tampoco se han producido en los últimos años y las más recientes datan «de hace más de cinco años», cuando «dijeron una cifra y mis jefes no la admitieron». La tienda de semillas lleva también décadas en la zona, 38 años en este caso. «Nosotros ya tenemos aquí la clientela, lo que deberían de hacer, en cualquier caso, es dar una alternativa». En las mismas se expresa Adriano González. «Yo tengo mi bar en este barrio, si me cambian de zona se me va la clientela».
«No se pide tanto, nada más que un precio justo y una alternativa para seguir trabajando, porque están dejando esta zona sin negocios», añade la trabajadora de la tienda de semillas. «Antes por aquí andaba mucha gente, había muchos negocios. Ahora no queda casi nada, solo locales vacíos».
Guarido anunció ayer que el proceso de expropiación forzosa comenzará en próximas fechas una vez los inmuebles más próximos a la bajada de San Martín estén derruidos, algo que no tardará en suceder. Así, entre el parking de San Martín el número 9 de la avenida de la Feria solo quedará en pie una nave en el 2 de la Bajada de San Martín, expropiada por el método forzoso y que tiene el proceso judicializado (el Ayuntamiento asume que tendrá que pagar más de lo presupuestado). «Hemos empezado por lo fácil y ahora tendremos que ir a por lo más complicado», razonaba el martes el alcalde.
Arreglo de la atarjea
La atarjea que baja por la muralla y que proviene del casco antiguo centra las quejas de los vecinos de la zona, que no entienden «el afán» por seguir expropiando «cuando hay cosas que arreglar y no se arreglan». Es cierto que la atarjea tiene fugas, que por ahí salen aguas fecales y que la única actuación que se ha acometido ha sido vallar la zona para que la gente no se acerque. Pero, sobre todo en verano, la zona se convierte en un foco de insalubridad y el olor es pestilente.
El Ayuntamiento de Zamora siempre ha sido favorable a eliminar la atarjea de la zona, obra que no ha permitido Patrimonio. La infraestructura, que es antigua y está en mal estado, sigue funcionando y canaliza las aguas fecales de los residentes en el casco antiguo por la red de saneamiento de Zamora. La misma atarjea apareció bajo el piso del Museo de Semana Santa cuando se acometió su derribo y Patrimonio, entonces sí, autorizó actuar en ella, lo que próximamente la dejará sin uso.