Pasan unos minutos de las cinco de la tarde del viernes en la isla de las Pallas de Zamora. Al fondo, en Ifeza, ya suena la música, pero aquí, al pie del Duero, todavía hay bastantes campistas aparentemente despreocupados. Algunos aprovechan para echar unas latas de cerveza alrededor de las tiendas, otros salen de la ducha y algunos más simplemente duermen. La noche anterior ya fue exigente, con Europe y Obús en el cartel y con el viaje aún en el cuerpo. Unos cuantos vienen de muy lejos y aún queda lío que gestionar durante el fin de semana.
Este lugar, situado a apenas unos metros de la carretera de la Aldehuela y con el rumor del río como compañía, es el espacio en el que se han instalado cientos de rockeros llegados a Zamora para disfrutar del Z! Live. La organización aspira a congregar en torno a 30.000 personas en una ciudad de 60.000 para este evento ya consolidado y que ha poblado el lugar de camisetas negras. Tanto la isla como el centro, todo está colonizado.
En el grupo de quienes tiran de cerveza para calentar antes de ir a los conciertos se encuentran cuatro tíos de Bilbao. Tres de ellos son hermanos y se apellidan Supervía. De nombre Unai, Aitor y Koldo. El cuarto se llama Diego Fernández, y todos comparten corro mientras hablan de lo que viene. Y lo que ha de llegar pocas horas después es la razón principal de su presencia en Zamora estos días: el concierto de Kreator: «Me parece que es el único que dan en España», apunta Unai.
La banda alemana de trash metal convenció a esta cuadrilla de regresar a un festival «muchos años después» y de plantarse en una ciudad «que no está muy lejos». «Además, después de Kreator tocaba Vhäldemar, un grupo de Baracaldo. Como diseñado a propósito: «Aquí estamos de lujo. Hay sombra, se aparca bien en el carril derecho de la carretera y vamos para allá a dar guerra», insisten los bilbaínos que, como muchos otros por las Pallas, hablan más de otros conjuntos que de Europe, más atractivo «por el nombre» que por otra cosa, según los que entienden.
Este grupo recuerda, además, que no solo de Ifeza y del festival vive el hombre. A pesar de lo «torcidos» que estaban el viernes por la mañana, los cuatro subieron a la ciudad, asistieron a uno de los espectáculos programados por el Z! Live en el centro y ya tomaron algo y comieron por ahí. Su idea era llegar este sábado a la zona del Castillo y de la Catedral, y quedarse también por los bares de la zona: «Esta mañana estaba eso a tope, íbamos todos con camisetas negras y la pulsera del festival, y estábamos comiendo y bebiendo», aseguran.
Esto quiere decir que «la gente se deja bastante pasta por la ciudad», más allá del camping o del consumo en Ifeza: «Es un festival top tres en España» dentro de este tipo de música, abundan los vascos, que destacan que la organización «lo tiene todo bien montado». «Aquí muy bien. Ni un ruido para dormir, a la mañana también bien y pensábamos que eran pocas duchas, pero hemos ido y no había colas», zanjan los Supervía y Diego, que también preguntan por la piscina más cercana. En según qué momentos, no está de más un chapuzón, aunque el calor aún no apriete al máximo.
De fuera de España
Unos metros más allá de la zona donde se ubica el cuarteto vizcaíno aparece una pareja portuguesa. Estos dos festivaleros no han hecho más que remontar el río para plantarse en Zamora desde Oporto: «Nos gustan mucho el rock y el heavy metal, y esto tiene un cartel fantástico, nos queda cerca y el camping es espectacular, con el río al lado», resume Lisandro Jesús, que es de los que sí disfrutó con el «gran concierto» de Europe.
Este visitante luso es amante «del rock y el heavy metal más tradicionales», y también aguardaba la venida de «un buen concierto de Kreator», sin perder de vista lo que será el sábado Avantasia. «Estamos los tres días y el domingo por la mañana nos volvemos. Es nuestra primera vez en Zamora, pero la cuarta en España para un festival», aclara Lisandro Jesús, que remarca la variedad que ofrece el Z! Live, con actuaciones «para griegos y troyanos, como se suele decir».
Esta pareja admite que la intensidad del festival no les da «para ir mucho» al centro, aunque sí lo suficiente para pasear por el Castillo y por la Catedral: «Se nota que es una ciudad antigua, con gente hospitalaria. Aquí está todo muy bien organizado», se despide el portugués.
Por toda la zona de acampada se observan banderas de distinta procedencia, unas tiendas preparadas para vivir y otras para resistir y, sobre todo, bastante limpieza y una calma absoluta. No parece que haya demasiada intención de trasladar el jaleo de Ifeza al campamento base. Rumbo a los baños, listos para la ducha previa a los conciertos, aparecen Sergi Muñoz y Diego Sevi. Para ellos, es la tercera vez en el Z! Live, y han regresado llamados por «un cartel equilibrado» y por la certeza de que encontrarán «alguna joya oculta».
Desde las Pallas, los hoteles de la ciudad, los establecimientos de la provincia, los apartamentos turísticos o incluso las provincias cercanas con viaje de ida y vuelta, Zamora está llena de heavys. El Z! Live crece, su fama también y el impacto para el territorio se multiplica. Las camisetas negras son pasión, forma de vida y también repercusión económica: cinco millones de euros, según la organización. La cifra lo dice todo.