En la parte trasera de la Plaza Mayor de Zamora, amarrados a sus perros y atentos a los discursos que se lanzan desde el escenario, Goyo Cabrera y Mari Carmen Muñoz reman, un día más, a favor de la reapertura de la línea ferroviaria de la Ruta de la Plata. Los dos vienen de Jaraíz de la Vera, una localidad cercana a Plasencia y ubicada a 230 kilómetros del lugar en el que se encuentran. No son los únicos extremeños que han acudido a la movilización lejos de casa ni tampoco es la primera vez que se implican en esta guerra, pero su caso tiene una particularidad: los dos sufren una diversidad funcional de tipo visual. Para ellos, el coche no es una alternativa.
«Antes, estábamos conectados a muchos lugares como Salamanca solo con ir hasta Plasencia. Ahora, ya no podemos desplazarnos más que en coche o en autobús», lamenta Mari Carmen, que asegura que ambos ya estuvieron movilizados para plantarse contra el cierre de una línea que se clausuró en los 80. La guerra no es nueva: «La ruta vertebra todo el oeste y, además, el tren es un medio más ecológico. También hay que luchar contra la contaminación que supone el transporte por carretera», añade la mujer.
A su lado, Goyo Cabrera interviene para subrayar que «todas las inversiones se van para el Levante, mientras esta zona del oeste se queda abandonada». «Esta también es una historia de desigualdad entre territorios», advierte el manifestante extremeño, que habla con el conocimiento de quien lleva décadas peleado con la realidad del cierre de la Ruta de la Plata. Lo que ocurre es que, como se ve en los huecos vacíos de la Plaza Mayor de Zamora, no todo el mundo está en su mismo nivel de implicación.
«Estamos en una situación de desmovilización para todas las cosas», lamenta Goyo, que advierte de los riesgos que genera esta actitud social: «Si la gente no quiere emigrar a las grandes ciudades, toca luchar por este tipo de cosas», recalca el vecino de Jaraíz de la Vera, que reconoce que su situación personal convierte el tren en un medio más necesario para él, pero que recuerda que también ayuda al resto, particularmente «a los mayores o a los estudiantes».
«Esto se ha quedado corto»
En general, la sensación que se palpa entre las personas que se han desplazado este sábado a Zamora es de cierta desazón por la afluencia de gente a la cita: «La respuesta ciudadana…», deja en el aire, con un gesto de desaprobación, Herminia Rodríguez. Ella ha venido desde Navalmoral de la Mata y considera que esto «se ha quedado corto». «Los políticos están de paso. Quien se tiene que movilizar es la gente», avisa esta mujer, que critica «el destrozo» que está causando la gestión ferroviaria en su municipio y «el desastre» que afecta a Extremadura en general.
Desde León, un hombre llamado Manuel que prefiere omitir su apellido, concede igualmente que creía que «iba a haber más gente». «Se ve que hay mucha población que no se quiere comprometer», apunta el manifestante, que se reconoce «pesimista» ante la posibilidad de una reapertura a corto o medio plazo, pero que justifica de este modo su presencia: «En estas cosas, hay que tratar de estar».