Es complicado pensar que Tamara Fuentes, la alcaldesa de Vega de Tera, está «sola» en su intención de favorecer la instalación en el pueblo de una planta de biogás. Como es complicado decir que el pueblo está a favor de esta inversión. La propuesta ha partido por la mitad a la localidad, que se divide entre los que apoyan la planta con la premisa de que dejará dinero y trabajo y los que consideran que convertirá a la zona en un «estercolero» y que favorecerá la instalación de macrogranjas en la comarca. «Hacen falta 350.000 cerdos para que sea rentable en un área de 30 minutos de viaje», aseguran estos últimos. «Sería la condena del pueblo».
Sea como fuere, lo cierto es que las cifras que se plantean en esta operación son importantes para un municipio de pequeño tamaño. Las cuentas que ha hecho el equipo de Gobierno, y que ha trasladado a los vecinos, hablan de una recaudación por el ICIO (Impuesto de Construcciones, Instalaciones y Obras) de medio millón de euros. Hablan de 72.000 euros anuales de IAE, 25.000 de IBI y una renta por el alquiler de los terrenos de 360.000 euros en lo que dure el contrato. El presupuesto anual del pueblo ronda el medio millón, lo que da una idea de la importancia económica que la planta tendría si estas cifras se cumplen.
Datos insuficientes para las personas que están en contra de la planta, que reiteran que «no estamos en venta» y que, en el caso de la oposición, denuncian deficiencias en la tramitación de los permisos y «oscurantismo» por parte del equipo de Gobierno. Conchi García es concejala de Zamora Sí en el Ayuntamiento y apunta que «de la planta de biogás nada se nos ha dicho». Subraya, además, que la obra «hubiera quedado aprobada» de no ser «porque nos enteramos de que iba a votarse y conseguimos traer a 14 vecinos de Junquera de Tera que protestaron, y no se llegó a votar en el Pleno».
La oposición, de momento, «no ha recibido informes, ni papeles, ni documentos, ni nada» que avale que las cifras que ha publicado el Ayuntamiento de Vega de Tera son ciertas. «De momento son todo especulaciones», aseguran desde Zamora Sí en declaraciones a este periódico.
En la última reunión sobre el tema, celebrada en la tarde del viernes y a la que acudió un número bastante recudido de personas, se pusieron sobre la mesa las «promesas» que la empresa ha hecho a los vecinos de Vega de Tera. Por ejemplo, «abono gratuito para los vecinos», ya que «se ha conseguido» que Capwatt, la empresa que proyecta la planta, «ceda abono gratuito para parcelas y huertas». Recogida, además, «de aguas fecales en fosas sépticas, supliendo la inexistencia de depuradoras para tal fin, aguas contaminadas que vertemos a nuestros cauces y arroyos». Los manifestantes del sábado en contra de la planta, sobre este punto, pedían directamente la construcción de una depuradora.
Posturas muy enfrentadas
La situación pinta en bastos para las próximas semanas, porque las posturas están muy lejos de encontrarse. El equipo de Gobierno anuncia que va a seguir adelante y la oposición apunta que hará lo que esté en su mano para pararlo, con más medidas de presión popular «si son necesarias». «Desde el Ayuntamiento apostamos firmemente por esta planta de biometano y trabajaremos para que Capwatt nos elija y se asiente en nuestro pueblo y podamos tener así una fructífera relación que siente los cimientos de la recuperación de nuestros pueblos y nuestra comarca», anuncia la alcaldesa. «¿Quién va a querer venir a un sitio donde no se va a poder respirar?», se preguntan en la otra orilla.
Sobre los puestos de trabajo, las cifras varían y, de los seis anunciados inicialmente, se ha pasado a 16. Diez son camioneros y, de los otros seis, dos los pondría directamente la empresa de entre su plantilla. «Que nos digan quiénes son esas cuatro personas que tanto necesitan este trabajo», piden las personas que están en contra de la planta.
Trabajo para la obra
El equipo de Gobierno apunta por lo demás que «durante la fase de construcción», que duraría unos dos años, «se necesitarán cubrir entre cuarenta y cincuenta puestos de trabajo para la ejecución de la planta en la que, además, se suscribirán contratos con empresas de la comarca para el suministro de los materiales de construcción requeridos».
Ni inversión, ni trabajo, ni ventajas. Nada vale para quienes no quieren junto a sus casas una planta que obligará a pasar por la comarca hasta 50 camiones diarios cargados, cada uno, con veinte toneladas de purines. «Pasarán por el centro de nuestros pueblos». Otros, en cambio, ven en la planta la oportunidad de futuro del pueblo.