El claxon del panadero altera la paz de San Juan del Rebollar a media mañana del martes. Como en cada pueblo, el vendedor va dando a conocer su presencia en las distintas zonas de la localidad para que los vecinos salgan a la puerta y cojan la hogaza o la pieza que corresponda. La rutina habitual. Una de las barras se queda en el almacén de alimentación de Luis Vara, la nave que también sirve como tienda para los lugareños: «Si viene alguien a por una caja de leche mientras estoy cargando y descargando, atiendo», matiza el responsable del negocio.
Y es que San Juan del Rebollar solo es el punto de partida. Cada día, de martes a sábado, este es el origen de los dos camiones de Alimentación Vara que abastecen casi a cada rincón de la comarca: «Vamos a siete u ocho pueblos al día», aclara Luis, mientras coloca su género, descarga algún palé y se mantiene atento a la organización de la jornada. En San Vitero, la cabecera municipal que está a un paso, su mujer despacha en un establecimiento físico.
Este empresario rural empezó con su proyecto en 2009. «Estábamos en Madrid y vinimos para aquí», remarca el responsable del almacén, que terminó en San Juan del Rebollar animado por su pareja, oriunda de esta tierra: «Cuando empezamos, íbamos solo a tres pueblos al día», matiza Vara, que explica que ahora toca programar desplazamientos más largos y atender más localidades, «aunque algunas estén prácticamente desiertas».
«Hay gente que lo agradece y gente que no. Ya sabes que alguno, si tú levantas las orejas…», desliza el dueño de Alimentación Vara, que subraya que hay quien prefiere desplazarse a Alcañices o incluso a Zamora. En el caso de San Juan, su almacén «no es un punto de venta» en sentido estricto, pero muchas veces funciona como tal por la comodidad que implica para la gente de la localidad, que carece de tienda.
Y eso que, «en relación con otros pueblos, este está mejor», como admite Vara, que también cuenta con algunos empleados para sacar adelante todo el trabajo que exige el negocio. De hecho, habitualmente son seis aparte de su mujer y él, una cifra nada desdeñable si se tiene en cuenta el tamaño de las empresas que generalmente operan en este sector en la provincia, más allá de las cadenas.
El servicio ambulante
Lo que ocurre ahora es que tres de los trabajadores se encuentran de baja: «Esto es así», lamenta Luis Vara, que busca soluciones para tratar de paliar las ausencias mientras continúa con su labor en el almacén: «Esto es el centro de transportes», sonríe antes de girarse para seguir con la jornada.
Fuera, por las calles del pueblo, el sonido de la bocina del panadero se va alejando rumbo a las calles de otras localidades. La estructura de la población exige esa vida ambulante para unas personas que, mientras hacen su vida, se la van facilitando a los demás a la puerta de casa.