Entre debates eternos, chascarrillos, disputas y reprimendas. Por ahí discurrió la sesión ordinaria del mes de abril en el Pleno de la Diputación. Con los regantes del Eria y del Órbigo como público, los políticos se enzarzaron varias veces, sobrepasaron el tiempo estipulado otras tantas y acabaron por desesperarse los unos a los otros en una mañana de viernes que se presumía tranquila, ante la ausencia de grandes asuntos en el orden del día, pero que terminó por ser más bien soporífera tras más de dos horas de intercambios dialécticos y gestuales.
El debate arrancó por el arrendamiento de potabilizadoras y enfrentó a los dos diputados que más suelen intervenir en las sesiones: de un lado, el presidente, Javier Faúndez; del otro, la portavoz de Izquierda Unida, Laura Rivera. Y eso que ambos votaron lo mismo en un punto en el que la discusión no se centró en lo que se aprobaba en sí, sino en la situación de la depuración de agua en los pueblos.
A Faúndez no le gustó demasiado el tono crítico de Rivera en ese asunto, y acusó a la representante de IU de «querer vender el estereotipo de que Zamora es la provincia del botijo», cuando eso son ya «imágenes del NO-DO». Su interlocutora replicó que lo que antes eran problemas de sequía ahora lo son de contaminación y aseguró que prefería el botijo «con agua fresquita del grifo». Al final, todo volvió a su cauce, con los grupos aprobando el punto y con Faúndez prometiéndole a Rivera un «botijo personalizado para San Pedro».
La sesión parecía encauzarse, y más aún cuando el diputado de Vox, David García Montes, intervino simplemente para elogiar una medida del equipo de Gobierno. En este caso, consistente en la cesión de vehículos desgastados para que los institutos con Formación Profesional vinculada a la mecánica puedan aprovechar sus piezas en lugar de destinarlas a la chatarra.
La cosa marchaba nuevamente apaciguada hasta que llegó el momento de las mociones. Ahí, regresó el enfrentamiento entre Faúndez y Rivera. Primero, por una propuesta de IU sobre el transporte entre las comarcas; después, por otra acerca de la tramitación de los proyectos energéticos. En ambos casos, el presidente aprovechó el espacio entre votación y votación – ambas contrarias a la moción – para tildar de «ocurrencias» los planteamientos del grupo de la oposición.
Rivera cargó contra el presidente cuando tuvo la opción de meter baza y le acusó de «no enterarse» de lo que proponía Izquierda Unida. Fue justo antes de que llegara el momento de los regantes. Primero con la propuesta de Rivera con un texto alternativo que fue rechazado y luego con la general, que se debatió durante largos minutos hasta alcanzar la unanimidad, performance de Vox con el cerdito incluida.
El debate también se alargó en las preguntas, aunque aquí sí se sacaron algunos datos de interés. Por ejemplo, que la Diputación ha decidido no ir a Madrid Fusión y al Salón Gourmet porque cada visita a estas ferias «cuesta 80.000 euros», según respondió Faúndez en una pregunta formulada por Zamora Sí. «Lo que estamos haciendo es trabajar para ir a otros escenarios que pensamos que pueden tener más repercusión», aclaró el mandatario alistano.
La última disputa
La siguiente pregunta sirvió como último escenario de la batalla entre Faúndez y Rivera. La portavoz de IU preguntó por la biorrefinería, el presidente respondió algo que no satisfizo a su rival y ambos comenzaron una discusión un tanto extraña que terminó con dos llamadas de atención del presidente a la representante de la oposición por hablar sin tener el turno de palabra. Como no hubo una tercera, la cosa no fue a más.
Casi durante todo el Pleno, la portavoz del PSOE, Sandra Veleda, asistió a las disputas como quien ve un partido de tenis. En sus intervenciones, la socialista procuró hablar con cierta mesura y con un tono que incluso Faúndez agradeció ya en las preguntas sobre Sodeza, el bibliobús o los bomberos de Benavente. En este último caso, el presidente reconoció algunos errores en sus declaraciones públicas sobre el estatus de la ciudad dentro del Consorcio de Prevención y Extinción de Incendios.
Tras ese «mea culpa» y la defensa de que la aportación con el fin de que Benavente financie este servicio es suficiente para su prestación, Faúndez levantó una sesión que empezó casi divertida con el botijo y el NO-DO y que terminó haciéndosele eterna hasta al secretario.