¿Por qué Sayago ha perdido más de 25.000 habitantes en los últimos 120 años? Esa pregunta tiene muchas respuestas que toman forma de acumulación de factores. Decenas de razones han intervenido en un desplome coherente, por otra parte, con la realidad de La Raya entre Zamora y Portugal. A pesar de la dificultad que supone ofrecer una explicación sencilla, el tamaño de esta grieta ha llamado la atención de Juan Jacobo Núñez (UNED) y de Antonio Sendín (Universidad Rey Juan Carlos), que publicaron hace unos días el estudio «Consideraciones estadísticas y sociológicas dirigidas al desarrollo de la comarca de Sayago (Zamora, España)».
Este análisis aparece en el último número de la revista Ager, una publicación especializada y dedicada a los estudios sobre despoblación y desarrollo rural. El informe no está basado en la mera cuestión numérica ni en la observación distante de la realidad de la comarca, sino en una mezcla entre los datos y la opinión de los diez alcaldes de Sayago que aceptaron contestar a las preguntas formuladas en mayo de 2022: los de Bermillo, Fariza, Almeida, Moral, Moralina, Villadepera, Luelmo, Villardiegua de la Ribera, Salce y Gamones.
Esa mezcla entre la frialdad de la estadística y la experiencia sobre el terreno de los munícipes da lugar a una serie de consideraciones y de reflexiones que confluyen en una opinión diáfana sobre la despoblación: es un problema «de carácter sistémico y muy grave, por lo que cualquier actuación correctora realizada por parte de la Administración, ya sea de tipo económico, en forma de incentivos fiscales o de emprendimiento femenino, es reclamada como imprescindible para la solución del problema».
Los alcaldes aducen que los entes locales por sí solos «no disponen de capacidad suficiente para el diseño de planes de desarrollo económico» y menos con las cargas principales que lastran a la comarca: «el envejecimiento, la falta de infraestructuras y la carencia de servicios públicos». Estas cuestiones, unidas a los problemas con los servicios sociales o al incremento del nivel educativo, impulsor del éxodo, actúan como «potenciadores de la desertización».
Además, los líderes municipales no consideran tan acuciantes los problemas para encontrar empleo o el rechazo a los trabajos agrícolas. Al menos, no los sitúan como factores decisivos de la marcha de los vecinos. Eso, según los autores, refuerza la tesis de que «los verdaderos factores generadores de despoblación no residen en la vida rural en sí misma», sino en temas «exógenos relacionados con la falta de infraestructuras y servicios básicos»,
La solución agraria
En este mismo sentido, existe la percepción de que, a la hora de sopesar las medidas que podrían atraer nueva población a la comarca, «la actividad agraria sigue considerándose como una solución coherente y efectiva para el desarrollo rural, lo que viene a indicar la necesidad de profundizar en este tipo de aspectos, puesto que de algún modo, no se han colocado en el centro de las medidas adoptadas por la Administración».
De igual modo, según los autores, «los aspectos más distintivos de la vida rural, y que por lógica deberían ser los que más seriamente requieren ser analizados y potenciados, no están en línea con los intereses de la Administración, y, consecuentemente, no se ajustan a las vías de solución diseñadas por los organismos públicos para enfrentar el problema de la España vaciada».
Las carreteras no abren tiendas
Respecto al desarrollo de actividades económicas y turísticas, «como podría esperarse, se observa una relación directa entre el tamaño del municipio y la apertura de nuevos negocios». No es así si se relaciona con la variable de comunicación por carretera entre localidades, puesto que, según la información recogida en el primer bloque de la encuesta, «en municipios como Moral de Sayago o Luelmo, no se ha producido la apertura de nuevas actividades comerciales», a pesar de considerar que cuentan con una buena conexión vial.
En consecuencia, este resultado apuntaría a que «la creación de nuevos negocios tiende más al consumo interno, como puede ser el funcionamiento de una tienda de comestibles o un bar, que a aspectos externos o de carácter turístico, tales como la apertura de una tienda de artesanía o de productos autóctonos». De hecho, otro de los puntos que aborda el estudio tiene que ver con el carácter «limitado» del turismo como motor económico.
Otra de las vías a explorar sería el teletrabajo, de quien llegue y de quien ya está. De hecho, los alcaldes hablan de «una adecuada normalización en el uso de los avances tecnológicos», tal y como está ocurriendo de manera generalizada en todos los ámbitos. «En definitiva, las nuevas tecnologías se vienen asimilando con normalidad y podríamos afirmar que se consideran facilitadoras del desarrollo, sin contradicción o incompatibilidad alguna con lo esencialmente rural», remata el estudio.