Doce personajes protagonizan la única obisparra de la provincia en la que aparece el obispo que dio origen a su nombre, la de Sarracín de Aliste. Con doce personajes en total, son tres los grupos que llevan el peso de la representación: el de los Diablos (el Diablo Grande, el Pequeño, la Filandorra y el Rullón), el del Ciego y el Molacillo; y el de la Madama y el Galán.
La representación se lleva a cabo durante toda la mañana, produciéndose en la localidad varias peleas entre diablos y el Ciego y el Molacillo, luchas de las que los primeros suelen salir despedidos. Después de la petición del aguinaldo y de las coplas picarescas que cantan el Ciego y el Molacillo, lo principal vuelven a ser las luchas y la muerte del Niño de la Filandorra (representado por un muñeco) y su entierro. Uno de los personajes se viste entonces de Obispo, práctica que ha sobrevivido a todas las censuras religiosas existentes en la historia hacia las mascaradas.
Sarracín vive esta fiesta en familia, dejando el pueblo con un evidente mejor ambiente que el de un día normal pero con poco que ver con el vecino Riofrío, con el que comparte ayuntamiento y fecha de la mascarada, lo que eclipsa la celebración de Sarracín por parte de los más famosos Carochos, que han concentrado a más de dos centenares de personas en su acto central.