A la salida de Barcial del Barco por la Nacional rumbo a Benavente, entre la niebla que ocupa estos días el cielo y casi el suelo de la provincia, aparece un pequeño camino a mano derecha. Una vez en él, basta con recorrer unos metros en línea recta para toparse con una zona perimetrada y con un cartel con el logo de la Diputación de Zamora en el que se lee el siguiente texto: «Proyecto biorrefinería multifuncional».
Si no fuera porque la imagen corporativa de la institución que aparece en el letrero se estrenó hace poco más de tres años, podría parecer que el cartel lleva allí un buen tiempo más. A su alrededor crece la maleza, mientras el amplio terreno que aparece por detrás exhibe un desarreglo que no es coherente con las tierras que lo circundan. Tampoco queda nada ya de la caseta de obra que se instaló en noviembre de 2020.
Se suponía que en aquel mes debían comenzar las obras de la tan citada biorrefinería de Barcial, pero tan solo fue un amago. Si aquello hubiese arrancado en serio, los trabajos tendrían que estar ahora recién terminados y el pueblo estaría contando las horas previas a la puesta en marcha de la actividad empresarial que le llevan prometiendo «más de 20 años». Por contra, el asunto se ha judicializado por las denuncias de los promotores a distintos cargos de la Junta y de la ejecución del proyecto nada se sabe.
La última noticia que se conoció al respecto, más allá de las declaraciones como testigos de Francisco Igea, exvicepresidente de la Junta, y de Francisco José Requejo, expresidente de la Diputación, la dio la semana pasada el actual mandatario provincial, Javier Faúndez, que admitió que los promotores siguen interesados en ocupar los terrenos adquiridos por la Administración para la causa y que advirtió de que el modelo de cesión gratuita no tendrá cabida en ningún caso. La empresa deberá de pagar alquiler.
Más tarde, las fuentes provinciales consultadas apuntaron que el Ayuntamiento de Barcial del Barco también había mostrado un interés incipiente por los terrenos, a la vista del panorama del proyecto. Lo cierto es que su alcalde, Francisco Javier Valderas, bien puede ver a diario, en su ruta desde Benavente hacia su nave ganadera, que en la parcela lo único que pasa es el tiempo. Y lo lleva mal.
La paciencia se agota
El responsable municipal, de Zamora Sí y recién llegado al cargo en el mes de mayo, deja claro que él sigue apoyando la puesta en marcha de la biorrefinería, pero también desliza que se le está acabando la paciencia. «No tengo nada en contra del proyecto, pero hay que empezar a buscar soluciones. Me duele en el alma ver una parcela tan buena como esa totalmente desaprovechada», argumenta el alcalde.
El terreno, de 50 hectáreas de superficie, sigue vacío mientras Barcial languidece en busca de una oportunidad. De ahí que Francisco Javier Valderas ya preguntara en agosto por esta cuestión a Faúndez. «No tengo ninguna alternativa concreta, pero sería buscar algo bueno para el pueblo», insiste el dirigente local, que cita el escepticismo con el que los vecinos miran el futuro de este proyecto tantas veces prometido.
La realidad es que en el bar, si se pone el tema encima de la mesa, la gente replica con una media sonrisa. El cuento de Pedro y el lobo se queda corto por aquí: «Parecemos el pueblo del chiste», resalta el alcalde, que cita un dicho que tomó prestado de su padre y que resume bien lo que piensa del asunto: «De no hacer, no estorbar». Es decir, todo bien con la biorrefinería, pero a otra cosa si eso no es factible.
Francisco Javier Valderas no entra a valorar los motivos por los que el proyecto sigue atascado, pero sí asegura que «las puertas de Barcial están abiertas» para este y para otros negocios, incluso en esa parcela si fuese menester: «Se llame la empresa como se llame», avisa.
En este municipio ubicado en la antigua carretera, faltan el tiempo y la gente. De ahí que su alcalde cierre con el mensaje más claro de la conversación: «Si quieren hacer algo que lo hagan, pero que no molesten».