A Fernando Ruiz y a Guillermo García les cuesta hacer las cuentas de los partidos que han disputado con la camiseta del Balonmano Zamora. El pivote reconoce que puede que sean más de 400 cada uno, pero la realidad se percibe mejor si se habla de toda una vida deportiva, sin números. Los dos han recorrido de arriba a abajo las categorías del balonmano español: desde Segunda Nacional hasta la Liga Asobal: un viaje inesperado con gestas, días de gloria y un presente en el que la lucha por la permanencia en Plata sabe a poco. Nadie lo hubiera dicho cuando todo empezó.
«Rozamos el cielo cuando llegamos a Asobal, pero no pudimos mantenernos ahí. Da un poco de pena al mirar atrás, pero esto son etapas. Pertenecemos al grupo y ahora nos toca vivir lo malo, hay que luchar y sufrir», arranca Fernando desde el interior del vestuario, en las entrañas del Ángel Nieto. A su lado, Guille valora «el camino andado» y también cita el verbo sufrir. El equipo pistacho lo conjuga mucho en los últimos meses. No en vano, va último en División de Honor Plata con 4 puntos de 26 posibles. Este sábado podría abandonar la cola si gana en casa al penúltimo clasificado, el Handbol Mallorca. Por ese partido pasa un tren para agarrarse a la pelea.
«Hay que sacarlo adelante», señala Guille, que apela a la experiencia propia y al empuje de los jóvenes para desencallar el barco. Ahora bien, puntualiza algunas cosas: «Los chavales vienen de abajo y se creen que, como el equipo está en Plata, ya tienen derecho a jugar en esta categoría. Nosotros veníamos de abajo y muchas veces ni entrábamos en los partidos de Segunda Nacional. Esto no es tan fácil, hay que tener nivel», asegura el jugador zamorano.
Guille incide en la importancia de valorar, desde dentro, la dificultad que implica una categoría como Plata: «No hay que creerse con el derecho de estar aquí», remarca, antes de volver al pasado: «Mira de dónde veníamos y acabamos lanzando unos tiros con Karabatic. Nos pintaban la cara, pero estábamos ahí», apostilla el primera línea del Balonmano Zamora.
El sacrificio de una carrera deportiva
Fernando escucha a su compañero y destaca, además, todo lo que han sacrificado por el camino: «Hemos invertido mucho tiempo que le hemos quitado a nuestros seres queridos. Me gustaría saber si mucha gente estaría dispuesta a asumir eso», argumenta el veterano jugador pistacho.
Las ausencias y los viajes interminables se llevan mejor, en todo caso, cuando los resultados salen, cuando las piezas encajan y la estabilidad impera: «No es plato de buen gusto cuando destituyen a un entrenador. Siempre creas algún vínculo y no es fácil ni para nosotros ni para la directiva cuando se saca una pieza fuera», sostiene Guille. Su compañero recalca que «duele», pero subraya que «es el día a día del deporte».
En realidad, Fernando considera que «lo raro era lo anterior», aquella etapa con Eduardo García Valiente en el banquillo en la que «una persona era capaz de dar esa estabilidad, hacer funcionar las cosas y añadir jugadores que hacían mejorar al bloque». «Igual estábamos muy mal acostumbrados», desliza el pivote.
«Si no creyéramos, no estaríamos aquí»
De vuelta al presente, el propio Fernando reconoce la dureza de la temporada que está pasando el equipo. «Perder no gusta y hace que las cosas malas sean peores pero, si desde dentro no creemos, no sé qué hacemos aquí», indica el jugador pistacho, que opina que «objetivamente hay una buena plantilla». «Lo que pasa es que el deporte es muy jodido. Iñaki (Gómez, el presidente del club) habla de los intangibles y a veces ahí está la clave».
Guille tira de realismo para comentar lo que siente durante los partidos de esta temporada: «Al final, sales ahí, te dejas los huevos y no salen las cosas». Los dos insisten, pese a todo, en que «la salvación es posible». De hecho, Fernando estima que con lograr 22 puntos valdría; es decir, con ganar lo de casa: «Lo veo asumible», asevera el pivote, mientras su compañero opta por dejar al margen los números: «Yo me centro en los partidos: el que venga cada semana es el que toca».
Con 34 y 39 años respectivamente, Guille y Fernando son conscientes de lo que implicaría un descenso: «En cuanto bajas, volver es mucho más difícil», avisa el primera línea. El pivote considera que la caída a Primera Nacional sería «un fracaso», pero no el final de la aventura del Balonmano Zamora: «Hay mimbres para continuar, pero bajar es algo que ni me planteo. Me centro en mantenernos y a pensar en el año que viene», concluye.