«No, no venimos a repoblar». La frase la pronunciaba ayer mismo un militar en un camino cercano a Toro, al ser preguntado sobre la reapertura de Monte la Reina. El uniformado en cuestión, fiel al estilo castrense, era parco en palabras, pero de su afirmación se puede entrever la sensación existente en el cuerpo. Una sensación que ya explicó en su día la Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME), que consiste en que parte del Ejército se muestra contrario a los planes de Defensa y del Gobierno de «repoblar» territorios con problemas demográficos valiéndose, para ello, de los militares.
En un duro comunicado remitido en su día, la AUME censuró la «utilización de los militares y sus familias» en una maniobra que tildó de ser «lo más parecido a la trata de personas» donde «sin contar con su consentimiento, se les obligará a un proceso de repoblación propio de otras épocas y sin nada que ver con la defensa nacional, principal cometido del militar».
El proyecto, continuaban las mismas fuentes, «nada tiene que ver con las necesidades operativas de defensa», algo no del todo cierto, puesto que las bases actuales están infradimensionadas y demasiado centralizadas. «Sin embargo», continuaban, «se basa en lo que los militares y sus familias podrían aportar a la economía local». Incidía AUME en que «la deslocalización de las familias obligadas a desplazarse obligará al abandono de su estabilidad social, perdiendo trabajos los cónyuges, cambiando a los hijos de entorno social y siendo obligados a un cambio de vida en beneficio de otros. La vida personal de los militares no está a disposición del Estado», zanjaban las mismas fuentes.
El fracasado «Proyecto Arraigo»
La implicación del Ministerio de Defensa en la repoblación de las zonas vaciadas no es nueva. Ahí quedó, como muestra, el sonado «Proyecto Arraigo», que ofrecía a los militares próximos a los 45 años trasladarse a zonas despobladas.
Defensa aseguraba que «los profesionales de las Fuerzas Armadas poseen unas características apropiadas para vincularse y tener su proyecto de vida en el ámbito rural, con trabajo y emprendimiento. Su formación, servicios a la población, disciplina, espíritu de sacrificio, trabajo en equipo e iniciativa, les hace tener unas características personales y profesionales idóneas para vivir, emprender o trabajar en el mundo rural (les encontramos trabajo), además de gozar de la total confianza de los vecinos y alcaldes de nuestros pueblos para una vinculación en lo social, cultural y deportiva, con la hospitalidad de todos». Espíritu de sacrificio y confianza de los vecinos eran dos de los aspectos más valorados por el Ministerio, como se recoge en un tríptico que todavía hoy puede encontrarse por Internet.
Defensa aseguraba contar con una base de datos de 4.500 personas que estaban interesadas en participar en este proyecto, y contaba también con zonas dispuestas a acoger a esos militares próximos al retiro. Se trabaja de repoblar las provincias de Soria, Huesca, Jaén, Zaragoza… y Madrid, que también se incluía en la lista. Salamanca, Valladolid, Murcia, Ávila… eran provincias con las que se estaba trabajando. Zamora no estaba incluida en esta lista de provincias vacías.
Cuando el proyecto quiso cristalizar había apuntadas realmente algo más de 150 familias. Unas pocas, comunicó Defensa en su día, llegaron a instalarse en puntos de los ofertados, principalmente en zonas de la Sierra Norte de Madrid (es de suponer que se trataba de militares de Madrid que querían alejarse un poco de la gran ciudad y aprovecharon el programa). El proyecto dejó de ser objeto de información pública hace dos años y nada más se sabe de él.