En medio de la fiesta del producto local que constituyó la cita del viernes en Trabazos, con espacio para las setas, las castañas, los frutos rojos e incluso las tortillas, la miel ocupó un papel protagonista. La citada localidad rayana acogió una nueva edición de los premios Alveare, pensados para reconocer las creaciones más destacadas de los apicultores zamoranos. En este caso, los triunfadores principales del evento fueron La Miel de Laura y Mieles de Valcuebo, que se quedaron con los Oros en las variedades claras y oscuras respectivamente.
En el caso de La Miel de Laura, el éxito vino de la mano de su particular miel de menta: «Hemos tenido una cosecha muy escasa este año, pero es un orgullo que nos reconozcan porque hacemos un producto muy especial», explica la mujer que da nombre al negocio. «Esta variedad necesita unas condiciones de temperatura muy concretas, por lo que se convierte en algo muy exclusivo», añade.
Para Laura Gago, la capacidad para hacer algo diferente vale más que un acceso a la lucha de mayor escala: «Es muy difícil competir con las grandes envasadoras y creo que el producto de Zamora no es para entrar en esas guerras», señala la representante de esta empresa de Escober de Tábara, que apuesta por el valor de «la cercanía».
En esa línea, la creación de una marca de calidad aparece en el horizonte como «una ayuda» para los apicultores locales: «Estos premios también nos dan visibilidad a todos. Que lo gane yo no quiere decir que sea solo mío, sino que sirve como reconocimiento para todas las mieles de Zamora», apostilla Gago.
La producción en el oeste, la sede en Villaralbo
Desde Villaralbo, José Luis Pérez, de Mieles de Valcuebo, destaca también «la calidad de la miel» como el gran valor del negocio, más allá de su escala. Con una producción repartida por todo el oeste zamorano, a pesar de que su sede se encuentre cerca de la capital, este apicultor natural de Moraleja del Vino logró en Trabazos el citado Oro en mieles oscuras, así como la Plata, el Bronce y una mención en las variedades claras.
Pérez cita «la dedicación» que supone la apicultura y defiende el valor de «los parajes donde se coge la miel». Desde 2015, el responsable del negocio vende prácticamente todo lo que produce, más allá de que la competencia contra productores más baratos sea compleja: «Vienen a meternos miel de China o de Ucrania que son sucedáneos», lamenta el experto, que alude a los problemas con el etiquetado para hablar de «competencia desleal 100%».
Mientras esta batalla sigue librándose en distintos frentes, proyectos como el suyo se mantienen, sin ser profesionales del todo, con la expectativa de ir abriendo poco a poco el mercado a base de hacer la mejor miel.