La importancia de las historias locales, sea cual sea el formato o el altavoz que tengan, fue uno de los ejes sobre los que giró la mesa «Contar Zamora», que se desarrolló este viernes en el Museo Etnográfico en el marco de la jornada sobre periodismo y la provincia organizada por Enfoque. La periodista Marichu García, de Radio Zamora – Cadena Ser; el redactor de El País Juan Navarro; y el fotógrafo independiente Daniel Ochoa de Olza fueron los encargados de narrar sus experiencias personales con la profesión y de analizar las particularidades de un oficio en permanente estado de crisis.
Con la moderación de uno de los redactores de esta casa, Diego González Tabaco, la mesa arrancó con las reflexiones de Marichu García, una mujer que se dedica a contar historias de la tierra a gente de la tierra: «Hacen falta iniciativas motivadoras, porque el trabajo es muy duro, las jornadas son muy largas, los gabinetes son muchos y lo que queremos es buscar historias», comenzó la periodista radiofónica, que lleva 30 años en el oficio y que aprovechó este foro para reivindicar, una vez más, la importancia de lo local.
García subrayó que la programación de Zamora sirve para «cohesionar y concienciar» a la gente. «En el periodismo, tenemos los grandes temas y luego cómo se sufre y cómo se vive aquí. Hablar de asuntos como las manifestaciones en busca de una mejor sanidad contribuye a que todos nos sintamos parte de lo mismo», abundó la profesional, que admitió su gusto por una radio donde «la gente pueda contar sus problemas».
Antes de acabar, García también hizo referencia a la necesidad de conservar «la pasión y el compromiso» y a la pertinencia de no caer en la tentación de convertirse en «parte del establishment». «Perdería sentido lo que hacemos», matizó la periodista de la Cadena Ser, antes de cederle la palabra a Navarro, el hombre que cuenta, para El País, las historias que suceden en Zamora y en el resto de Castilla y León.
El lector «no es tan marciano»
El periodista vallisoletano sostuvo que conviene «pensar mucho en ese lector que no es tan marciano como parece» y reiteró la pertinencia de salir a contar «ese sinfín de historias» que están ahí fuera, siempre desde el equilibrio entre el empuje y la consciencia: «Cuando esté en tu mano tienes que ir», apuntó Navarro, en referencia a eso que hay que narrar desde el terreno, como los incendios de la Sierra de la Culebra. En el de Losacio, él sirvió de altavoz para que lo que pasaba en los pueblos de Zamora llegara al resto de España.
Navarro mencionó igualmente las presiones en el periodismo, los problemas que puede generar la publicidad y la necesidad de tener convicción para ejecutar temas que determinados jefes pueden percibir como «exóticos», pero que terminan por ser muy interesantes para el lector.
El último interviniente de esta mesa fue Ochoa de Olza, ganador de dos World Press Photo y colaborador, en su día, de agencias como Associated Press. El fotógrafo navarro defendió la narración de historias «de otra manera» a través de su cámara y citó «la repercusión inmediata» que supone llevar la acreditación de un medio grande, aunque las historias que se cuenten sean siempre locales.
Ochoa de Olza repasó algunos de los proyectos que ha ido realizando a lo largo de los últimos años, como las fotografías al torero Juan José Padilla, o la serie de «Besos en un tiempo sombrío» que ideó tras el confinamiento, y abordó además la intrahistoria de la portada de la Semana Santa de Zamora en el New York Times.
El reportero gráfico mencionó la ayuda prestada por José Luis Leal, Manuel Balles, José Antonio Pascual o Emilio Fraile a la hora de situarse para captar esa imagen del Yacente y recalcó el factor clave del medio o la agencia para la que trabaje cada uno. «Muchas veces, la calidad de la foto es la misma», zanjó.