Martes, 9 de diciembre. Supermercado Cancelo, en la calle de San Pablo. Uno pensaría que las personas que entran a media mañana a un negocio de estas características vienen a comprar el pan, carne, pescado… Suministros para el hogar, en suma. Pero la realidad es que no todos van a eso. De hecho, muchos van a otra cosa. En un intervalo de cinco minutos, más de la mitad de las personas que cruzan la puerta vienen a entregar o a recoger paquetes de pedidos realizados a través de Internet. «Manejamos», dicen las trabajadoras de la tienda, «unos cien paquetes diarios». En estos días, en los que el Black Friday da paso a la campaña de Navidad, son bastantes más.
Cancelo es solo un ejemplo de lo que está sucediendo en buena parte del sector del comercio en Zamora, donde hay locales convertidos de facto en negocios de paquetería. «Nos da mucho trabajo, la verdad, pero es bueno para el negocio», asegura Ana Gil, dependienta en el citado supermercado de San Pablo. La ganancia no es mucha hablando en términos económicos, pero compensa por otras vías. Por ejemplo, muchas de las personas que vienen a enviar o a recoger un paquete aprovechan para hacer aquí la compra. En ese sentido, compensa bastante.

Gestionar los paquetes comprados a través de Internet con los negocios de cercanía no es, en contra de lo que pudiera parecer, una cuestión solo de gente joven. «Viene gente de todas las edades», apostilla Gil, «pero son siempre los mismos». Se ve que es un funcionamiento «que convence», aseguran en el súper.
En O Xenio, el negocio de Kevin Hetzel en la Plaza Mayor de Zamora, coinciden con el diagnóstico expresado unos metros más abajo. «No sale rentable» en lo económico pero compensa, porque hay mucha gente que de esta manera entra a un negocio al que, de otra manera, quizás no encontrara la excusa para entrar. Aquí se trabajan prácticamente todas las agencias y el trabajo que da es también notable. La ganancia oscila entre los quince y los treinta céntimos por paquete gestionado, asegura el responsable del negocio, pero no siempre sale a cuenta. «Hay veces que se te forma una cola de varias personas para entregar o recoger paquetes y el cliente que llega, ve toda esa gente, y a lo mejor se va a otro negocio». Lo malo es que ese cliente puede ser, precisamente, el que interese.
Dependiendo del volumen de paquetes que trabajen los negocios y de las compañías con las que traten, dar servicios de agencia de paquetería se puede traducir en ingresos de hasta mil euros al mes para ciertos negocios. Es una realidad que cuando la gente compra online hay personas que prefieren que su paquete vaya a un punto de recogida. Por diversos motivos, pero principalmente porque no van a estar en casa a la hora de entrega del pedido y resulta preferible que esté custodiado en un negocio hasta que el cliente pueda pasarse a por él.
En Zamora hay más de cincuenta negocios que actúan como puntos de recogida y algunos de ellos actúan como agentes de varias empresas de paquetería distintas, como es el caso de O Xenio o de Cancelo, que recoge paquetes de InPost de forma presencial y cuenta con un locker (taquilla) de Seur en el interior del negocio. Más de la mitad de las personas que compran online, según un estudio realizado precisamente por InPost, prefieren que su paquete llegue a un punto de recogida y no directamente a casa.
Es una cuestión importante decir que las agencias cobran fundamentalmente por paquete entregado o por paquete recogido. Cuestión aparte son las devoluciones, que también se cobran, pero menos. Casi a la mitad, aseguran los negocios consultados. «No da para vivir de ello, evidentemente», pero sí es un extra, apuntan las mismas fuentes. Lo que sucede es que en épocas de gran consumo, como estas últimas semanas de fin de año, la paquetería puede llegar a monopolizar el tiempo en el negocio, y eso no siempre sale a cuenta.

Del mismo modo, son cada vez más habituales las taquillas o lockers para recoger pedidos, hace unos años una rareza y ahora algo ciertamente habitual en el paisaje urbano. Las hay en muchas tiendas y en algunos lugares, como en la gasolinera del inicio de la Cuesta del Bolón o en el parking de La Marina, son las propias tiendas online (Amazon, en ambos casos) las que se ponen en contacto con los negocios para instalar allí sus puntos de recogida. Cuando aumenta la demanda en un barrio en concreto, sale a cuenta para las empresas porque, en poco rato, un repartidor deja muchos pedidos en lugar de estar recorriendo el barrio casa por casa tocando al telefonillo. En el caso de los negocios, indican en Cancelo, los requisitos son pocos. «Tener horario flexible, conexión a Internet y una zona que haga de almacén para los productos». Lo demás, aseguran, «da igual». Y el extra al mes, razonan, puede ser interesante.
