Las toallitas húmedas que cada vez más usuarios arrojan por el inodoro junto con el papel higiénico se están convirtiendo en un problema en el ciclo de saneamiento del agua. También en Zamora, como asegura la empresa encargada de estas cuestiones, Aquona, con motivo del Día Mundial del Saneamiento, que se celebra precisamente este 19 de noviembre. Estas toallitas, ya sean las que se usan para desmaquillarse, las higiénicas o las de bebés, están fabricadas con fibras que tardan en degradarse en el agua mucho más tiempo que el papel higiénico. Aunque sean biodegradables, el tiempo que tardan en hacerlo es muy amplio, dice Aquona.
«Debido a esto, lo habitual es que no se descompongan de forma rápida y se acumulen en las tuberías, obstruyendo las conducciones tanto a nivel doméstico como en el alcantarillado en general», remarcan. Así, cuando las toallitas húmedas se mezclan en los colectores con otras sustancias presentes en el agua residual, como por ejemplo grasas y aceites, se generan grandes tapones de una masa sólida que causan averías en los sistemas de alcantarillado.
«Además, si llegan a las estaciones depuradoras de aguas residuales, las toallitas pueden dañar la maquinaria, lo que perjudica al sistema municipal del agua y eleva sus costes de operación», indica la empresa que opera en la ciudad.
«Los pañales, las compresas y los bastoncillos son otros materiales que nunca se deben arrojar al inodoro», puntualizan las mismas fuentes. Para llamar la atención sobre esto, Aquona ha lanzado una campaña de concienciación a la ciudadanía. Con el lema ‘Que todo fluya y que nada influya’, se recuerda que las toallitas húmedas deben desecharse en la papelera, no en el inodoro, y se hace hincapié en que un gesto tan sencillo como ese puede tener un gran impacto.
«Como señala la ONU, es esencial contar con servicios de alcantarillado y depuración eficientes en beneficio de la salud y del medio ambiente. Pero también debemos saber que, entre todos, podemos ayudar a mantener en buen funcionamiento esas infraestructuras hídricas. Un simple gesto es suficiente: no arrojar materiales impropios al retrete», concluye Aquona.
