Isabel Pérez de Lera y Vanesa Rebollo charlan a la entrada del colegio de Monfarracinos mientras esperan a que sus niños aparezcan correteando por la puerta. Es un jueves desapacible de octubre y las madres vienen abrigadas para que su puntualidad no les pase factura. Minutos después, como por goteo, irán llegando más y más adultos hasta formar un pequeño revuelo con la salida de los muchachos. Este es un cole rural; en realidad, un Centro Rural Agrupado; pero hay un movimiento casi propio de los centros urbanos. Y lo normal es que, en años venideros, vaya a más.
Lo dicen las cifras: Monfarracinos crece. Por estos lares, vuelven a ser más de mil. Y muchos son niños. Concretamente, la tasa de menores de edad sobre el total de la población en este pueblo alcanza el 21,1%. Son 4,6 puntos más que la media de España y diez más que el promedio de Zamora. La provincia en su conjunto – inserte una irónica cara de sorpresa – está a la cola del país en este capítulo. Pero tiene excepciones como esta. Y casi todas se encuentran en el alfoz de la capital.
Según los datos del atlas de distribución de la renta de los hogares, en Zamora hay siete municipios que superan la media de menores de edad que presenta España. Uno, el primero, es Monfarracinos. A partir de ahí, aparecen Villalonso (19,3%), Arcenillas (19,2), Roales (19,2), Morales del Vino (18,2), Valcabado (17,4) y Moraleja del Vino (17,1). Solo Villalonso queda a más de diez kilómetros de la ciudad.
Con estos datos en la mano, hay una conclusión que parece evidente: las familias siguen apostando por los pueblos cercanos: ya sea por facilidad económica, por vivir en el medio rural sin alejarse del lugar donde está el trabajo o por vinculación previa con las localidades. «Monfarracinos está muy adaptado. Tenemos guardería y el cole para hacer toda la primaria», explica Isabel Pérez de Lera. Esta madre de uno de los alumnos del centro aclara que no todos los niños se quedan a estudiar en la localidad, pero sí un porcentaje amplio. Aquí crecen y aquí socializan.

«Digo que hay ochenta niños en el cole y a lo mejor son más», añade Vanesa Rebollo, que destaca que la cifra se ha incrementado desde que existe también servicio de comedor. Con todo, el centro mantiene esa atención «personalizadísima» que gusta a estas madres: «Los nuestros van catorce para dos cursos. Para nosotras es un lujo. Por ejemplo, cuando se separan para materias como lengua, solo hay siete niños por aula. No puede ser la misma atención para 25», recalca Pérez de Lera.
En realidad, lo único que inquieta a estas madres en materia educativa es que los niños se irán muy pequeños con el autobús al instituto. «Yo creo que estaría bien que siguieran aquí dos años más, hasta segundo de la ESO», remacha Rebollo.
Los servicios o el precio
Unos metros más allá, Eduardo Barrios y Olinda Cameirao esperan también a sus hijos respectivos. Preguntados por el asunto de los niños en el pueblo, hablan también de socialización: «Si hay más gente de su edad, eso implica que puedan salir al parque, que puedan jugar. Si no, al final, te quedas en casa o te vas a Zamora», argumenta ella, que destaca también, desde la óptica de los adultos, la búsqueda de «una vida más sana» aquí que en la ciudad.
Cameirao admite que «se agradecería que hubiera más tiendas o que reabriese la carnicería». Todo es susceptible de mejorar, pero los dos se inclinan más hacia las ventajas que hacia las protestas. Barrios añade, además, un factor relevante: el precio de la vivienda. «Para mí, ha sido decisivo», constata este hombre natural de Morales del Vino, que optó por otra localización en el alfoz ante las mejores perspectivas económicas que le ofrecía Monfarracinos.
Otras circunstancias
Cuando dan las dos, los padres recogen a los niños en el colegio y se van a pie hacia casa. El gesto no es tan sencillo en las ciudades, donde muchas veces los entornos de los centros se convierten en un caos circulatorio, y resulta imposible en algunos pueblos donde hace muchos años que no hay escuela. Y los datos explican por qué. En seis municipios de Zamora, no hay ni un solo menor de 18 años. En más de cien, el porcentaje de menores de edad es inferior al 5%.
