Son las cuatro y media de la tarde de este miércoles otoñal en Zamora. Hace viento y amenaza lluvia. En torno a San Cipriano, la conversación va por grupos: está el de los periodistas, el más poblado; también el de políticos, con el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco a la cabeza; y por último el de los curiosos, que se reparten entre la vía pública y los balcones. De esos últimos, no hay más de veinte. Algunos más aguardan al fondo, en la plaza de Claudio Moyano. Por esa zona llega la mujer que genera la expectación. Se trata de Sofía de Grecia, la reina emérita de España.
Esta mujer cumplirá los 87 el 2 de noviembre – poca broma – pero mantiene la agenda. Ella es la elegida para representar a la Casa Real en la visita a las Edades del Hombre en Zamora. Su mera presencia le dará repercusión a esta exposición de nombre Esperanza. De ahí, el interés en que esté. Aunque sea una semana después de la inauguración. Doña Sofía llega tras recorrer unos metros a pie. Antes, ha comido en el NH Palacio del Duero y ha subido en coche hasta el centro. El mismo vehículo la irá llevando de un lado a otro.

Al llegar, el público rompe en aplausos. Ella sonríe y saluda. Es parte del trabajo. Luego, hace el pasamanos con los políticos y el obispo, Fernando Valera, y pasa a San Cipriano. Dentro, esperan las explicaciones de Sergio Pérez, el responsable científico de Las Edades. De su mano hará toda la visita. El paso por el primer templo es breve, acotado solo para los medios gráficos. Apenas son quince minutos. Lo principal tiene lugar en la Catedral.
A las puertas del gran templo, se repite la escena inicial. Aplausos, saludos y hacia dentro. Los medios se van ubicando en tres puntos concretos mientras la visita se desarrolla por el interior de la muestra. Apenas se pueden ver fragmentos. Bastante para comprobar que Mañueco acompaña a Pérez en la explicación. También el teniente de alcalde de Zamora, David Gago, interviene de vez en cuando. Ambos le cuentan a la emérita detalles de una obra que le llama la atención: un Cristo volviendo a la vida del salmantino Venancio Blanco.
Doña Sofía escucha, asiente y pregunta de vez en cuando. La dinámica es la misma en cada sala. Apenas hay lugar para la improvisación. Solo queda esperar el testimonio de quienes lo han visto todo. Pero antes hay que despedir a la emérita. La protagonista sale del templo a las seis de la tarde. Lo hace bajo los paraguas. Fuera, llueve. Ella ha de irse al tren. Antes un saludo más cercano a los curiosos que quedan a la puerta. También alguna foto. Después, arranca el coche.

Es entonces cuando Sergio Pérez revela algún detalle. Por ejemplo, que la reina se ha fijado en las obras de los grandes: El Greco, Velázquez, Goya… Pero también «le ha encantado el Cristo de las Injurias», asegura el responsable científico de Las Edades, que le alaba el gusto. Tampoco tiene queja de la actitud: «Ha sido agradable en el trato, muy cercana», confirma el guía de Doña Sofía, que añade que la emérita ha podido saludar a algunos de los artistas presentes, como Satur Vizán o Antonio Pedrero.
¿Y alguna queja? «Ha dicho que había poca luz», apunta Pérez. Por lo demás, cordialidad mutua. Nada fuera de lo común para una visita con la que la organización aspira a atraer muchas más.