Decenas de ovejas pasan tres días, del miércoles 22 al viernes 24, en el interior de una carpa durante la celebración de la feria Ovinnova. Allí tienen alimento, agua y todo lo necesario para su comodidad, aunque también una vecindad extraña. En ese recinto, cada una es de su padre y de su madre. Se ve por la pinta y se lee en los carteles. Nada más entrar, uno se topa con unas castellanas procedentes de Sanabria; más allá asoman unas assaf de otras latitudes de Castilla y León; y al fondo se intuyen más variedades. Basta con dar una vuelta en redondo. Hay hasta algún perro.
Es al dar el paseo casi completo por la carpa cuando uno se topa con el letrero más llamativo: churras sayaguesas en Madridanos. Una buena mezcla. El responsable de ese mini rebaño no está en ese instante por la zona, pero basta una llamada de teléfono para que se explique. Su nombre es Javier Vaquero y su trabajo diario consiste en ejercer como operario agropecuario en la granja que la Diputación tiene en la citada localidad de la Tierra del Vino.

Para quien no esté familiarizado con ese lugar, basta señalar que la institución provincial dispone desde 2012 de esta finca experimental en la que desarrolla un proyecto sobre agricultura ecológica y mantiene núcleos de conservación de las razas autóctonas del burro zamorano, de la vaca sayaguesa y de la vaca alistano-sanabresa. Al menos, a eso se limitaba desde 2021, pero desde entonces hay nuevas inquilinas en la zona.
Efectivamente, allí es donde residen estas churras sayaguesas que llegaron a Madridanos ante la perspectiva de que su variedad desapareciera. «Vimos que había un rebaño en una explotación de Villar del Buey y que no tenía relevo generacional, así que podían estar en peligro de extinción», señala Vaquero. De ahí el interés por llevar unos cuantos ejemplares a la parcela de la resistencia. «Se compraron cuarenta y el ganadero quedó encantado», recuerda el trabajador.
Cuarenta se compraron entonces y cuarenta son ahora, más cuatro machos: «Hablamos de unas ovejas que son algo más pequeñas que las churras normales y que tienen las lanas en la zona de la barriga un poquito más largas», apunta Vaquero, que informa de que el rebaño de la churra sayaguesa vive en «una pradera aislada» en Madridanos, en un estado «semi salvaje». A Ovinnova «se han llevado animales jóvenes, porque ya está la parición encima». Se trata de que luzcan en la feria, más que otra cosa.
Alguien que se atreva
Vaquero asume que lo ideal sería que algún ganadero de la provincia, particularmente de la comarca, se interesara por poner esta variedad, aunque asume que es complejo. Como apoyo, la asociación de criadores Anche ayuda también en la protección y podría facilitar el impulso a nivel profesional. «El lechazo churro está muy mirado y, además, este tendría la particularidad de ser de una variante de la zona», recalca el trabajador, que incide en el valor del producto eminentemente local.
Por lo pronto, el interés que suscitan estas ovejas procede más de la nostalgia que del negocio. «Hace poco vino un hermano del ganadero al que se las compramos y se sintió súper agradecido de verlas», apunta Vaquero, que admite que el rebaño «da mucho trabajo», pero que defiende su conservación. También para que los niños de los colegios que visitan la finca puedan saber que eso existe. Es el primer paso para cuidarlo.