Viernes, una y media de la tarde. El jaleo empieza a dejar paso a la recogida en el mercado provisional de la Marina. Todavía quedan algunas compras, pero se intuye ya el final de la jornada. De hecho, hay menos colas para esperar la vez y más pausa para quienes atienden y despachan el pan, la carne, el pescado, la verdura o la fruta. De esto último tiene Belén Fernández, responsable de un negocio que fue de los últimos en despedirse de la instalación vieja. El desmontaje la alcanzó el último sábado. Luego, vino el cambio. Han pasado 500 días.
La industrial del mercado se sorprende al conocer el dato. En realidad, casi todos los trabajadores que escuchan la cifra se sobresaltan al constatar que van camino de año y medio en el lugar habilitado para montar sus puestos mientras las instalaciones de toda la vida se lavan la cara. O más bien se reconstruyen. Las obras son de entidad. Quizá, esa pérdida de la cuenta es la mejor de las señales: «Aquí estamos todos juntitos y tenemos calefacción y aire acondicionado», arranca Fernández, que apunta que los vendedores están «muy bien» en el destino temporal.

Otra cosa es que resulte inevitable mirar de reojo a las obras, que también marchan como deben. «Hasta donde nosotros sabemos, la intención es que en las Navidades de 2026 estemos allí, si todo va como ahora mismo», señala la frutera, que como los demás compañeros mantiene reuniones periódicas con el Ayuntamiento, en formato asamblea, para saber cómo marcha la cosa. La última tuvo lugar hace unos días, y en el orden del día no iban solo cuestiones cotidianas de la vida en la Marina. También, de lo que ya se intuye en el horizonte.
No en vano, la obra marcha como se preveía, así que conviene pensar en la siguiente pantalla: en el retorno a las instalaciones de siempre, renovadas por completo. Los industriales ya han escuchado por boca del concejal de Promoción Económica, David Gago, que toca ir pensando quién quiere seguir una vez se ejecute el regreso. No hay que olvidar que hay responsables de puestos cerca de la edad de jubilación y que ya no tenían intención de optar a estar en las instalaciones remozadas. Pero eso ha dejado de ser una elucubración para el futuro y se ha hecho presente.
Tanto, que el Ayuntamiento planea tener adjudicados los nuevos puestos a lo largo del año 2026. La Concejalía ha hecho dos encargos a otras tantas empresas privadas para elaborar el pliego que va a regir la concesión de estos puestos y para contar con un informe económico que revele cuánto puede costar un espacio en el nuevo mercado. «La idea es decirles: preparaos, porque esto va en serio», señala Gago, que confirma que los industriales van a tener voz en la elaboración del pliego final.

Todo, con una realidad de fondo: el interés del Ayuntamiento es que se cubra el mayor número de puestos que sea posible. El nuevo mercado contará con 32 espacios y el plan es que tres de ellos se dediquen a la hostelería, mientras que el resto correspondería a negocios como los que habitualmente funcionan en la instalación: de alimentación. Ahora bien, podrá optar cualquiera. Los que están ahora y los que se quieran incorporar desde fuera. No se prevé que haya más demanda que oferta, pero nunca se sabe. Y existe una posibilidad de que no quepan todos.
Eso también lo saben los industriales del mercado. De la misma manera que son conscientes de que el Ayuntamiento pretende sacar los puestos por un periodo de, al menos, veinte años. Para fijar el canon, el estudio económico contemplará los precios por metro cuadrado que tienen los alquileres en la zona. A partir de ahí, se fijará la cantidad. Después, para la adjudicación, influirán algunos otros criterios, pero el dinerario representará aproximadamente el 70%.

Cuando se hayan analizado todas las ofertas, el Ayuntamiento las ordenará y los industriales que resulten adjudicatarios podrán escoger su espacio en función del número que les corresponda en la licitación. «Las obras van bien y queremos tener todo este trabajo hecho. Si luego ocurre algo, podría retrasarse, como puede pasar con estas cosas, pero no podemos arriesgarnos a tener la obra y no el trabajo administrativo», confirma el concejal, que también matiza que habrá diferencias económicas en función del tipo de negocio que se vaya a instalar: «No es lo mismo tener una carnicería que una frutería», constata Gago.
Apuesta por el modelo de siempre
El responsable de Promoción Económica recalca, además, que el modelo sigue siendo de apuesta por los puestos de siempre. De ahí que no haya intención de «superar las tres licencias de bares». «Queremos mantener la esencia», insiste David Gago, que explica que los espacios se adjudicarán por veinte años, pero que el acuerdo se podrá romper sin penalización siempre y cuando existan causas objetivas. Por ejemplo, las jubilaciones. Es decir, si un industrial de 55 años se mueve a las dependencias reformadas, a los 65 podría decir adiós sin castigo.
A todas estas novedades le van dando vueltas los trabajadores del mercado. Pero, mientras tanto, venden: «Yo creo que antes estaba muy obsoleto y que la gente casi ni se atrevía a entrar», apunta Rosario Julián, de la Carnicería Los Zamoranos, que piensa que, en el nuevo, «también se va a funcionar». «Incluso, tendría que ser más moderno para que atraiga un poco y estimule la compra», remacha la panadera Conchi Azcaray, que aún así celebra que no se vaya a ir a una instalación como la de San Miguel de Madrid: «Yo creo que eso, en Zamora, no funcionaría», concluye.
