Zamora llegó hasta la L. Concretamente, hasta el número 1665. Le quedaban, por tanto, decenas de miles de coches para agotar el sistema de matriculación alfanumérico, que avanzaba hasta el 9999 asociado a cada letra, llegaba a la Z y volvía a comenzar con letra doble a partir de la A. Pero el escenario de la provincia nada tenía que ver con el de Madrid, que por entonces ya se había plantado en ZX. Tocaba cambiar. Y la siguiente modificación se iba a llevar por delante el código provincial cien años después de su implantación.
Por resumir, en 1900 se estrenaron las matrículas con referencia a la provincia de matriculación del vehículo y en septiembre del 2000 se pasó al sistema nacional. Con algún otro cambio por el medio al que más tarde se hará referencia. Han pasado, por tanto, 25 años desde que la gente dejó de identificar a los coches por su procedencia. Un cuarto de siglo sin irse de vacaciones a 700 kilómetros de casa y sonreír (o lamentarse) al ver el vehículo de un paisano que había elegido el mismo destino que tú.
La efeméride merece un pequeño repaso histórico por lo que fue el siglo XX de las matrículas. Y para empezar, conviene irse al principio. Y en ese comienzo se encuentra la razón por la que Zamora fue ZA y no Z. El Gobierno de la época decidió añadir una segunda letra para distinguir los coches de Madrid de los de Málaga, los de Pontevedra de los de Palencia o los de Zamora de los de Zaragoza. Y escogió dar preferencia en la letra única a los territorios de mayor población. Los responsables de Tráfico de entonces no tardaron mucho en echar las cuentas.
Así pues ZA desde 1900, pero sin coches que matricular hasta 1907. El primero fue un Dion Bouton, perteneciente a un hombre llamado Luis Justo y Sánchez, que empezó a circular el 24 de agosto de aquel año. Antes del 31 de diciembre, el parque móvil incorporó otros tres vehículos más. Tarde y lento, dirá alguno. Depende de con quién se compare. Por poner un ejemplo casi populista a favor de Zamora, el primero en Valladolid se matriculó en enero de 1908. Todavía no estaba la Fasa.
Podría decirse que, a partir de ahí, lo demás es historia. Pero no es que los zamoranos empezasen a adquirir coches en masa desde entonces. Por irse a una fecha redonda, veinte años después del Dion Bouton, el año 1927 se cerró con el ZA-616. Costó arrancar. Es más, mucho después, en 1957, con medio siglo de automóviles en la provincia, solo se había llegado al 3020. El despegue vino a partir de entonces. En los catorce años siguientes, hasta que llegó el sistema alfanumérico, las matriculaciones se dispararon hasta el ZA-21812. En los últimos nueve meses del sistema se registraron unos 1.700 vehículos en la provincia.
Aún así, de nuevo, Zamora tenía bastante margen por delante para seguir con la cuenta sin la letra después de los números, pero Madrid se acercaba peligrosamente al millón y había que cambiar. Por eso, en octubre de 1971, se pasó al sistema alfanumérico que estuvo vigente hasta septiembre del año 2000. En esos casi treinta años, la provincia alcanzó la L. Como en el formato anterior, llegó más lejos que algún otro territorio que aparece junto a la provincia en la parte baja de la clasificación demográfica. La despoblación también se puede estudiar a través de las matrículas del siglo XX.
El caso es que ese fue el final de los códigos provinciales. Por citar un hito intermedio, en 1986, se cambió la grafía de caracteres finos a unos más gruesos. En ese año, Zamora iba por el 5898 de la E. El ritmo era creciente, pues cinco años antes del cambio, al cierre de 1995, la cosa marchaba por la I. En ese tramo final, la provincia terminó una letra, completó otras dos y empezó la siguiente. Pero no hubo más.
Un clásico
Desde el año 2000, el sistema es el de ahora. con un formato nacional: cuatro números y tres letras sin distinción territorial. La cuenta va por la N. Todavía hay un trecho por recorrer. Un cuarto de siglo después, lo llamativo ya no es encontrarse en la playa a un coche con el identificativo ZA, sino cualquier vehículo con la placa alfanumérica. El ZA-1665-L en particular, si sobrevive, ya tiene los 25 años. Es decir, puede ser considerado un clásico. Disculpas a quien se haya sentido un poco más viejo tras leer eso.