El IPC subió en el mes de agosto en la provincia de Zamora un 2,3% en el acumulado anual. Dato, este, de conjunto, que esconde varias realidades detrás. La primera es que la subida se acumula con las registradas en meses anteriores y hace cada vez más complicado acudir al supermercado sin pasar penurias económicas. La segunda, que hay productos que se encarecen muy por encima de este porcentaje, que no es más que una media. Y los que más suben de precio son algunos de los más utilizados.
Hay que bajar al detalle de los productos para saber cuál es el impacto del aumento de precios en el día a día de los zamoranos. Así las cosas, los huevos fueron el producto que más subió de precio el año pasado. Una docena de huevos en el supermercado se paga, de media, un 20,5% más cara que en el verano de 2024, según los datos definitivos hechos públicos ayer por el INE. Después está la carne de ternera, ahora un 18,6% más cara que hace doce meses.
Los productos frescos y los básicos en cualquier cesta de la compra lideran las subidas de precio, lo que viene a indicar que el efecto real del incremento del IPC es mayor que el que dicen los números. El café y las infusiones son un 18% más caras que hace un año. La carne de ovino ha subido algo más de un 12%, y los preparados con legumbres y hortalizas, más de lo mismo. Después está un básico en los hogares: la calefacción. Es un ocho por ciento más cara que al término del verano del año pasado.
Son solo algunos apéndices de la estadística, todos entre los más consumidos en cualquier hogar medio. No pasa lo mismo con las bajadas, entre las que se encuentran productos menos utilizados por los hogares. Incluso el gas y la gasolina, que lideraban las bajadas a comienzos de año, ahora se han estabilizado. Pero sí se nota lo sucedido con el aceite, que se disparó hace un año y ahora ha vuelto a sus cifras normales. El litro de aceite está un 40% más barato que hace doce meses y el azúcar se paga a un 20% menos.
Son los únicos descensos con impacto directo en el bolsillo del consumidor. A partir de ahí aparecen muebles, decoración, productos para el hogar, esparcimiento, electrodomésticos, reparaciones, prendas de vestir, calzado o medicamentos. Productos necesarios, evidentemente, pero que tienen un impacto en las cuentas mensuales de las familias mucho menor que el de las cosas del comer.