Los tomates llevan ahí desde la mañana. Todos grandes, enormes. Y con formas enrevesadas. Eso es lo que se valora. Son 28 en total, en gamas cromáticas que van del verde manzana al rojo intenso. Los ojos de la gente se posan sobre ellos como los comentarios que los juzgan. También van y vienen las personas con la cámara del móvil apuntando hacia cada ejemplar, tratando de inmortalizar su excepcionalidad. Hasta las dos de la tarde no es el concurso, pero el debate popular se abre mucho antes.
La escena tiene lugar en el interior del ferial de San Vitero, y los 28 ejemplares son los que sus productores han presentado al concurso vinculado a la primera edición de la feria del tomate en el municipio. Ya a la hora convenida, la alcaldesa, Vanesa Mezquita, entra en escena con un micrófono, un altavoz y una lista. Los vecinos hacen sus apuestas. Es el momento de elegir al ganador. La regidora va explicando el detalle de los participantes uno por uno, siempre con la misma fórmula: número asignado para el certamen, nombre y procedencia del dueño, y peso. Así hasta el final de la mesa. Luego, el veredicto.
Y la decisión es que el triunfo corresponda al tomate más voluminoso, el que presentó la empresa Saboriarte, asentada en la localidad. Son 1,601 kilos de ejemplar. Poco menos pesa el segundo, el de «Inven, la de El Poyo», y no se queda demasiado atrás el tercero, correspondiente a Gerardo, de San Juan del Rebollar. En general, casi todos los participantes sobrepasan los mil gramos. Hay hermosura en la producción de Aliste.

Pero al fin y al cabo el ganador es uno, y a quien le toca explicarse es a quien puso el tomate en la mesa. Su nombre es María Josefa Mezquita, y representa aquí a Vanesa Rodríguez, la responsable de Saboriarte, una empresa que comercializa el producto nacido en Aliste por los puntos de España donde alcanzan sus redes. Hace tiempo que la comarca constató que aquí, en la huerta, tenía una virtud y un negocio. Y está empezando a explotar las opciones que le brinda.
¿Cuál es el secreto? María Josefa habla del sabor, de la textura, de algo «que no tienen otras zonas». Y tiene claro por qué hay un no sé qué que se encuentra en los tomates de aquí y no en los de fuera: «Es por el clima. Aquí hay mucho contraste de temperaturas entre la noche y el día. Además, tenemos una acidez en la tierra que nos permite generar productos extra. Hablamos del tomate, pero también de otros como la seta», advierte la representante de Saboriarte.
Gracias a la calidad en la producción autóctona, la empresa ganadora del concurso compra los tomates a la gente de la zona para llevarlos donde sea. No todos de más de kilo y medio, por supuesto, aunque María Josefa subraya que no se trata de ninguna marca récord. Si el certamen llega a celebrarse hace cosa de diez días, Saboriarte podría haber aportado un ejemplar de 2,1 kilos. Un tomate casi inabarcable.
Una feria con vocación de continuidad
Por lo general, los ejemplares que ha podido comprar la gente o que se han probado en la cata celebrada en el ferial han sido de un tamaño más estándar. La feria, que también ha incluido una charla de Rafael Caballero sobre su producción en San Cristóbal, ha servido como arranque de lo que pretende ser una cita asentada en el calendario de aquí al futuro. Aliste sabe que en el tomate tiene una herramienta. Y cada vez tiene más claro que la quiere utilizar.