La frase se repite en casi cada rincón de la provincia cuando uno se asoma por un bar de pueblo estándar, entendido como aquel que se ubica en una localidad pequeña cualquiera y que da un servicio de taberna: «En otoño ya estamos a dos velas. Yo me las veo y me las deseo para pagar la Seguridad Social». La declaración, tomada hace unos meses, corresponde a la responsable del bar de Abraveses de Tera. Y no es aislada.
Más recientemente, en Villardiegua de la Ribera, Ángela Belyakova admitía que era en la segunda quincena de agosto cuando el bar se ponía «a tope de gente». De ahí en adelante, viene un descenso progresivo, con paréntesis navideño, que no se sujeta hasta que aparece la Semana Santa y todo vuelve a ir hacia arriba rumbo al siguiente agosto. Hace un tiempo, una tocaya de la responsable del negocio sayagués, en este caso ubicada en Almendra, resumía lo que está por venir: «En invierno, lo que ves es lo que hay».
En cada viaje por la hostelería rural de la provincia, la conclusión es prácticamente idéntica: la caja se hace en agosto. Después, viene la resistencia. Pero ¿para cuántos? Según las fichas del Consejo de Economistas de España, basadas en datos gubernamentales, para 472. Ese es el número de bares y de cafeterías que funcionan en los pueblos de Zamora, si se aparta de la estadística de 901 en total a los 429 que se ubican entre la capital, Benavente y Toro.
Conviene recordar que, a pesar de que la provincia tiene 248 municipios – de los cuales 22 no aportan datos sobre la presencia o no de este tipo de negocios – en Zamora existen más de 500 núcleos habitados. Eso quiere decir que no salen las cuentas. Hay bastantes localidades que carecen de negocio de hostelería de esta índole. Incluso, algunos ayuntamientos al completo. Según las fichas del Consejo de Economistas, hasta 35.
En estos casos, conviene matizar que esos son los lugares donde no resiste un negocio como tal. Hay pueblos que se han rendido ya en sus esfuerzos por atraer emprendedores que quieran tomar las riendas del establecimiento, a la vista de la escasa rentabilidad, y han optado por un local comunitario, que no se puede entender como un bar, pero que cumple esa función. Esos lugares no aparecen en esta estadística.
Con ese matiz en mente, basta señalar también que, aparte de los 35 municipios con carencia de estos negocios en Zamora, hay más de 80 en los que solo hay uno. Bastante es, dirá la gente. Pero eso es si el municipio solo tiene un pueblo. En los casos en los que aparece un puñado de anejos, para los que se ubican en las localidades sin el bar, no parece demasiado útil contar con una cafetería a cinco kilómetros, por mucho que pertenezca al mismo ayuntamiento.
También hay municipios que cuentan con restaurantes que, en ocasiones, pueden funcionar como bar. En otras, menos. Por ejemplo, en casos como el de Rabanales o Santovenia del Esla, sí que han de considerarse negocios mixtos. No tanto en el caso de Castroverde de Campos, un establecimiento con estrella Michelin y que se aleja del concepto de bar estándar.
Los que tienen más
Finalmente, en lo que tiene que ver con los municipios que cuentan con más cafeterías y bares, destacan cinco ayuntamientos de Zamora – además de la capital, Benavente y Toro – por encima de los diez negocios de estas características. Son Alcañices, Fuentesaúco, Coreses, Puebla de Sanabria y Galende. En el caso de estos dos últimos, toca resistencia de verdad. Agosto no fue agosto y el invierno sí tiene pinta de ir a ser lo que prometía.
