Más del cincuenta por ciento (incluso más del sesenta por ciento según algunas estimaciones del satélite Copernicus) del Parque Natural del Lago de Sanabria ha ardido durante los últimos doce días, desde que el 14 de agosto por la mañana se declarara un incendio en un pinar cerca de Porto de Sanabria que ha arrasado ya, de nuevo según las primeras y cambiantes estimaciones, más de veinte mil hectáreas de terreno de importante valor medioambiental.
El Parque Natural es, junto con los Arribes del Duero, la zona de protección ambiental más elevada de las que hay en la provincia de Zamora (sigue en la lista la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila). Declarado como tal en 1978, ha vivido sucesivas ampliaciones de terreno protegido «con el principal objetivo de preservar la morfología que esculpieron en sus rocas los glaciares cuaternarios, la riqueza de su flora y de su fauna y la pureza de las aguas del único lago glaciar de la Península Ibérica y de las más de 20 lagunas que componen, después del Pirineo, el conjunto lagunar más importante de la Península». El objetivo de preservar la fauna y, sobre todo, la flora, no se ha cumplido, pues la herida que presenta ahora toda la zona tardará años en cicatrizar.
El incendio se ha llevado por delante una parte importante de uno de los principales atractivos de la zona: su paisaje. El entorno de buena parte de las lagunas, desde la de los Peces a la de los Patos, está arrasado, aunque pueda tratarse de vegetación que no debería tardar mucho en empezar a brotar de nuevo. Peor están los cañones del Tera y el Forcadura, que han perdido buena parte de sus valores estéticos y paisajísticos, arrasados por el fuego. Buena muestra es el Mirador del Cañón del Forcadura, en plena subida a Peces, ya pasado San Martín de Castañeda. Cuando el humo lo cubrió, se trataba de una preciosa zona verde. Cuando se disipó, el paisaje era negro.
Es todavía pronto para evaluar el daño concreto, pero será grande. En Sanabria conviven más de 1.500 especies vegetales, según la Fundación Patrimonio Natural, consecuencia de la situación geográfica de la comarca. En estas sierras se constituye el límite entre el clima altántico y el mediterráneo. A ello hay que unir unas condiciones extremas en las cumbres más altas lo que ha motivado la existencia de especies únicas adaptadas a estas características. En algunos casos se trata de auténticas reliquias vivas del Cuaternario que han sobrevivido y evolucionado aisladas en estas cumbres desde hace más de 10.000 años como el Ranunculus parnassifolius (botón de nieve) o la Armeria bigerrensis (una pequeña flor morada que se encuentra aquí). Especies que ahora bien pueden haber sido arrasadas por las llamas.
La especie más extendida en Sanabria es el roble, adaptado a los fríos del invierno y al prolongado estiaje. Recibe aquí el nombre de «carballo» y ha sido desde antiguo parte importante en la economía doméstica sanabresa al proveer a sus habitantes de estructuras para las casas y de leña para sus hogares. Junto a él las formaciones de matorral dominan gran parte del monte, destacando las leguminosas del género genista, el brezo, el piorno serrano… especialmente abundante en zonas degradadas por los incendios o por el sobrepastoreo. También las turberas, que pueden guardar el calor durante muchos días y que ahora son una dificultad añadida para apagar las llamas.
El castaño es también una especie representativa del Parque, aunque aparece muy diseminada. En la parte alta y media del Tera se da el acebo. Los tejos se hallan asimismo en barrancos y laderas, mezclados con robles, algunos son ejemplares centenarios. En las márgenes del Tera y en las orillas de ríos y arroyos se encuentran alisos, fresnos y sauces.
Por lo que refiere a los animales, habitan estas tierras 190 especies de vertebrados, entre ellas 142 especies de aves, de las que 17 son rapaces diurnas como el águila real, el halcón abejero, el halcón peregrino o el ratonero común. Por lo que respecta a los mamíferos, son 41 las especies presentes en esta comarca sanabresa, entre ellos el escurridizo desmán de los Pirineos. Este primer balance de la factura natural del incendio se hace con las llamas aún activas y amenazando algunos pueblos de la zona fronteriza entre Zamora y León, con lo que la destrucción generada será mayor, aunque ya fuera de la zona del Parque Natural.