El proyecto de Renaturalización de Valorio contempla la tala de más de 3.200 árboles en el conjunto del bosque, una cifra a la que se llega después de calcular las podas medias por cada una de las ocho zonas en las que los ingenieros responsables del proyecto han dividido la extensión de la masa arbórea. Los árboles que han sido y están siendo talados, que son fundamentalmente pinos y especies alóctonas según el proyecto, se están entresacando de las zonas en las que, indica el documento, al que ha tenido acceso este periódico, había más población.
El proyecto indica que el estado de salud de la masa forestal de Valorio es en general bueno, pero hay algunas salvedades. Todos los ejemplares de olmo están afectados por grafiosis, una enfermedad que provoca la mortalidad segura del árbol cuando el tronco supera los 15 centímetros de diámetro. Hay, además, árboles que se encuentran «dominados» por los que les rodean y que no logran acceder a la luz solar «por no haber realizado claras recientes» y almendros que no se han adaptado bien al entorno y que presentan mal estado. El proyecto indica que en la zona de entrada al bosque la actuación será puntual, puesto que ahí el mantenimiento es más frecuente y las actuaciones se limitarían a «talar ejemplares de gran tamaño afectados por hongos de pudrición, que presentan un riesgo potencial de accidente».
Sea como fuere, y por lo que refiere a las cantidades, el proyecto divide al bosque en seis teselas de bosque mediterráneo donde sobre todo hay pino piñonero, y dos teselas de bosque de ribera. Dependiendo de las zonas, de la densidad de árboles que se registraba y del estado de salud de los ejemplares, las claras propuestas van desde el diez a más del treinta por ciento de los ejemplares, siempre según el proyecto. A nivel general, el proyecto indica que la mayor parte de los pinos están sanos, pero también incide en que hay un porcentaje relevante de ejemplares excesivamente delgados, que han crecido a lo alto sin engordar el tronco para buscar la luz solar en un entorno natural competitivo. En prácticamente todo el bosque se habla además de una tala por alto hasta los 5,5 metros para favorecer las labores de los equipos de extinción en caso de incendio y dificultar que el fuego pueda llegar a las copas. Dependiendo de las zonas, la densidad arbórea oscila entre los 800 y los 400 ejemplares por hectárea. Es precisamente a esta última cifra a la que se pretende llegar en todo el bosque.

Se propone, además, retirar todos los ejemplares alóctonos (que no son originarios de la zona) que sea posible. En algunos casos más, al haber más pinos. En otros casos menos, al ser los alóctonos mayoría, lo que sí conllevaría el riesgo de despoblar el bosque de árboles. En una de las teselas del final del bosque, que abarca toda una ladera, se propone por ejemplo retirar todos los cipreses posibles y, en el caso de los pinos, se pide respetar aquellos «de mejor formación y fuste». Pero, en general, se han talado todos los árboles enfermos, los que crecían hermanados o los que tenían una inclinación excesiva.
A la vista de las cifras, y a la vista de las explicaciones dadas hace dos días por parte del Ayuntamiento de Zamora, se plantarán en Valorio al menos tantos árboles como los que se están cortando. Se cambian ejemplares con décadas de vida con otros en una fase incipiente de su desarrollo, cierto, lo que afecta al vigor del bosque, pero los impulsores del proyecto insisten en que no se debe juzgar el resultado final del plan de renaturalización por los resultados más inmediatos y sí por los que se puedan ver dentro de varios años.

«La actuación proyectada consistente en la recuperación estructural y funcional de montes con exceso de densidad, en los que no se actúa desde hace tiempo y que presentan un riesgo de incendio y de caída de pies por esbeltez de los árboles consecuencia de la alta competencia por la luz y entre las raíces», indican los promotores en el texto. «Se trata de conseguir una doble mejora, por un lado, mejorar el estado fitosanitario de la masa, permitiendo el fortalecimiento de los árboles de porvenir, y, por otro, ganar espacio visual para plantaciones con especies que introduzcan biodiversidad, así como la mejora paisajística del entorno».